“¿Cómo puedo ser alérgica al agua cuando el cuerpo humano se compone en un 70 % de este líquido’”, se pregunta en su cuenta de Instagram la estadounidense Tessa Hansen-Smith, una joven de 22 años que sufre de esta alergia, que afecta a pocas personas en el mundo.

La joven dice que esta no es una enfermedad autoinmune:

“Es una condición realmente difícil, pues soy alérgica a mis propias lágrimas, saliva y sudor. Soy muy propensa al agotamiento por calor y tengo que evitar la actividad física. Incluso, tengo que ser transportada por el campus de mi universidad porque, o si no, llego a mi clase con fiebre, migraña y erupciones, lo que hace que sea muy difícil concentrarme”, dice la joven, citada por el diario británico Mirror.

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Uno de los hábitos que ha debido adoptar debido a su condición es bañarse solo dos veces al mes, pero es un tratamiento paliativo, pues es una enfermedad que no tiene cura.

Cuando Tessa bebe agua, por ejemplo, de inmediato se le parte la lengua, y si le cae agua en la piel, le salen ronchas, señala el medio.

La joven descubrió que sufría la enfermedad cuando tenía 8 años, justo después del baño, lo que llevó a su madre, que es médica, a pensar que era el champú el que le hacía daño.