Son varios los factores que influyen en nuestro tipo de piel, tales como el lugar en el que vivimos, el color e incluso la carga genética.

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Pero también es poca la atención que solemos prestar a estas variables y aplicamos cualquier tipo de producto que nos ayude con la limpieza e hidratación.

¿Cómo cuidar la piel?

“Encontrar los productos adecuados a la necesidad de nuestra piel, facilita nuestra rutina de cuidado”, señala Diana Ibarra, gerente de Educación de Foreo para Latam, una marca sueca que desarrolla dispositivos para la protección y limpieza de la piel.

La experta explica que, a modo general, como un primer paso se debe limpiar la piel para no dejar residuos de suciedad o maquillaje.

 

En segunda instancia, mantener la hidratación. Esta debe ser por dentro y por fuera. Es decir, tomar agua preferiblemente y de manera regular, así como aplicar una crema o suero de tu preferencia que aporte antioxidantes a la piel.

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Y por último, y quizás de manera más importante, utilizar bloqueador solar cada tres horas, incluso estando dentro de casa, porque la luz azul emitida por las pantallas causa envejecimiento prematuro.

¿Cómo saber cuál es mi tipo de piel?

De acuerdo con el tipo de piel, lo ideal es enfocar las rutinas del cuidado de la misma. Los tipos de piel existen son:

  • Piel seca o piel sensible
  • Piel mixta
  • Piel grasa
  • Piel normal

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La compañía española biofarmacéutica Almirall destaca que hay cinco tipos de piel:

  1. normal
  2. seca
  3. grasa
  4. mixta (tiene propiedades de la grasa y de la seca)
  5. sensible.

Piel normal

“Presenta una textura regular, sin imperfecciones y un aspecto suave y limpio, sin necesidad de cuidados especiales”.

Piel sensible

Es más propensa a reaccionar a estímulos a los que la piel normal no reacciona. “Es una piel frágil que suele ir acompañada de sensaciones de incomodidad como calor, tirantez, enrojecimiento o picor. En estas pieles hay una pérdida de la función barrera (o protectora) de la piel, lo que facilita la entrada de microorganismos y sustancias irritantes, y aumenta la posibilidad de sufrir infecciones y reacciones alérgicas”.

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Son pieles delicadas que necesitan mayores cuidados para combatir la sequedad, la aspereza y el aspecto que habitualmente presenta. “A veces se habla de piel irritable en lugar de piel sensible, pero son términos sinónimos y no hay diferencias dermatológicas entre ambos”.

Piel seca

En muchos casos, la piel seca suele ser algo temporal, causada por factores externos como el clima, la baja humedad del aire y la inmersión en agua caliente.

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“No obstante, en algunas personas la piel seca puede darse con mayor frecuencia e incluso ser una afección de por vida. Aunque en general no suele ser grave, si no se cuida, puede provocar otros problemas cutáneos como eccemas o ser más propensa a sufrir infecciones, ya que la piel seca se puede agrietar quedando más expuesta a bacterias”, señala la biofarmacéutica.

Piel grasa u oleosa

Un cutis graso tiene una apariencia porosa, húmeda y brillante. “Se produce como resultado de un exceso de producción de grasa por las glándulas sebáceas. Suele estar determinado por causas genéticas y/o hormonales. Es frecuente en adolescentes y jóvenes menores de 30 años, y suele estar relacionada con la aparición de acné”.

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Piel mixta

Según la localización, tiene características de la piel seca y grasa, “ya que la distribución de las glándulas sebáceas y sudoríparas no es homogénea. La zona más grasa suele corresponder a la zona T (frente, nariz y barbilla), mientras que en las mejillas la piel es normal o seca”.