Los cierres, que por ahora conciernen a un 4% de las escuelas de ese país, se concentran en el noroeste y medio oeste, mientras los distritos se enfrentan a profesores y estudiantes que han caído enfermos de COVID-19 e intentan frenar los contagios.

En Colombia, y más exactamente en Bogotá, el regreso a la presencialidad es un hecho e incluso ya tiene fecha, aunque se siguen escuchando voces que no se muestran convencidas al respecto.

Al igual que en Colombia, donde Fecode ha hecho advertencias al respecto, los sindicatos de maestros estadounidenses también han adoptado una actitud más precavida desde el inicio de la pandemia, lo cual los ha llevado a enfrentarse a las autoridades locales.

En Chicago, la tercera ciudad más grande de Estados Unidos, unos 340.000 estudiantes de escuelas públicas se han visto obligados a permanecer en sus casas en medio del desacuerdo entre el alcalde y el sindicato de maestros de Chicago, que demanda más pruebas e incrementar la vacunación.

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Steven Bosak, un consultor de innovación en Washington, dijo a la AFP que sus dos hijos en edad escolar -que van a la escuela más grande de la ciudad- se habían rezagado educacional y socialmente cuando debieron tomar clases a distancia.

El año pasado, su hijo de 17 años de edad “se sintió deprimido y socialmente aislado. Es un chico muy social y extraña a sus amigos“, anotó Bosak al añadir que no es una situación para repetir.

De acuerdo con las cifras recopiladas por el grupo de investigación Burbio, más de 4.500 escuelas se han pasado a las clases virtuales o han cerrado por al menos un día a la semana, de lejos, el nivel más alto de perturbación escolar en meses.

Sin embargo, el 96 % de las escuelas están abiertas, declaró esta semana a la prensa el coordinador del equipo de la Casa Blanca contra el COVID-19, Jeff Zients, agregando que sigue siendo una clara prioridad del presidente Joe Biden volver a la enseñanza presencial.

Ómicron, la variante más transmisible a menores de edad

La comunidad médica parece descartar que el regreso a clases presenciales sea tan peligroso como muchos creen. “Creo que el cierre de las escuelas en 2022 debe ser visto como una falla tras dos años de pandemia“, se quejó Amesh Adalja, un doctor en efermedades infecciosas que investiga las políticas de pandemia en el Centro de Seguridad Sanitaria en la universidad Johns Hopkins.

Incluso antes de las vacunas, la investigación mostraba que las escuelas no eran el mayor centro de propagación y podía mantenerse seguro con medidas de distanciamiento social, uso de mascarillas y ventilación, agregó.

Pero, por otro lado, la tasa de infección pediátrica con la variante ómicron no tiene precedentes, y si bien la gran mayoría de casos son leves, el alto número de contagios significa que las hospitalizaciones también están en su nivel más alto.

“No creo que nadie piense en defender los cierres masivos generalizados, más bien creo que va a ser una cuestión de cierres focalizados durante los picos de la ola”, explicó Dan Summers, un pediatra privado en Boston.

Mientras los niños están en menor riesgo, existe el peligro de que ellos transmitan el virus a personas vulnerables, en un momento en que las unidades de cuidados intensivos del país ya están sobrecargadas, agregó el médico padre de cuatro.