Jul 6, 2023 - 6:27 pm

Su historia, que lo llena de orgullo, es el reflejo del sueño de muchos profesionales contemporáneos: abandonar las estructuras que los atan y comenzar un proyecto con el cual se sientan plenos.

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Son las 10 de la mañana y, como ya es costumbre, un fuerte ronroneo resalta sobre todos los demás sonidos en el sector de Río Frío occidental, en el municipio de Tabio, Cundinamarca. Lo más curioso es que esos ronroneos se multiplican como conejos y dejan marcas a su paso, aunque su origen no provenga de algún animal.

El sol tan característico durante el inicio de año en esta zona se refleja en una casa estilo cabaña, con unos ventanales inmensos que le brindan un aire tanto moderno como rústico. Entro en el lote y la marca que venía siguiendo durante el camino termina en el patio del lugar, mientras que el ronroneo se vuelve cada vez más fuerte. Llego a un taller cubierto, al aire libre, ubicado al costado izquierdo de la casa que, a primera vista, es muy difícil de divisar.

En el taller está Rubén Gallego, organizando diferentes tipos de herramientas, llaves y productos encima de una mesa circular de madera para arreglar la fuente de esos sonidos: una motocicleta Ducati roja, con una pintoresca imagen de un gorila sonriente con casco manejando una moto, la cual cubre gran parte del costado izquierdo del vehículo. Sé que Rubén tiene 45 años, pero si no lo supiera seguramente habría apostado que tiene 30. No solo por su atuendo informal, compuesto por una camiseta roja con el logo de Ducati, un pantalón ‘baggy’ estilo militar y una gorra negra, sino también por su personalidad jovial, que le da un toque juvenil.

“Todavía no puedo dimensionar la cantidad de hermosos lugares que he visitado. Soy muy privilegiado”, dice Gallego mientras observa con detenimiento un top case (baúl), ubicado en la parte trasera de su moto, el cual perfectamente podría ser un mapa turístico, repleto de ‘stickers’ con algunos de los destinos más increíbles y hermosos de Colombia como el nevado del Cocuy, el desierto de la Tatacoa o el cabo de La Vela. Unos temas de Marc Anthony van, otros de Diomedes Díaz vienen, y los clics de las llaves inglesas resuenan al compás del tarareo del ingeniero, quien continúa calibrando a su compañera de dos ruedas con precisión y esfuerzo para que esta sea capaz de acompañarlo en sus traicioneras travesías.

Su coordinación, concentración y capacidad para continuar con sus revisiones mientras me habla de su vida, con el agregado del ambiente de compadres que él transmite, me deja asombrado.

“Mi vida se parece mucho a la de Mr. Increíble. Pasé de estar detrás de un computador en una oficina, a disfrutar mi sueño que es vivir en dos ruedas. Pero, ahora que me doy cuenta, he tenido dos vidas sobre ruedas, pero ninguna se parece a la otra”.

Esa última frase ha dejado confundido a más de uno, y parece ser que el ingeniero también es un pescador increíble, porque esos apuntes son como carnada para los lectores que desean acercarse para descubrir a dónde los lleva. Gallego es consciente de esa sensación. Es un libro abierto, disponible para que cualquiera conozca su contenido sin ningún problema.

“A lo largo de mi vida profesional he trabajado en grandes multinacionales como MetLife, HSBC, HayGroup o Brink’s. En la gran mayoría me desempeñé en áreas de compensación, nómina y recursos humanos, pero siempre alterné con distintos emprendimientos que me permitieran estar en contacto con motos”, cuenta Gallego. El dinero suele ser la cadena que ata a las personas a la tierra y muchas veces no las deja volar alto para acercarse a sus sueños, pero cuando las cadenas se forjan de la crítica, la derrota o la escasez, es el momento para desgastarlas y romperlas empleando la berraquera, tan característica de los colombianos.

