
El reciente anuncio del presidente estadounidense Donald Trump sobre un arancel fijo del 25 % a vehículos importados fuera de América del Norte ha generado preocupación en la industria automotriz, debido a su alta sensibilidad a los cambios en costos.
La medida afectará de forma desigual a las marcas, dependiendo del origen de sus componentes y lugar de ensamblaje.
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Según un análisis de la plataforma especializada Insurify, las marcas más perjudicadas serán Buick, Hyundai y Kia. Buick lidera la lista con un aumento proyectado de precios del 22 %, debido a que muchos de sus modelos se fabrican en Asia, especialmente en China y Corea del Sur.








Hyundai y Kia también enfrentarán alzas entre el 21 % y 22 %, pese a contar con algunas instalaciones en EE. UU., ya que aún importan buena parte de sus componentes.
En contraste, marcas como Tesla, Jeep y Honda serán las menos afectadas. Tesla destaca especialmente por su cadena de suministro integrada y su producción mayoritariamente local, lo que limitaría el impacto de los aranceles a solo un 3 %.
Esto le daría una ventaja competitiva en el mercado si otras marcas elevan sus precios. La nueva planta de Hyundai en Georgia, inaugurada en 2024, busca mitigar estos efectos a futuro.
Por qué Donald Trump puso aranceles a carros extranjeros
Trump sostuvo que las importaciones masivas de automóviles y autopartes ponían en riesgo la seguridad nacional, al debilitar la base industrial estadounidense.
Apeló a la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial de 1962 para justificar la imposición de un arancel del 25 % sobre vehículos y piezas importadas, entrando en vigor el 3 de abril de 2025, marcando el inicio de una “nueva era” proteccionista.
Trump argumentó que en 2024 se vendieron cerca de 16 millones de vehículos en EE. UU., de los cuales la mitad eran importados y apenas el 25 % del contenido de esos vehículos se consideraba “Made in America”.
Según la Casa Blanca, esa dependencia excesiva amenazaba el sistema de producción nacional, especialmente tras la disrupción sufrida durante la pandemia. Por tanto, los aranceles tendrían como objetivo motivar a los fabricantes a reubicar sus cadenas de suministro, impulsar la producción local y fortalecer la resiliencia económica y productiva del país.
El impacto económico fue inmediato. Analistas estimaron que cada unidad importada sufriría encarecimientos entre 4.700 y 6.000 USD, debido a la suma de los nuevos gravámenes.
Esto desencadenó una reacción potente en la industria: firmas como Jaguar Land Rover pausaron envíos, mientras que Wall Street registró caídas en acciones de fabricantes internacionales.
Frente a las presiones del sector, Trump introdujo alivios parciales: creó créditos —3,75 % el primer año y 2,5 % el segundo— para aquellas armadoras que produjeran en EE. UU., y exenciones para componentes bajo acuerdos como el USMCA.
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