El Espectador es el periódico más antiguo del país, fundado el 22 de marzo de 1887 y, bajo la dirección de Fidel Cano, es considerado uno de los periódicos más serios y profesionales por su independencia, credibilidad y objetividad.
El saludo cumple una función central en la vida social de los animales, pues les permite comunicar intenciones y ajustar sus relaciones dentro de un grupo. Este comportamiento no solamente se observa entre individuos de la misma especie, sino también en las relaciones entre animales domésticos y las personas que los cuidan. El gato doméstico (Felis catus) representa un caso particular: aunque sus ancestros eran, por lo general, animales solitarios, los gatos actuales han aprendido a integrarse en entornos sociales flexibles. Hoy pueden convivir solos o en grupo, manteniendo la armonía siempre que existan suficientes recursos, como el alimento. Además, esta especie ha evolucionado para interpretar diversas señales humanas, ya sean gestuales o vocales. Como reflejan numerosas grabaciones compartidas en redes sociales, los gatos no solo observan la dirección de la mirada humana, sino también detalles como el parpadeo y el tono de voz.
Cuando un gato saluda a su cuidador, suele utilizar una combinación de señales; los científicos denominan a esto un saludo “multimodal”. La cola erguida es la más común, pero otros gestos como frotarse, tumbarse boca arriba, estirarse o vocalizar también pueden aparecer. Según datos recogidos por El Espectador, factores como la relación previa con el humano, la socialización temprana, edad, sexo, raza y hasta la cantidad de gatos en el hogar pueden influir sobre la manera individual de saludar. Por ejemplo, algunos gatos tienden a interactuar más con adultos, y hay una preferencia notable hacia las mujeres, quizás por cómo ellas suelen aproximarse e interactuar.
Un estudio reciente recopilado por El Espectador y publicado por la revista Ethology, buscó observar estos saludos en el ambiente real del hogar, justo al regreso del cuidador. Se pidió a 40 adultos turcos grabar la llegada a su casa y la reacción de sus gatos, con el objetivo de analizar qué comportamientos emergen espontáneamente y cómo se relacionan con variables del gato y del cuidador. El protocolo fue riguroso: los cuidadores debían activar la cámara antes de abrir la puerta, evitar interacciones no naturales y registrar cinco minutos completos de la escena. Los investigadores identificaron, entre otros, veintidós conductas diferentes, evaluando tanto su frecuencia como su duración. Para evitar confusiones, solo se consideró al primer gato en saludar cuando había varios en casa.
Los resultados arrojaron patrones claros. Por ejemplo, los gatos vocalizaron más cuando el cuidador era hombre, lo que puede relacionarse con diferencias de comunicación: estudios previos indican que las mujeres hablan más con sus gatos y responden rápidamente a sus señales, mientras que los hombres podrían requerir señales más marcadas y, por ende, recibir mayor cantidad de vocalizaciones. Los investigadores resaltaron la posible influencia del contexto cultural, dado que todos los participantes residían en Turquía, un país donde los roles de género pueden ser determinantes en el trato hacia los animales.
Otro hallazgo importante fue la identificación de dos grupos principales de comportamientos: el primero, coincidente con estudios previos, se compone de la cola erguida, acercamiento directo y frotamiento, típicos del reencuentro luego de una ausencia breve. El segundo grupo agrupa conductas de desplazamiento como bostezar, sacudirse, lamerse o rascarse, mecanismos con los que el gato libera tensión o regula la emoción del momento. Llama la atención que comportamientos vinculados a la alimentación, como acercarse al plato o comer durante el saludo, no se asociaron directamente con el saludo social; es decir, la motivación primaria en esos momentos es el contacto social y no el alimento. Vocalizar, en tanto, se configura como una conducta social independiente: no forma parte necesariamente de otros gestos y parece cumplir un rol específico por sí sola.
Los autores señalaron ciertas limitaciones: el tamaño reducido de la muestra, la falta de control sobre factores circunstanciales como el tiempo de ausencia del cuidador o el hambre, y la procedencia cultural homogénea. Así, subrayaron la necesidad de continuar investigando en distintos países y con grupos más diversos para comprender mejor la complejidad y el significado de los saludos felinos en el contexto doméstico.
¿Qué son los comportamientos de desplazamiento en los animales?
Los comportamientos de desplazamiento son conductas que los animales realizan en situaciones de conflicto emocional, cuando sienten tensión o excitación que no pueden canalizar inmediatamente en una acción directa. Según la investigación mencionada por El Espectador, ejemplos en los gatos incluyen bostezar, sacudirse, lamerse a sí mismos o rascarse después de un reencuentro. Estas acciones funcionan como mecanismos de autorregulación emocional frente a estímulos intensos, como la emoción de volver a ver a su cuidador.
Entender estos comportamientos resulta relevante porque ayudan a interpretar adecuadamente el lenguaje corporal animal y a fortalecer la relación entre las personas y sus mascotas. Al detectar señales de desplazamiento, los cuidadores pueden ajustar su interacción y ofrecer al animal mayor confianza y seguridad dentro del entorno doméstico. ¿Cómo podría la interpretación de estos gestos mejorar la convivencia entre humanos y gatos en el hogar?
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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