Oración para todos los días de la Novena

Benignísimo Dios de infinita caridad, que tanto amasteis a los hombres, que les dísteis en vuestro hijo la prenda de vuestro amor, para que hecho hombre en las entrañas de una Virgen naciese en un pesebre para nuestra salud y remedio; yo, en nombre de todos los mortales, os doy infinitas gracias por tan soberano beneficio. En retorno de él os ofrezco la pobreza, humildad y demás virtudes de vuestro hijo humanado, suplicándoos por sus divinos méritos, por las incomodidades en que nació y por las tiernas lágrimas que derramó en el pesebre, que dispongáis nuestros corazones con humildad profunda, con amor encendido, con tal desprecio de todo lo terreno, para que Jesús recién nacido tenga en ellos su cuna y more eternamente. Amén.

(Se reza tres veces Gloria al Padre).

(Vea también: Tips para hacer buñuelos ‘a la antigua’ y que no explotan, para sus novenas)

Consideración día segundo

El verbo eterno se halla a punto de tomar su naturaleza creada en la santa casa de Nazaret, en donde moraban María y José. Cuando la sombra del decreto divino vino a deslizarse sobre ella, María estaba sola y engolfada en la oración. Pasaba las silenciosas horas de la noche en la unión más estrecha con Dios; y mientras oraba, el verbo tomó posesión de su morada creada. Sin embargo, no llegó inopinadamente: antes de presentarse envió a un mensajero, que fue Arcángel San Gabriel para pedir a María de parte de Dios su consentimiento para la encarnación. El creador no quiso efectuar ese gran misterio sin la aquiescencia de su criatura.

Aquel momento fue muy solemne: era potestativo en María rehusar… Con qué adorables delicias, con qué inefable complacencia aguardaría la Santísima Trinidad a que María abriese los labios y pronunciase el “sí” que debió ser suave melodía para sus oídos, y con el cual se conformaba su profunda humildad a la omnipotente voluntad divina. La Virgen Inmaculada ha dado su asentimiento. El arcángel ha desaparecido. Dios se ha revestido de una naturaleza creada; la voluntad eterna está cumplida y la creación completa.

En las regiones del mundo angélico estalla el júbilo inmenso, pero la Virgen María ni le oía ni le hubiese prestado atención a él. Tenía inclinada la cabeza y su alma estaba sumida en el silencio que se asemejaba al de Dios. El verbo se había hecho carne, y aunque todavía invisible para el mundo, habitaba ya entre los hombres que su inmenso amor había venido a rescatar. No era ya solo el verbo eterno; era el Niño Jesús revestido de la apariencia humana, y justificando ya el elogio que de él han hecho todas las generaciones en llamarle el más hermoso de los hijos de los hombres.

Oración a la Virgen María

Soberana María que por vuestras grandes virtudes y especialmente por vuestra humildad, merecisteis que todo un Dios os escogiese por madre suya, os suplico que vos misma preparéis y dispongáis mi alma y la de todos los que en este tiempo hiciesen esta novena, para el nacimiento espiritual de vuestro adorado hijo. ¡Oh dulcísima madre!, comunicadme algo del profundo recogimiento y divina ternura con que lo aguardasteis vos, para que nos hagáis menos indignos de verle, amarle y adorarle por toda la eternidad. Amén.

(Se reza tres veces el Avemaría; algunos lo hacen nueve veces, como se ve en la Novena tradicional completa).

Oración a San José

¡Oh santísimo José, esposo de María y padre putativo de Jesús! Infinitas gracias doy a Dios porque os escogió para tan soberanos misterios y os adornó con todos los dones proporcionados a tan excelente grandeza. Os ruego, por el amor que tuvisteis al Divino Niño, me abracéis en fervoroso deseos de verle y recibirle sacramentalmente, mientras en su divina esencia le veo y le gozo en el cielo. Amén.

(Se reza un Padrenuestro, un Avemaría y un Gloria)

Gozos de la Novena de Navidad

Al finalizar cada uno de los siguientes gozos se canta: “Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas, ven no tardes tanto! ¡Ven no tardes tanto!” o “ven, ven, ven, ven a nuestras almas, Jesús, ven, ven, ven, ven; ven a nuestras almas Jesús, ven, ven a nuestras almas; ¡no tardes tanto, no tarde tanto, Jesús, ven, ven! ¡Ven, ven!”.

