Juan Guillermo Cuadrado es uno de los mejores futbolistas colombianos de este Siglo XXI y se ha consolidado a nivel internacional en Italia. De otro lado, con la Selección Colombia ha estado presente en dos Mundiales siendo titular del equipo. Llegar a ser profesional no fue nada fácil y muchas veces le dijeron que no. Sin embargo, siempre tuvo la confianza de un técnico que terminó de formarlo como persona y deportista.
“Mamá, te prometo que no te voy a defraudar”, le dijo Cuadrado a su mamá cuando se marchó de la casa a los 13 años. Nació en Necoclí, un municipio en el Urabá y a los 4 años se quedó sin padre. Esa región tenía problemas de violencia y el pequeño Cuadrado que se metía debajo de la cama cada vez que había un tiroteo, una vez salió y se dio cuenta de que su padre estaba muerto en la calle. Así empezó una difícil vida para Juan Guillermo y donde a pesar de tener un gran talento, fue rechazado en varias oportunidades.
Con 12 años participó en el Torneo Asefal, un campeonato que reúne a escuelas y clubes de Colombia. Urabá mandó a su equipo llamado Manchester gracias al aporte del alcalde y los familiares de los jugadores. Agustín Garizábalo ha sido el cazatalentos del Deportivo Cali en la costa, vio a Cuadrado y se lo recomendó a Nelson Gallego, que trabajaba en las divisiones menores del cuadro ‘azucarero’. Este entrenador en el pasado había trabajado con jóvenes como Faustino Asprilla, Víctor Aristizábal, Juan Pablo Ángel, entre otros.
Gallego iba a ir a Barranquilla y Cuadrado debió viajar cerca de 10 horas en bus para que lo vieran. Luego hubo un torneo juvenil en Cali en 2001 y el pequeño terminó quedándose en casa de Nelson Gallego. Cuadrado estuvo entrenando con las menores del Deportivo Cali, pero al técnico lo sacaron del equipo. El joven jugador tampoco llamó la atención para quedarse, no llegaba a 1,50 metros de estatura, era delgado y como dicen algunos un “escuálido”. Sin embargo, Gallego confiaba plenamente en él y prácticamente lo adoptó como un hijo y se lo llevó a Medellín.
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Allí empezó el trabajo en serio. A Cuadrado lo ejercitaron con pesas, le dieron vitaminas y una mejor alimentación y por supuesto consejos técnicos para mejorar su fútbol. Por otro lado, junto con la esposa de Nelson Gallego buscaban que Cuadrado asistiera al colegio y fue una lucha imposible porque solo quería jugar fútbol. A donde fuera Gallego se llevaba a su joya. Por ejemplo, en 2003 trabajó junto a Juan Eugenio Jiménez en el Bucaramanga y allí Cuadrado hacía algunas apuestas con los profesionales, cuentan que Néider Morantes varias veces tuvo que pagarle la gaseosa.
Gallego le insistió a los santandereanos que lo dejaran entrenar en las divisiones menores y una vez más hubo la excusa de “muy chiquito y flaquito”. Cuadrado pasó por varios equipos aficionados, en un torneo juvenil fue goleador con más de 20 anotaciones, aunque Gallego también lo hacía jugar de volante defensivo para que no se volviera un jugador “de esos vagos”. En 2005 llegó al Deportivo Rionegro en la B y con 17 años jugó gracias a la normal del juvenil que existía en el fútbol colombiano.
Por esa época Eduardo Lara estaba conformando esa gran selección que ganó el Sudamericano Sub 20, Gallego lo llevó para que lo vieran y la respuesta del técnico fue: “Yo a un jugador de esa talla ni siquiera lo miro”. Cuadrado también entrenó en Atlético Nacional hasta que Gallego fundó un club llamado Atlético Urabá. Por supuesto Juan Guillermo era su consentido y al ser figura tuvieron la oportunidad de probarse en Argentina.
Con Tiro Federal no se pudo acordar el traspaso, también se probó en Lanús y en Boca Juniors. Le dijeron que con 19 años ya era muy “viejo”. Finalmente, logró recomendarlo a Juan José Peláez en el Independiente Medellín y por necesidad lo puso como lateral derecho en 2008. Allí se ganó un puesto y ante el Boyacá Chicó de media distancia anotó su primer gol. En diálogo con Caracol Radio, su mamá Marcela Bello dijo que ese gol le cambió su vida.
Y es que Cuadrado no solo no defraudó a su madre, sino a su pueblo donde creó la Fundación Juan Guillermo Cuadrado. Ese “escuálido” ha logrado consolidarse en Italia donde la defensa es vital y la parte física es imprescindible. “Juan Guillermo es un jugador que, a estas alturas, con 31 años, todavía no se ha tomado una sola cerveza, no ha tenido trasnochos, le gusta escuchar música y bailar, sí, pero está absolutamente limpio. Todo lo que le ha pasado se veía venir”, dijo Nelson Gallego en 2019.
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