author
Escrito por:  Óskar Ortiz
Redactor     Dic 12, 2025 - 6:32 pm

En medio de diferentes seguimientos especializados, el del hábito de dejar siempre el último sorbo del café puede parecer una simple manía, pero tiene una explicación psicológica basada en cómo nuestro cerebro percibe los estímulos sensoriales al finalizar la bebida.

Muchas personas, aunque disfruten plenamente del café y no tengan menos sed ni rechazo al sabor, terminan dejando un pequeño resto en la taza sin darse cuenta de que hay un proceso inconsciente detrás de ese gesto.

Según explican especialistas como la farmacéutica divulgadora Elena Monje, este comportamiento no está ligado a una aversión real por la bebida, sino más bien a cambios sutiles en la textura, temperatura o presencia de sedimentos en el fondo de la taza que se hacen más notorios justo en el último sorbo.

@infarmarte Me pasa con más bebidas🥲 #farmaceutica #curiosidades #cafe #psicologia ♬ sonido original – inFARMArte

Lee También

El café filtrado tiende a acumular partículas finas o variaciones de densidad al final, y estos detalles, aunque casi imperceptibles, pueden alterar la sensación en boca de forma que el sistema nervioso los interpreta como inesperados o desfavorables.

Esa modificación sensorial activa circuitos cerebrales vinculados a la emoción de la aversión o el asco, una respuesta que, desde un punto de vista evolutivo, ayudó a nuestros antepasados a evitar sustancias potencialmente contaminadas o peligrosas.

Aunque el último sorbo de café normalmente no representa ningún riesgo para la salud, este mecanismo adaptativo sigue operando y puede hacer que el cerebro “decida” dejar ese trago final sin consumirlo.

Es importante destacar que dejar el último sorbo no implica la presencia de un trastorno ni una fobia, ni tampoco tiene relación con la falta de disfrute de la bebida.

Para muchas personas, este gesto simplemente representa un límite sensorial mínimo que prefieren no cruzar, mientras que para otras pasa completamente desapercibido. Cada individuo procesa los cambios en los estímulos de manera distinta, y este hábito es solo una manifestación de esa variabilidad en la percepción humana.

Así, dejar el último sorbo del café refleja más una respuesta automática e instintiva del cerebro ante pequeños cambios en la experiencia sensorial que una preferencia consciente o una aversión consciente hacia la bebida. Este fenómeno psicológico, aunque común, forma parte de la forma en que cada persona interpreta y reacciona ante los detalles mínimos de su entorno.

¿Qué procesos psicológicos influyen en la percepción del último trago?

Los procesos psicológicos que influyen en la percepción del último trago de café están profundamente conectados con cómo el cerebro interpreta los cambios sensoriales mínimos al final de la bebida.

Aunque muchas personas disfrutan cada sorbo, el último que queda en la taza suele presentar variaciones sutiles en textura, temperatura o la presencia de pequeños sedimentos que no se perciben de forma consciente pero que modifican la experiencia en boca.

Estas diferencias son suficientes para que el sistema nervioso central las detecte y las procese como estímulos inesperados o desagradables, desencadenando una reacción automática de rechazo.

Desde una perspectiva evolutiva, este tipo de respuesta está relacionado con un mecanismo emocional básico conocido como aversión al asco, el cual ha sido crucial para la supervivencia humana.

El asco funciona como una alerta para evitar sustancias potencialmente contaminadas o dañinas, activando circuitos cerebrales que interpretan ciertas señales sensoriales como riesgos a evitar.

Aunque en el caso del café no hay un peligro real, este circuito puede activarse frente a los cambios en la bebida al final de la taza, haciendo que muchas personas opten por dejar ese último sorbo sin beber.

Además de la aversión al asco, otro proceso psicológico que puede influir es la percepción sensorial integrada, en la cual el cerebro combina información de distintos sentidos (como gusto y tacto) para crear una experiencia global.

Cuando estos elementos cambian de manera imperceptible hacia el final de la bebida, la percepción puede interpretarlos como una señal que ya no encaja con la experiencia previa, llevando a una respuesta automática.

Esta reacción no implica un problema psicológico ni una decisión consciente; más bien es una respuesta automática e instintiva que refleja cómo nuestro sistema nervioso evalúa y responde a estímulos sensoriales complejos.

No beber el último sorbo puede ser solo una manifestación de cómo cada persona procesa sensaciones leves y diferencias que ocurren en el proceso de consumo, y no un indicativo de una patología o aversión real al café.

* Pulzo.com se escribe con Z

LO ÚLTIMO