  1. Dulce Jesús mío, mi niño adorado, ¡ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  2. ¡Oh, Sapiencia suma, del Dios soberano, que a nivel de un niño, te hayas rebajado!  ¡Oh, Divino Niño, ven para enseñarnos, la prudencia que hace verdaderos sabios! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  3. ¡Oh, Adonai potente, que Moisés hablando, de Israel al pueblo diste los mandatos! ¡Ah, ven prontamente para rescatarnos, y que un niño débil muestre fuerte el brazo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  4. ¡Oh, raíz sagrada, de José que en lo alto, presentas al orbe, tu fragante nardo! Dulcísimo Niño que has sido llamado Lirio de los valles, Bella flor del campo. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  5. ¡Llave de David que abre al desterrado las cerradas puertas de regio palacio! ¡Sácanos. Oh, Niño, con tu blanca mano, de la cárcel triste que labró el pecado! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  6. ¡Oh, lumbre de Oriente, sol de eternos rayos, que entre las tinieblas, tu esplendor veamos! Niño tan precioso, dicha del cristiano, luzca la sonrisa de tus dulces labios. ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  7. ¡Espejo sin mancha, santo de los santos, sin igual imagen del Dios soberano! ¡Borra nuestras culpas, salva al desterrado y en forma de niño, da al mísero amparo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  8. ¡Rey de las naciones, Emmanuel preclaro. De Israel anhelo, Pastor del rebaño! ¡Niño que apacientas con suave cayado, ya la oveja arisca, ya el cordero manso! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  9. ¡Ábranse los cielos y llueva de lo alto, bienhechor rocío como riego santo! ¡Ven hermoso Niño, ven Dios humanado! ¡Luce, Dios estrella! ¡Brota, flor del campo! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  10. ¡Ven que ya María previene sus brazos, do su niño vean, en tiempo cercanos! ¡Ven que ya José, con anhelo sacro, se dispone a hacerse de tu amor sagrario! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  11. ¡Del débil auxilio, del doliente amparo, consuelo del triste, luz del desterrado! ¡Vida de mi vida, mi dueño adorado, mi constante amigo, mi divino hermano! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  12. ¡Ven ante mis ojos, de ti enamorados! ¡Bese ya tus plantas! ¡Bese ya tus manos! ¡Prosternado en tierra, te tiendo los brazos, y aún más que mis frases, te dice mi llanto: ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
  13. ¡Ven Salvador nuestro, por quien suspiramos! ¡Ven a nuestras almas! ¡Ven no tardes tanto!
Lee También

Oración al Niño Jesús

Acordaos, ¡oh dulcísimo Niño Jesús!, que dijisteis a la venerable Margarita del santísimo Sacramento, y en persona suya a todos vuestros devotos, estas palabras tan consoladoras para nuestra pobre humanidad agobiada y doliente: “Todo lo que quieras pedir, pídelo por los méritos de mi infancia y nada te será negado”. Llenos de confianza en vos, ¡oh Jesús!, que sois la misma verdad, venimos a exponeros toda nuestra miseria. Ayúdanos a llevar una vida santa, para conseguir una eternidad bienaventurada. Concédenos por los méritos infinitos de vuestra infancia, la gracia de la cual necesitamos tanto. Nos entregamos a vos, ¡oh Niño omnipotente!, seguros de que no que dará frustrada nuestra esperanza, y de que en virtud de vuestra divina promesa, acogeréis y despacharéis favorablemente nuestra súplica. Amén.

Villancicos para la Novena de Navidad día 2

Los peces en el río

La Virgen se está peinando
Entre cortina y cortina
Sus cabellos son de oro
Y el peine de plata fina

Pero mira cómo beben los peces en el río
Pero mira cómo beben por ver al Dios nacido
Beben y beben y vuelven a beber
Los peces en el río por ver a Dios nacer

La Virgen está lavando
Y tendiendo en el romero
Los angelitos cantando
Y el romero florecido

Pero mira cómo beben los peces en el río
Pero mira cómo beben por ver al Dios nacido
Beben y beben y vuelven a beber
Los peces en el río por ver a Dios nacer

La Virgen se está lavando
Con un poquito de jabón
Se le picaron las manos
Manos de mi corazón

Pero mira cómo beben los peces en el río
Pero mira cómo beben por ver al Dios nacido
Beben y beben y vuelven a beber
Los peces en el río por ver a Dios nacer

Campana sobre campana

Campana sobre campana
Y sobre campana una
Asómate a la ventana
Verás el niño en la cuna

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Recogido tu rebaño
¿A dónde vas, pastorcito?
Voy a llevar al portal
Requesón, manteca y vino

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Campana sobre campana
Y sobre campana dos
Asómate a la ventana
Porque está naciendo Dios

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Caminando a medianoche
¿Dónde caminas, pastor?
Le llevo al niño que nace
Como Dios mi corazón

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Campana sobre campana
Y sobre campana una
Asómate a la ventana
Veras al niño en la cuna

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

Recogido tu rebaño
¿A dónde vas, pastorcito?
Voy a llevar al portal
Requesón, manteca y vino

Belén, campanas de Belén
Que los ángeles tocan
¿Qué nuevas me traéis?

‘Tutaina’

Tutaina, tuturumá
Tutaina, tuturumaina
Tutaina, tuturumá, turumá
Tutaina, tuturumaina.

Los pastores de Belén
vienen a adorar al niño,
la Virgen y San José
los reciben con cariño.

Tutaina, tuturumá
Tutaina, tuturumaina
Tutaina, tuturumá, turumá
Tutaina, tuturumaina.

Tres reyes vienen también,
con incienso, mirra y oro,
a ofrendar a Dios su bien,
con el más grande tesoro.

Tutaina, tuturumá
Tutaina, tuturumaina
Tutaina, tuturumá, turumá
Tutaina, tuturumaina.

Vamos todos a cantar,
con amor y alegría,
porque acaba de llegar,
de los cielos el Mesías.

Tutaina, tuturumá
Tutaina, tuturumaina
Tutaina, tuturumá, turumá
Tutaina, tuturumaina