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Desde los 28 años, y con su primera moto, nació en Gallego esa pasión por conocer Colombia en dos ruedas, y los superpaseos, así les dice él, a municipios como La Calera, Melgar o Silvania le permitieron divisar cuanta belleza fuera posible. Este emprendedor no se reserva nada, y parece que el destino quería ponerlo a prueba de maneras para que demostrara si era lo suficientemente fuerte.

“Hace más o menos 10 años me caí de mi moto a 160 kilómetros por hora, lo que me dejó fracturas en ambas piernas, algunas abiertas, y con una recuperación muy dura por delante”. La fractura del calcáneo (es el hueso que conforma el talón del pie), según él, es uno de los dolores más impresionantes y que llega a compararse con el parto de la mujer. Entre las complicaciones de salud y el desconcierto del paciente por su condición siempre está la confianza en la medicina, pero para este guerrero fue muy difícil confiar en los procesos.

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Pasados tres meses desde el accidente, los médicos se sorprendieron al ver que no había sanado ni un poco, como si se hubiera congelado el tiempo. Para cualquier persona, recibir una noticia de tal calibre es como un disparo a la cabeza: fulminante. Su personalidad alegre y positiva, a simple vista, no le permite transmitir la tensión y estrés que la narración de este hecho seguramente amerita, no porque no fuera una situación difícil, sino porque nunca se dio por vencido.

“Durante mi incapacidad, el gerente de la empresa me quiso hacer un regalo, y me envió a ver a un psicólogo de la empresa especializado en crisis”. Las terapias empezaron con una pizca de prejuicio, porque es usual escuchar que esas terapias son una pérdida de tiempo, y lo más seguro es que las personas que opinan eso ni siquiera se dieron la oportunidad de experimentar el proceso.

“El psicólogo me decía que yo no había quedado con ningún trauma, pero que si yo decidía dejar las motos no me iba a levantar de la silla de ruedas”, cuenta Gallego. Uno de sus amigos había fallecido tras un accidente mientras manejaba moto y estaba decidido a vender todo lo que estuviera relacionado con el “ataúd con ruedas”, expresión de su familia para referirse a las motos. Los dolores fueron erradicados con el apoyo de sus compadres moteros y empezó una terapia inusual, en la que el ingrediente secreto era la imaginación. La terapia consistía en que Gallego se subiera en la moto, con ayuda de sus amigos, la encendiera e imaginara que estaba viajando, y sus resultados rompieron los pronósticos. Diana Rocío Alarcón, fisioterapeuta especializada en manejo deportivo, es testigo de ello.

“Él tuvo dos accidentes, los cuales le produjeron lesiones de larga duración en sus piernas, y tuve el placer de poder apoyarlo en su proceso de recuperación. En este viaje me asombró su resiliencia y perseverancia para afrontar cualquier dificultad”, afirma Alarcón. Los leves suspiros de Alarcón para retomar el hilo conductor de su relato y el brillo en sus ojos cafés, llenos de recuerdos, son aspectos que permiten resumir un largo viaje que, a fin de cuentas, valió la pena recorrer.

“Actualmente continúo apoyándolo, en trabajo recuperatorio posviaje. Suele presentar mucha fatiga muscular, especialmente en los brazos y en las manos, debido a los terrenos difíciles por los cuales debe transitar en sus viajes. Lo que más satisfacción me da es que pude ayudarlo, en mayor o menor medida, a retomar su vida y su pasión”, añade Alarcón.

Una recuperación prevista para 18 meses se logró en 6, demostrando una vez más que el destino nunca está escrito.

“El psicólogo me preguntaba que ahora que iba hacer con mi pasión, luego de haberme recuperado, y dentro de la lluvia de ideas en mi cabeza surgió la opción de crear un canal de YouTube para documentar mis viajes, porque yo visitaba muchos lugares hermosos en Colombia y me parecía increíble que muchas personas no los conocieran”, explica Gallego. Gorilon Pictures fue tan solo el inicio de su camino, el cual lo llevaría a entender la razón por la cual el país es el segundo país más biodiverso del mundo.

