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Las vacunas representan uno de los logros más trascendentales de la medicina moderna, al ofrecer una defensa crucial frente a enfermedades infecciosas que históricamente causaron elevados índices de mortalidad, sobre todo en la infancia. En años recientes, no obstante, los movimientos antivacunas han cobrado fuerza en distintos países, alentados por desinformación y miedos sin sustento científico. Esta tendencia, como advierten múltiples fuentes, no pone únicamente en riesgo a quienes rechazan las vacunas, sino que debilita la inmunidad colectiva, esencial para prevenir la propagación de patógenos y proteger a quienes no pueden vacunarse por condiciones médicas preexistentes, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS) y expertos en infectología como Jorge Iván Marín.
Marín, médico infectólogo y microbiólogo, subraya que los efectos adversos de las vacunas existen, como ocurre con cualquier medicamento, pero son extraordinariamente raros y superados en magnitud y gravedad por los beneficios de la inmunización. Afirmaciones que vinculan las vacunas con trastornos como el autismo o las alergias alimentarias no tienen respaldo en las investigaciones científicas revisadas por pares. Tanto la OMS como los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) reiteran que estas creencias falsas generan daños indirectos, ya que minan la confianza en los programas de vacunación y reducen su cobertura.
El impacto positivo de la vacunación es comparable solo con el de los antibióticos en el descenso de la mortalidad por infecciones registrado a partir del siglo XX. La aplicación oportuna de vacunas desde la niñez permite desarrollar anticuerpos que, según Marín, a menudo confieren protección de por vida —o bien exigen refuerzos— y refuerzan la llamada inmunidad de rebaño, que precisa coberturas superiores al 80% para frenar la circulación de enfermedades.
La desinformación supone el mayor reto contemporáneo, según Jennifer Paola Bonilla, coordinadora del Programa Ampliado de Inmunizaciones (PAI) de Manizales, Colombia. Ella recuerda que el país provee gratuitamente vacunas de comprobada seguridad y eficacia, respaldadas por el Ministerio de Salud, la OMS y el CDC. Señala que la confianza social en el programa es vital, ejemplificando con la vacuna contra el Virus del Papiloma Humano (VPH), cuya efectividad para prevenir distintos cánceres genitales ha sido verificada a pesar del escepticismo surgido tras eventos no corroborados hace dos décadas.




El no vacunar implica exponer a niños y comunidades enteras a enfermedades prevenibles que pueden tener consecuencias graves o letales, como tosferina, meningitis, influenza y neumonías, las cuales han reaparecido recientemente en áreas con menor cobertura de inmunización. Esta situación contradice el progreso logrado y revive escenarios anteriores al desarrollo de las vacunas, periodo en el que más del 70% de quienes contraían esas infecciones fallecía, según registros históricos.
El PAI en Colombia mantiene un esquema completo que incluye más de 30 enfermedades y abarca desde la infancia hasta adultos mayores, facilitando el acceso universal e integrando el apoyo de distintas instituciones, como el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF). Comparaciones con otros países latinoamericanos revelan retos comunes, principalmente la persistencia de mitos, que obstaculizan el logro de la cobertura suficiente para erradicar enfermedades. No obstante, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) destaca que los países con mayores tasas de vacunación reportan menos hospitalizaciones y muertes, así como avances notables en la erradicación del sarampión y la poliomielitis.
En definitiva, la respuesta frente al avance de los movimientos antivacunas debe centrarse en fortalecer la educación basada en evidencia científica y en la promoción de programas de vacunación gratuitos, accesibles y seguros. La inmunización resulta, así, indispensable para evitar retrocesos en salud pública y proteger a quienes no tienen otra defensa frente a nuevas amenazas infecciosas.
¿Qué es la inmunidad de rebaño y por qué es importante? La inmunidad de rebaño es el efecto protector que surge cuando un porcentaje alto de la población se encuentra inmunizado frente a una enfermedad, ya sea por haber recibido la vacuna o por haber atravesado la infección de forma natural. Este fenómeno impide que el agente infeccioso circule ampliamente, reduciendo así el riesgo de brotes, en especial para quienes no pueden recibir vacunas debido a condiciones médicas. Alcanzar y mantener una cobertura de inmunización superior al 80% —como se menciona en los análisis citados— es clave para evitar el resurgimiento de enfermedades erradicadas o controladas, protegiendo a toda la sociedad.
¿Por qué persisten los mitos sobre las vacunas a pesar de la evidencia científica? Aunque la evidencia científica avala la seguridad y eficacia de las vacunas, los mitos continúan extendiéndose, en gran parte debido a la circulación de información errónea en redes sociales y algunos medios. Personas influyentes o grupos organizados difunden testimonios o casos no verificados, generando dudas entre las comunidades. Este fenómeno pone en riesgo la salud pública, pues alimenta la desconfianza hacia los programas oficiales, obstaculiza el alcance de la inmunidad de rebaño y puede causar reaparición de enfermedades prevenibles, tal como advierten expertos y organismos internacionales en los reportes consultados.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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