Este tipo de alimentos está compuesto por muchas células: cada una de ellas contiene una membrana que separa el interior y son permeables, es decir, permiten que algunas sustancias pasen a través de ellas.
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El oxígeno es una de esas sustancias que pueden pasar a través de las membranas, además es muy reactivo a sustancias como el hierro (presente en la fruta) formando un compuesto llamado óxido de hierro; lo que hace que se dañen las células y la fruta se pueda deteriorar.
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1. Corta la fruta en trozos pequeños: cuanto más grande sea la superficie de la fruta, más rápido se oxidará.
2. Añade un poco de limón: el ácido cítrico actuará como un antioxidante natural, evitando así que la fruta se oxide.
3. Almacena la fruta en un recipiente hermético: de esta forma, se evitará que el oxígeno entre en contacto con la fruta.
4. Añade un poco de agua: la fruta se mantendrá hidratada y sin estar en exposición con el aire.
5. Enfría la fruta: el frío actuará como un antioxidante natural.
6. Cubre la fruta con azúcar: este ingrediente creará una especie de capa protectora.
7. Añade un poco de vinagre: simplemente añade un poco de vinagre en un recipiente y sumerge la fruta en él. Deja que se remoje durante unos minutos y luego sácala.
*Este artículo fue creado con ayuda de Robby Bienestar una inteligencia artificial que utiliza machine learning para producir texto similar al humano, y curado por un periodista de Pulzo.
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