Y los reconocimientos no se hicieron esperar, porque los buenos trabajos son como el metal, y entre más puros son, más probable es que el imán de los premios nacionales de periodismo digital acabe atrayéndolos hacia las nominaciones.

Una de las claves para el éxito en la era digital en la que estamos es la interacción con las personas. “En 2016, mucha gente que visualizaba mis videos me escribía que los destinos son hermosos, pero les daba miedo ir solos, y me preguntaban que por qué yo no los acompañaba”, dice Gallego, mientras se toma un jugo de naranja para calmar un poco el calor que hace en Tabio durante enero.

“Un día, mientras revisaba los chats de BMW, encontré que había empresas que promocionaban viajes en moto, y me di cuenta de que lo que yo había hecho desde hace 15 años gratis, sin ánimo de sonar materialista, muchas empresas lo cobraban, y desde ahí empecé a armar esta idea”, comenta Gallego.

“Después de meditarlo bastante, tomé la decisión de renunciar a mi trabajo hace 6 años, tras una carrera de más de 20 años detrás de una oficina, y decidí crear mi emprendimiento llamado Gorilon Travels, agencia de viajes, aprovechando el reconocimiento que ya tenía Gorilon Pictures, mi canal de YouTube”.

Para ser exitoso con un nuevo emprendimiento hace falta paciencia, perseverancia y aceptación, ya que lo más probable es que, al principio, no todo salga como se planea. “No fue fácil, porque la gente estaba acostumbrada a hacer los paseos y/o excursiones en moto prácticamente gratis, y es un segmento mucho más pequeño de gente que quiere experiencias bien organizadas, pero cuando fuimos tecnificando nuestros paquetes se convirtió en una orquesta a la cual los clientes que llegaban no podían faltar”, comenta Gallego.

“No tuvimos que esperar mucho para que el negocio empezara a conseguir estabilidad económica, porque los clientes que quedaban satisfechos se encargaban de difundir en redes su experiencia para que más personas se animen a vivir aventuras con nosotros”, señala Gallego con un tono entusiasta y alegre. En el futuro, no muy cercano, Gorilon Travels empezará a realizar nuevas rutas.

“En este momento nos encontramos realizando planeación para los paquetes hacia Ecuador, Perú y Venezuela, y nuestros clientes están muy emocionados porque se dan cuenta de que les brindamos las posibilidades de gozar de experiencias totalmente diferentes en nuestros paquetes”, concluye Gallego, con una sonrisa acompañada de una lágrima que se posa y se escurre a lo largo de su cara, con la lentitud suficiente para hacerlo reír y dimensionar que, después de todo lo que ha experimentado, fue capaz de arriesgarse a construir su emprendimiento y demostrarnos que los sueños perseverantes también pueden pagar las cuentas. Aunque nunca buscó aprovechar su difícil historia, es motivo de orgullo para que su hija, Laura Camila Gallego del Pablos, también luche por sus sueños.

“Ha sido muy impactante para mí la historia de mi papá, y más aún cuando asimilo que lo pude haber perdido en cualquier momento. Mi papá es un gran perseguidor de sueños y un ejemplo para mí. Es alguien muy valiente porque, a pesar de tener un sinnúmero de dificultades, tanto en sus procesos de recuperación como en la creación de su empresa, nunca se dio por vencido y siempre luchó para salir adelante”, explica Laura Camila con una voz temblorosa con la que contiene una avalancha de sentimientos que se le vienen encima cuando nos habla de esta situación tan delicada y personal.

La vida lograda es un concepto de plenitud, como una clase de logro o cierre, en el cual las personas sienten que han alcanzado sus anhelos y/o propósitos. Esto no es tan satisfactorio si no se le da oportunidad al futuro y al destino de sorprendernos. Gallego prefiere llamarlo “sazonar la vida”, acompañado de una sonrisa amplia que se contagia, recordándonos que los momentos más especiales son aquellos en los que nos quedamos sin aliento, y si aprendemos a combinar la perseverancia, la resiliencia y la calidad humana, cualquiera puede volverse invencible.

Por: Juan Camilo Torres Alarcón.

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.