Miguel o ÑKO, como lo conocen todas las personas ahora, siempre ha tenido el pelo largo y muy afro. De ahí nació su apodo, pues era muy parecido a un muñequito que tenía su familia y por eso lo empezaron a llamar muñeco. A los diez, dejó de ser así, ya que a su familia le empezó a dar pena llamarlo de esa manera, por eso lo acortaron a ÑKO.

Cuando se adentró al mundo del hiphop, decidió quedarse con ese apodo. Quería que su madre lo viera y dijera: “Ese es ÑKO, ese es mi hijo”.

—¿Por qué las rastas?

—Por mi hermana mayor—me dice ÑKO, con alegría y señalando a su hermana Sandra, que estaba acompañándolo. —Pues ella siempre ha escuchado reggae y fue la primera en tener las rastas. Antes de ser rapero mi primera propuesta musical fue de reggae.

ÑKO es el menor de 7 hermanos. Nació en un hogar de bajos recursos de la localidad de Bosa, en Bogotá. Fue criado solo por su madre, pues sus padres se separaron cuando él nació. “Hay veces voy y los ‘cojo de parche’ (o los molesto) y les digo que yo fui la causa de que se hubieran separado, no sé si fue verdad”. Miguel fue el único de sus hermanos que le tocó crecer con un padre ausente.

—¿Crees que te resguardaste en tus hermanos mayores por la falta de figura paterna que tuviste o no tanto?

—No, pa’, gracias a Dios soy muy independiente en ese sentido. A pesar de que quiero mucho a mi familia, de mis hermanos soy como el más separado—me dice—. Digamos hay veces paso días sin verlos y todo bien. Esto no significa que no haya sido cercano a sus hermanos, pues fue su hermano Jorge, quien le sigue al mayor y quien está ahora desconectado de las redes sociales y la tecnología, quien lo introdujo al mundo del hiphop. Cuando Miguel tenía 8 escuchó su primer grupo de rap, Los Nandez, con quien compartiría escenario años después, haciendo de esta presentación uno de sus mayores logros musicales. “Esto más que música es un estilo de vida. Usted no es rapero cuando escucha rap, usted es rapero si se levanta rapero, si trabaja rapero”. Fue lo que le dijo su hermano cuando lo sumergió en esta cultura. Desde ese momento, ÑKO se dio cuenta que era darlo todo o no. ÑKO lo dio todo.

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“Usted no es rapero por más que fume, tome y huela. Tampoco por vestir bonito y salir al público a pelar muela”, dice ÑKO en una de sus improvisaciones.

En el 2010 dejó el colegio por el rap. Su familia no creía en él. Empezó a rapear en buses, en las calles, para levantar un sustento. A veces no había otra opción. Si hubiera tenido los recursos, hubiera sido electricista, pero la vida misma lo fue empujando al hiphop. “Te tienes que mandar de cabeza. Coronas sí o sí”.

—¿Qué es el freestyle para usted? —le pregunté a Brayan Guerrero, el director de KO Federación de Freestyle.

—Es una rama del rap que se enfoca en el arte de la improvisación, se popularizó ahora en este tiempo, pero en el rap como género musical y estilo de vida, siempre existió el freestyle.

ÑKO, en el freestyle empezó en los tiempos más mágicos, pues había pocos raperos y los que estaban lo hacían por pasión. En su primera batalla de rap, en octubre de 2015, se fue vestido con una ruana que le regaló su abuela. Una camiseta azul manga corta y un gorro pesquero que cubría las rastas que lo caracterizan. Todos los demás asistentes vestían de ancho. Entre los participantes ya se conocían, ya sabían quién era quién. Nadie sabía quién era ÑKO. Llegó a rapear y ganó. La final fue contra Patrón MC, el duro, el que improvisa. Él no lo conocía y por eso no tenía miedo. Por eso campeonó. Al inicio la inscripción valía 2000 pesos. Había veces que la competencia se llenaba, iban 30 o 40 personas, pero el premio siempre era 10000 pesos. Se luchaba por el respeto, el reconocimiento.

—¿Cuál era la más grande pasión de Miguel? —le pregunté a Miguel Gómez, el mayor de sus hermanos.

