En entrevista con BBC, Jessica (que sí es violinista de verdad) contó que ella y sus compañeros hacían la mímica de tocar sus instrumentos mientras sonaban unas pistas de CD; estas eran composiciones más o menos originales de su director, al que ella se refiere como ‘El compositor’.

Durante 4 años (entre 2002 y 2006), la violinista y sus colegas fingieron que tocaban en vivo; de esa manera, vendieron los CD que grababan con ‘El compositor’, y lograron viajar por todo Estados Unidos, así como a algunas ciudades en China, indicó la cadena de noticias.

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La mujer le contó a The Guardian que ‘El compositor’ quería que los miembros de su orquesta fingieran porque de esa forma sonarían “perfectos”. Jessica también le dijo al medio que si bien había músicos muy talentosos, incluso con doctorados de Juilliard —prestigiosa escuela de danza, música y teatro—, todos aceptaron simular la interpretación de sus instrumentos porque necesitaban dinero.

“Yo era la persona menos calificada del grupo”, confesó la violinista al diario británico.

Tanto BBC como The Guardian recordaron que usar pistas pregrabadas no es un delito y que, de hecho, artistas de talla mundial lo han hecho en diferentes presentaciones.

De acuerdo con ambos medios, el final de Jessica en la orquesta llegó cuando ella cayó en las drogas: las largas horas de trabajo y los innumerables viajes por carretera la hicieron adicta a la cocaína y a las anfetaminas; fue en ese momento (a sus 26 años) que ella decidió alejarse de ese mundo.