May 1, 2024 - 1:16 am

La música, con su capacidad única para influir en el desarrollo personal y enriquecer la cotidianidad, se posiciona como un elemento casi inherente a la vida.

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Gustavo Rincón Sánchez, licenciado en Pedagogía Musical de la Universidad Pedagógica de Colombia y docente en varias universidades, explica la intrincada conexión entre la enseñanza musical y los procesos neuronales.

Rincón destaca cómo la música no solo es determinante para la formación de los jóvenes, sino esencial para su desarrollo personal en un mundo moderno cada vez más complejo. También, se refiere a cómo, sin necesidad de estudiar música como carrera, es posible alcanzar una formación musical satisfactoria a través de la creación de espacios óptimos para el desarrollo de clases de música extracurriculares.

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¿Cómo la pedagogía musical influye en el desarrollo personal?

A través de la enseñanza en música, sin duda va a haber un favorecimiento y va a fortalecer muchos elementos formativos: mejora la memoria, la atención y la concentración. A mí me parece que el desarrollo de muchas actitudes del ser humano, incluyendo por supuesto las habilidades motoras, sociales y, en un elemento mucho más grande, la creatividad y el desarrollo de las emociones, las artes hacen efecto al interior del ser humano.

Dado que el ‘streaming’ copa el 75 % de la industria musical, ¿qué tanta influencia tiene la música sobre los niños y jóvenes?

Los procesos de comunicación, los procesos de aprendizaje y todo lo que los jóvenes están absorbiendo, lo hacen 24/7, a toda hora, porque la red y porque el sistema de transmisión de datos está encendido siempre. Me parece excelente desde la parte artística que todo el contexto de ‘streaming’, de internet, que está permanentemente allí disponible para todos, le permite a la persona desarrollar y favorecer, por ejemplo, sus proyectos musicales para que no dependan de una industria en específico, sino que puedan desarrollarse de manera individual.

Creo que dependiendo de cómo se utiliza, este mecanismo así va a ser el resultado que se dé, y me parece que también es importantísimo que esos espacios, sobre todo si son con chicos menores, estén acompañados desde un proceso educativo en casa, para que, ya en la medida en que se va generando una madurez, ya van tomando la decisión de qué información consumir y cómo filtrarla.

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Desde la primera infancia hasta mediados de primaria (8 – 10 años), la música y el arte son las actividades que más potencian la plasticidad neuronal; sin embargo, ¿cuál es la importancia de darles continuidad a esos procesos durante la adolescencia e, incluso, la adultez?

De acuerdo con la afinidad artística, todo eso es fundamental cuando estamos hablando de formación. Cuando hablamos de procesos desde los niños, y en adelante, toda la plasticidad neuronal es un trabajo gigantesco en el que se innova sobre esa capacidad que va a tener el niño que hace un trabajo artístico para recuperar y reestructurar su cerebro a través del arte para, así, adaptarse a las situaciones que se van apareciendo, que no son necesariamente las artísticas, sino que la música le permite crear un mejor estímulo–respuesta a través de ella.

Pero hay que darle más importancia a la continuidad. Por ejemplo, no estoy de acuerdo con la frase “si tocas un instrumento no se te olvida nunca”, porque, digamos, si tú cantas y en algún punto dejas ese proceso continuo de ejercitar tu físico desde lo vocal, no es que se te vaya a olvidar cantar, pero el desempeño no va a ser el mismo. Ese es el punto con las artes: que son procesos, y específicamente en la música, el proceso es de ir avanzando y tomando escalón por escalón. Es cuestión de ir superando la dificultad, pero una vez tú las superas y dejas de seguirle trabajando, vuelves a bajar los escalones que habías ascendido previamente, sin que se te olvide cantar. No se te olvidará tomar un instrumento musical y sacar algún tipo de sonoridad de él, pero simplemente vas a notar que no va a tener el mismo desempeño que tenías cuando hacías una práctica continua.

Un estudio de la Asociación Nacional para la Educación Musical encontró que los estudiantes que participan en la educación musical obtienen puntajes más altos en las pruebas estandarizadas que aquellos que no lo hacen; pero, por otro lado, según un estudio de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid, la música también puede ser un factor de influencia en la hiperactividad y la violencia. ¿Cómo se logra un equilibrio desde la formación musical?

Yo siento que la violencia en el arte se liga mucho a la forma en que la persona ha sido formada. Para mí, eso ha sido fundamental y lo he podido ver durante muchos años; es decir, a mí me cuesta creer que alguien que es formado en casa con unos criterios, unos valores y unas habilidades específicas de un momento a otro, al entrar a la red y observar cierta música que tenga un lenguaje violento, se vuelvan violentos, y tampoco lo he presenciado en años de trabajo y experiencia musical.

