Entro a la sala del Concejo y está Julián Rodríguez, con una pose desinteresada mirando el celular. Le pregunto a Santiago Rincón, el jefe de prensa, si puedo acercarme a tomar una fotografía. Pasan 20 minutos y aparece a mi lado quien organiza la agenda del concejal. Le hace una seña. “¿Es ella?”, pregunta. Sonríe mientras levanta las cejas, me da la mano y se presenta. Mis barreras se derrumban. 

El Concejo de Bogotá está ubicado en la calle 36 con 28 en Teusaquillo, un barrio central de la ciudad. Es una plazoleta con piso de ladrillo, edificios bajos blancos y al menos 10 palmeras que se yerguen frente a las ventanas. A la entrada, el recibidor está conformado por un sofisticado equipo de seguridad que registra hasta el más mínimo detalle de los funcionarios y visitantes.

Julián David Rodríguez Sastoque tiene 25 años. Es menudo, pero no flacucho; mide al menos 170 centímetros. Hoy, su reloj, sus converse y su saco son de color verde, como su partido político. Van a juego con un blazer azul, camisa blanca y jeans. —Llevamos tres meses en campaña porque la política se hace en la calle— me dice, mientras camina con paso ágil hacia la biblioteca del recinto. Saluda a un par de personas, compañeros de trabajo, y me indica una escalera de madera en forma de espiral para que suba.

Desde sus inicios académicos, Julián está lleno de iniciativa. Katherine Ramírez, amiga y compañera de carrera del concejal, comenta que él creó un modelo de Naciones Unidas en la Facultad de Economía de la Universidad Nacional (ONUNAL) cuando solo existía la opción en la facultad de Derecho. Ahora, Rodríguez no impulsa modelos, sino proyectos de acuerdo como el de la aprobación de prácticas remuneradas para estudiantes de educación superior en Colombia—.

El proyecto, aprobado desde hace un año, garantiza que los pasantes universitarios reciban una remuneración de un salario mínimo legal vigente —cerrado en $1.000.000 para 2022 sin subsidio de transporte— más afiliación al sistema de salud.

Lee También

Su Core (corazón) es los jóvenes— me asegura Paola Fonseca, una economista que hace parte de su equipo de trabajo y de su grupo de amigos, mientras nos tomamos un café. —Tuvimos tres escuelas, una de formación política general, una de juntas de acción comunal, ahorita la escuela de liderazgo ambiental y el próximo semestre vamos a tener una escuela de formación en paz y derechos humanos—, confirma él. Es el antídoto para los jóvenes.

Santiago Vanegas, estudiante becado de Ciencia Política y consejero de juventud de la localidad de Usaquén, menciona, respecto al ejercicio de Rodríguez Sastoque: “Yo represento a la lista independiente de Empoderados (colectivo juvenil del concejal). Sí he trabajado con él”. Afirma que uno de los principales pilares que tiene Julián es que trabaja por los jóvenes y la gran mayoría de acuerdos y debates en el Concejo, lejos de quedarse en papel, propician las garantías y las oportunidades de las nuevas generaciones.

En vez del conflicto, prefiere la paz: “En 2016 […] en el proceso de paz con jóvenes, con Naciones Unidas y con otros aliados, me di cuenta de que teníamos que ser parte de la decisión”, explica con voz calmada, mientras me mira con aprecio y seguridad apoyado en una silla de cuero café. —Ese fue un año que marcó, para mí, mi vida, entre otros factores—, agrega Rodríguez.

Julián creció rodeado de los barrios 20 de Julio, Timiza, Villa de los Alpes y La Estrada, al sur de Bogotá, donde terminó su bachillerato académico. Donde descubrió que un día sería concejal. En ese lugar, según cuenta Stella Sastoque, su madre, revela otro aspecto que lo ha marcado: el divorcio de sus padres, que sucedió cuando Rodríguez tenía 9 años. “Eso le dio durísimo […] él ya veía que era el mayor de la casa […] y que tenía que responder con varias cosas”. Desde ahí empezó su responsabilidad, la misma que mantiene ahora enfocada hacia la sociedad. «Ser concejal implica hacer un trabajo juicioso, ir de frente con tus posiciones, asumirlas con absoluta contundencia», me dice el cabildante.

Julián trabaja con el partido político Alianza Verde. Todos los días tiene un plan distinto: volantear, visitar municipios y departamentos, apoyar a Cathy Juvinao — representante electa a la Cámara por Bogotá— o a su candidato a la Presidencia, asistir al Concejo, firmar proyectos de acuerdo, trabajar por la juventud porque “no hay lucha imposible” —según Carlos Amaya, para Rodríguez será algún día Presidente de la República.

Su voz es firme, pero suave y jovial. Enreda cada palabra como un espagueti en un tenedor para ofrecer un bocado final que no deja duda a quien le escucha de que, en efecto, sabe de lo que habla. José Iván Bula, quien fue su profesor de Economía en la Universidad Nacional de Colombia, entre 2014 y 2019, menciona que su ex alumno es bien intencionado en su ejercicio y tiene el bagaje teórico e instrumental para comprender las necesidades de Bogotá y del país.

No todos piensan igual. Óscar Sevillano, un columnista de opinión de El Espectador (diario colombiano), ha criticado a Sastoque por firmar e irse de las sesiones del Concejo antes de tiempo y por ‘andar despistado’ haciendo otras cosas que no hacen parte de la plenaria como asistir a un acto político de Carlos Amaya. Ante las críticas, me dice que no hay que dejarse derrumbar por ellas. “Entre más visibilidad tengas tú, más te van a tirar (o criticar)”.

Parece que cada día que pasa fuera más visible, porque, como su trabajo, las críticas van en aumento. El Plan de Ordenamiento Territorial, propuesto por la administración Distrital y apoyado por Rodríguez, ha puesto en jaque la tranquilidad de la bancada verde y detonado múltiples ataques discursivos contra él. Una de las discusiones finales para el proyecto que de 2022 a 2035, definirá para la Capital el plan de acción en materia de ambiente, servicios públicos y territorio generó en el recinto del Concejo un debate sin matices entre lo personal y lo político. 

En el programa radial Mañanas BLU, Diego Cancino, funcionario político de los ‘verdes’, alegó que la ley de bancadas (que demanda una votación unánime), propuesta por Rodríguez para esta decisión, es una restricción a la democracia, así se quiera demostrar lo contrario. Martín Rivera, Lucía Bastidas y Luis Carlos Leal secundaron la opinión de Cancino. Una acción anti todo para el ejercicio de Sastoque.

Las constantes críticas anónimas punzan la imagen del concejal más joven de Bogotá y dos amenazas, hasta el momento, en su contra son la cereza del postre de lo que para él es un sesgo político y agresivo. Le genera a uno mucha frustración que cuando alguien quiere hacer las cosas diferentes la solución es intimidar— pero su trabajo habla por él y, pese a la frustración, Ángela Escobar, la prima del Julián y una de las personas más cercanas a él, estará siempre cuando la necesite y “firme al pie del cañón”.

«El joven al que le gusta trabajar con otros jóvenes para cambiar este país», como se describe a él mismo, seguirá bailando, como indica su madre, al son que le toquen para hacer buena política, para llegar al Senado en 2026 y para “ser antídoto y no anti todo” de una sociedad en permanente cambio.

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.