Por: El Colombiano

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Este artículo fue curado por Marizol Gómez   Ago 12, 2024 - 8:05 am
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Se suele decir que es en las plazas de mercado donde se les mide el pulso a las ciudades. De ser así, Envigado, como su plaza, es bien particular: silenciosa, limpísima, bien iluminada, sin frutas o papas rebotando en la baldosa, sin olores extravagantes ni pailas de aceite caliente que se escuchen a metros de distancia.

Tiene, en cambio, zonas de coworking, oficinas administrativas y guardas de seguridad. Lo único que parece diferenciarla de un centro comercial es el letrero de la entrada. Todo parece acorde a una ciudad donde resulta tan difícil encontrar un motel o un bar gay.

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Su reconstrucción fue una de las grandes obras que dejó el exalcalde Braulio Espinosa. Comenzó el 28 de febrero del 2022 y terminó el 31 de julio del 2023, hace un año y 12 días. Los entonces 77 comerciantes de la plaza tuvieron que salir a la calle a rebuscarse nuevos locales y puestos para vender sus productos y no quebrar mientras la espera de 17 meses. En la obra se invirtieron, según la alcaldía de ese entonces, cerca de $28.000 millones.

Una vez terminada la obra, los mismos 77 comerciantes, muchos de los cuales llevan en la plaza 40, 50 o 60 años, volvieron al nuevo establecimiento y, como compensación del tiempo que estuvieron por fuera, la entonces administración de Espinosa se comprometió a congelarles el precio del arriendo que pagaban en la vieja, ruidosa y olorosa plaza durante un año y luego aumentar el canon progresivamente hasta que estuviera en un valor cercano a las condiciones del mercado.

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El problema es que Espinosa ya no es el alcalde, el año de gracia terminó y la administración de Raúl Cardona (sobre el papel, de la línea de Espinosa) actualizó los precios y eso, para muchos, significó un aumento de tres, cuatro o cinco veces el valor que venían pagando.

En este punto es importante una precisión que es, entre otras, el principal argumento de la Alcaldía para justificar la subida de precios: no es que los precios actualizados sean altísimos, si se comparan con el valor de mercado de un local comercial convencional en la zona centro de Envigado, pero el aumento exponencial es sin duda un golpe para el que buena parte de los comerciantes no estaban listos.

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Un ejemplo: Gloria, a quien le cambiamos el nombre para no meterla en problemas, pagaba en la plaza vieja $400.000 al mes por su local de comidas. Ahora, con la actualización de precios, quedó en $1’700.000, que no parece descabellado para lo que cuesta un local en un centro comercial con zonas de coworking y personal de limpieza y vigilancia, pero que sí es más de cuatro veces lo que estaba acostumbrada a pagar.

La situación de Gloria es la de la mayoría de los comerciantes que, aunque entienden que el nuevo precio del arriendo puede ser acorde a las características del lugar, no saben cuánto puedan aguantar pagándolo, pues con todo y lo remodelada y cómoda que quedó la plaza, las ventas no se han podido recuperar después de un año de su regreso.

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El de la carnicería, que lleva 30 años, dice que vende 80% menos que antes y el de la legumbrería (que empezó su abuelo hace 60 años) dice que vende 60% menos, que los clientes fieles sí volvieron, pero que los ocasionales muy poco. Y es que el silencio, el orden y la limpieza de la nueva plaza no son solo por el nuevo personal contratado para esos fines, sino porque los clientes, que son los que causan el caos en cualquier plaza de mercado del mundo, son más bien poquitos. Así que no es solo que ahora pagan el triple del arriendo, sino que tienen la mitad de los ingresos.

Las razones para la falta de clientes, según los comerciantes, son varias. La principal, dicen, es que con la remodelación y la nueva estructura, la plaza subió de estatus y cogió fama de ser cara, o al menos esa es la percepción que da desde afuera y desde adentro.

Si se parece a un centro comercial, los precios serán como los de un centro comercial, pensará más de algún comprador. Otra es que la nueva plaza, a diferencia de la anterior, no tiene parqueadero y si hay una hipótesis bien comprobada en el Valle de Aburrá es que un carro puede dejarse mal parqueado en cualquier parte menos en Envigado.

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Sobre la subida de los precios (que además del arriendo incluye la administración) según la alcaldía, “no solo busca reflejar el valor real de los espacios, sino también mejorar las condiciones generales del entorno, beneficiando a comerciantes y visitantes por igual”.

Además, aseguran, se hizo un avalúo a través de una licitación en la que se evaluaron diversos factores, como la ubicación de los locales, su tamaño, el uso del suelo y las condiciones del mercado. Agregaron que de los 77 comercios de la plaza solo dos han entregado los locales tras el alza de precios, aunque hay que recordar que apenas llevan un mes con los precios actualizados y que si las ventas no repuntan el número seguramente subirá.

Para el exalcalde Espinosa la plaza es una “inversión de ciudad que no puede ser vista como un gasto”, pues la mayoría de los comerciantes no tienen músculo financiero y llevan décadas luchando en condiciones adversas.

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Para colmo, con el aguacero de ayer el techo no soportó y hubo inundaciones al interior de la plaza. Varios placeros quedaron con sus locales inundados. Otro factor que se suma a lo que ha sido un difícil retorno a la plaza.

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