Entonces, dos factores de mucha influencia para obtener esta formación musical satisfactoria serían, obviamente, una formación desde casa, pero también entender que la música va ligada a las etapas de las personas como, por ejemplo, son diferentes las manifestaciones o la influencia que va a tener la música en un adolescente a las que va a tener en una persona adulta o en un niño pequeño.

¿Cuál es la importancia de fomentar espacios óptimos para desarrollar las clases de música extracurriculares?

Si no se está en un ambiente formativo profesional en música, la importancia yo la divido siempre en cuatro puntos del trabajo en el aspecto musical, pues más allá de qué tan profesional se quiera llegar a ser, es algo que siempre ha funcionado:

Primero, es qué información tú tienes para empezar a trabajar en estos procesos, es decir, la información con la que vas a iniciar tu trabajo y tu acercamiento a la música. Allí aparece la interrelación, que es otra parte fundamental y debe optimizarse siempre, porque de eso dependen los buenos resultados. Eso está entre el trabajo del docente o de quien dirige el espacio con el estudiante, y entre estudiantes y todo el grupo, siendo la interacción fundamental allí, ya que son los espacios que se van ganando y que pueden optimizar un buen resultado.

La otra parte es la producción de ese trabajo porque finalmente tú dices “bueno, sí, estoy haciendo un par de cosas, pero ¿en qué me está resultando esto?” Entonces, es como la elaboración de ese producto, de ese aprendizaje, que debe realizar el grupo o el alumno en este caso, y que va a dar un resultado tangible.

La última parte, que es clave en estos procesos, lógicamente va a ser la puesta en escena o la exhibición, que es donde se van a satisfacer o, de pronto, se van a encontrar los puntos para apretar o arreglar dentro de todos estos cuatro ambientes. Es la etapa cuando tú vas a mostrar y a dar a conocer el producto resultante a las personas.

A pesar de que existe un plan de formación musical desde grados iniciales en los colegios, ¿hasta qué punto existe un seguimiento de esta formación en otras etapas del proceso educativo en general de un estudiante?

Nunca, pero nunca, ha habido un seguimiento. Quienes hemos estado en la enseñanza musical por años, sabemos que están en los currículums, sabemos que hay que enseñar música, así como hay que enseñar diversas materias.

Es más, por ejemplo, en inglés, tú pudiste haber visto 11 años de inglés, pero salen los estudiantes, ¡y en realidad no saben inglés! No sé, tal vez las canciones que enseñaban y algunas palabras, sí, pero se vieron 11 años, ¿cómo es que no saben hablar inglés en 11 años? Pues, bueno, con la música es aún peor, porque imagínate, están queriendo colocar en la bolsa del arte a todo el mundo cuando, tampoco es tan así, porque hay niños que no tienen esas habilidades para la música; son más deportistas o son más de otras líneas de trabajo profesional. Entonces, el seguimiento consiste en que pongamos un docente, porque debe haber por ley un docente en música en un colegio, pero muchas veces termina siendo una persona que no tiene los recursos. Y los pequeños procesos de proyectos salen por los chicos inquietos o talentosos y lo que pueda tratar de hacer el profesor durante ese proceso, pero no tiene un seguimiento después.

¿Hasta qué punto el sistema de formación musical actual, aquel que funciona desde las instituciones educativas, es efectivo y significativo en los procesos individuales de los estudiantes?

La formación musical es algo que va a continuar, porque siempre habrá inquietos en el área de artes, y esos inquietos siempre van a generar la posibilidad de avanzar de manera empírica o autodidacta en la parte musical o artística y, si el docente lo detecta, que la mayoría de las veces pasa, el docente mismo quiere hacer un proyecto y un proceso con ellos. Lo que pasa es que ni el tiempo ni los recursos le darán, porque son muchos los estudiantes que tienen que cuidar y son pocos los que quieren dar un puntito más para desarrollar el proceso. Pero siempre se va a dar.

O sea, afortunadamente, eso es lo rescatable del asunto. Siempre aparecerán, siempre habrá chicos que lo deseen desde muy chiquitines, que van a desear hacer ese acercamiento a las artes y, afortunadamente, siempre llegará un docente que pueda hacer algún tipo de acercamiento y de avance con esos chicos, pero sí va a quedarse en ese seguimiento nulo que no va a pasar de una parte a la otra con un seguimiento claro. Se puede confiar en el docente, mas no en el sistema.

Por:  María Alejandra Moreno Flórez

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.