—Siempre quiso ser reconocido. Siempre ha sido el centro de atracción. Siempre le ha gustado resaltar—me dice su hermano con la ternura con la que siempre habla al referirse a ÑKO.

Poco a poco Miguel fue logrando su pasión.

Después de su primera batalla el repertorio de victorias se alargó. A finales del mismo año participó en su primera Batalla De Maestros nacional (BDM), competencia que celebró con el primer lugar. En 2016, se estrenó en la BDM internacional, pero perdió en octavos. El año siguiente, campeonó en Sangre Inca Perú. En 2019, coleccionó su segundo triunfo en la BDM nacional. Participó en la K.O. Federación de Freestyle. Por último, el Bullying King, apodo que se le otorgó por su estilo de batalla, es uno de los participantes de la Freestyle Master Series (FMS), liga celebrada en otros países hispanohablantes y la más reconocida en la actualidad.

El éxito que está teniendo ÑKO en el freestyle es lo que lo motiva a seguir batallando, pues ha logrado todo lo nombrado anteriormente en muy pocos años. “Contra mí hay varios y ofendidos, porque he logrado en 3 años lo que ellos en 10 no han podido; están jodidos y más esos creídos que en esto llevan mucho tiempo, pero es tiempo perdido”.

Para ÑKO, el rap es una herramienta para difundir mensajes, cultura y hermandad, esta última es lo que más hace falta en el hiphop colombiano. La unión es lo que necesita esta cultura para poder ser más aceptada. Se necesita “que se crean que esto es una cobija que alcanza pa’ todos”. Es vital que todos los pertenecientes a esta gran cultura sientan como propias las iniciativas de los demás.

—A veces toca ser la escala para que otros suban—me dice ÑKO—. A mí se me está dando ahorita, pero apenas es el inicio del camino.

En la KO Federación de Freestyle, me cuenta Brayan que el ganador del torneo consigue 1000 dólares estadounidenses, así que, si un rapero gana hoy 3 o 4 millones por evento, las futuras generaciones se ganarán 10 o 15, gracias a como los artistas veteranos sirvieron de escalón. Pero no es solo un proceso por parte de los artistas, también del país. Sí hay apoyo, pero hace falta honestidad. El rapero se esfuerza, pero si no le pagan lo acordado, el rapero se desilusiona.

Los ingresos que un rapero gana en la actualidad colombiana dependen mucho en cómo está siendo su recibimiento, no se puede esperar ganar grandes cantidades de dinero si no se tienen los suficientes streams o escuchas. En relación con las presentaciones en vivo, desde el Idartes y específicamente desde su gerencia de música se le otorga actualmente un estímulo de 4.500.000 pesos colombianos a cada una de las propuestas distritales que se presenta en el festival Hip Hop al Parque por convocatoria en la categoría de MC y 2.000.000 de pesos colombianos en la categoría Dj.

—Le falta un crecimiento intelectual, capacitaciones sobre el arte del rap e inversión en los diferentes entes que se involucran en el movimiento del hiphop—me responde Brayan cuando le pregunté acerca de lo que le falta a Colombia para aceptar la cultura hiphop.

Según Idartes, 12 de las 20 localidades que constituyen la ciudad poseen un festival de hiphop constituido y de larga trayectoria como el Engatifest, de Engativá, o Cuando las calles hablan de Fontibón. A nivel distrital los espacios que ayudan a este sector son liderados por el Festival Hiphop al Parque, el cual festeja todos los pilares de la cultura, como el breaking, DJ, MC y el graffitti. A su vez, también están La Serenata Rap, evento que apoya al DJ y al MC, o Batalla BIVA, exclusivo para break dancers.

Miguel piensa en todo lo que le ha entregado al rap, no solo en términos económicos, también en esfuerzo, disciplina y decisiones. El rap de a pocos se lo está devolviendo, por fin está teniendo el valor que se merece. Aunque el dinero no es lo más importante para el Bullying King, lo son sus hijos Kenneth y Samaí y el arte. “Por mi familia, el rap y mi zona me hago romper hasta los huesos, ante esos que quieren ser leyendas de barrio, princesas en el escenario, leyendas de algo precario”.

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.