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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 12, 2025 - 2:32 pm
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En un pequeño rincón de Quimbaya, Quindío, el quehacer diario de don Cándido Antonio Ciro Cardona evidencia la firme resistencia de las tradiciones frente al avance de la modernización. La fabricación de barquillos, galletas delgadas y enrolladas con sabor nostálgico, ha sido el centro de su vida por casi cinco décadas. Esta labor, lejos de ser rutinaria, se presenta como un acto de memoria cultural en una época dominada por la estandarización alimentaria y la globalización, tal como reflejan análisis del Instituto Colombiano de Antropología e Historia (2023).

La trayectoria de don Cándido es el resultado de la transmisión espontánea de conocimientos, un aprendizaje ganado a través de la observación, el trato directo y la experimentación junto a antiguos vecinos antioqueños hace 47 años. Este traspaso oral y práctico de saberes confirma, según estudios etnográficos de la Universidad Nacional de Colombia, la importancia de formas de educación no formales en el mantenimiento de la gastronomía tradicional. El sentido del tacto, el aroma y la intuición son las herramientas principales de un oficio que se aleja de los manuales y se acerca a la experiencia viva.

El proceso diario comienza con el manejo de la humedad y el calor sobre una plancha de hierro. Más que un sustento personal, su trabajo activa la economía informal y fortalece los vínculos sociales en Quimbaya y Montenegro. La investigación realizada por el Observatorio de Cultura Popular Colombiana en 2023 recalca que las actividades artesanales, como la de don Cándido, facilitan la cohesión e identidad en comunidades donde la cultura local suele verse desplazada por la modernidad y la producción en serie.

Con tan solo agua, harina, azúcar y “mucho amor”, don Cándido prepara sus barquillos, infundiendo en cada unidad una carga simbólica que va más allá de lo alimenticio. Según la antropóloga Ana María Márquez, entrevistada para la Revista Saberes Gastronómicos (2024), estos ingredientes sencillos cobran profundidad cuando se reconoce en su elaboración la transmisión de valores, el esmero y la manifestación tangible de la identidad comunitaria.

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En términos más amplios, la continuidad de oficios como este se ve amenazada por la creciente influencia de la industria alimentaria y la homogeneización de las costumbres gastronómicas a nivel global. La persistencia de don Cándido ilustra, no obstante, un modelo alternativo: la elaboración artesanal garantiza alimentos con sentido y refuerza la relación directa entre productor y comunidad, aportando sostenibilidad y fortaleciendo la herencia local, como sugiere el análisis del Instituto Colombiano de Antropología e Historia.

Esta narrativa invita a reflexionar sobre el significado de gestos comunes y aparentemente sencillos como parte del patrimonio intangible colombiano. A diferencia del enfoque en grandes acontecimientos, investigaciones periodísticas como la recomendada por la Fundación Gabo en 2024 insisten en la necesidad de reconocer y defender las prácticas cotidianas que sostienen la diversidad cultural y consolidan la memoria de los pueblos.

De este modo, el oficio de don Cándido, al tiempo que endulza los días de habitantes de Quimbaya, sostiene una memoria viva y una tradición en peligro de desaparecer, recordando que lo cotidiano también merece la atención social y mediática.

¿Qué significa el término “patrimonio intangible” y por qué es relevante para oficios como el de don Cándido? El patrimonio intangible se refiere a los conocimientos, tradiciones, expresiones y técnicas transmitidas de generación en generación que conforman la identidad de una comunidad. Este concepto es vital para la comprensión de oficios artesanales como el de don Cándido porque destaca la importancia de las prácticas culturales que no dejan huella física pero que son esenciales para la cohesión social y la continuidad de saberes. Su reconocimiento implica proteger y preservar costumbres y oficios que, aunque a menudo considerados simples, aportan valor y sentido a la vida comunitaria y fortalecen la diversidad cultural.

¿Por qué la globalización representa un reto para los oficios tradicionales? La globalización, al favorecer procesos industriales y estandarizados, tiende a sustituir las prácticas locales, relegando oficios como el de barquillero a un segundo plano. Este fenómeno contribuye a la homogeneización de gustos, técnicas y productos, lo que reduce la riqueza y la variedad cultural. Para muchos expertos, como los citados por el Observatorio de Cultura Popular Colombiana, el reto principal es hallar formas de valorar e integrar la tradición frente al predominio de grandes marcas y cadenas, garantizando así la supervivencia de saberes y productos únicos que forman parte de la historia y el presente de los pueblos.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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