Apagar incendios es la labor por la que se reconoce a los bomberos, pero no la única. También están presentes en rescates, evacuaciones, accidentes, retirando implementos peligrosos, certificando y formando según la ley lo exija, entre muchas otras funciones que practican a diario. ¿Cómo se llega a esta profesión que es, para muchos, un riesgo, y sobre todo una pasión?

Usualmente, empiezan como voluntarios. Es el caso de Hans Schlegel Dawley, un colombiano con ascendencia alemana, por parte de su padre, y francesa e inglesa, por parte de su madre. Él ha dedicado su vida al servicio de diferentes instituciones y es director de la Escuela de Formación de Brigadas de Emergencias de La Calera, Cundinamarca, además de fundador y capitán de la base de bomberos del municipio. 

Donde inició su formación

Desde los seis años, Schlegel hizo parte de los Scout de Barranquilla. El escultismo, del inglés ‘scouting’, es un movimiento internacional que permite a niños, niñas y jóvenes descubrir el mundo, aprender y ayudar a otros en espacios abiertos a través de actividades formativas. Está dividido por edades y por grupos: manada, tropa, comunidad y clan. Siendo parte de la manada como un lobato, como se les llama a los niños entre los 6 y 10 años, Schlegel y sus compañeros hicieron una travesía a Minca, cerca de Santa Marta, en la que debían caminar hasta unas antenas de comunicaciones que estaban en la cima de la montaña. Muchos lobatos, por ser pequeños, no lograron llegar. En cambio, Schlegel, junto a los niños de los otros grupos más grandes que él, sí pudo. Lo felicitaron y le prometieron que la recompensa de su esfuerzo por haber llegado a la meta era pasar a la tropa, en la que están los niños entre 10 y 15 años. Él tenía siete años.

 Tiempo después crearon el Servicio de Emergencia Scouts. El 6 de noviembre de 1978, en el derrumbe de la torre del hotel El Prado en Barranquilla, llegaron a ayudar, pero el comandante de bomberos, a pesar de motivarlos, les dijo que solo tenían permitido atender a la comunidad, pasarles el agua, las camillas y los implementos de ayuda. Schlegel dijo que ellos querían trabajar. Ante la insistencia, como los bomberos en ese entonces eran voluntarios y tenían el mismo color de uniforme que el de los scouts, el comandante les pidió que se quitaran las insignias de scout y que participaran del rescate como aspirantes con conocimiento. 

“Esto fue lo que me motivó a quedarme. Ese día supe que a esto dedicaría mi vida”, recuerda Schlegel.  

A sus 17 años se mudó a Bogotá y su madre fundó la Defensa Civil del barrio La Soledad, en compañía del general de la Defensa Civil de ese momento. Y así es como inició su recorrido, siendo el representante del voluntariado nacional.  

Durante su estancia en la Defensa Civil, Schlegel creó un grupo de rescate vehicular llamado Cebra, con el que atendían pacientes en accidentes vehiculares. “Por cosas del destino, yo soy radioaficionado, y estando en una reunión de la Liga de Radioaficionados de Colombia, conocí a un médico traumatólogo que no ejercía en calle como quería y lo invité a que fuera parte del grupo y nos enseñó muchísimo”, cuenta. 

Según las Guías Básicas de Atención Médica Prehospitalaria del Ministerio de Salud y Protección Social, la atención prehospitalaria comprende el conjunto de acciones de salvamento, atención médica y rescate que se le brindan a un paciente urgente en el mismo lugar de ocurrencia del hecho o durante su transporte hacia un centro asistencial o cuando es remitido de un centro asistencial a otro. Eso era lo que el grupo Cebra quería que la ciudad tuviera en cuenta. Sin embargo, cuando la Secretaría de Salud creó la atención prehospitalaria (APH), la atención de Cebra disminuyó porque los pacientes eran destinados al organismo oficial. Cebra estuvo vigente durante doce años, cada viernes y fines de semana, ayudando y atendiendo gratuitamente los accidentes. 

Gracias a la trayectoria de Cebra, Schlegel fue invitado a integrar el grupo de rescate áereo, lo que hoy se conoce como Unidad Administrativa Especial de Aeronáutica Civil (UAEAC, en el que atendió varios accidentes de la época. Luego llegó al Cuerpo Oficial de Bomberos de Bogotá, donde fue clave para su vinculación toda su experiencia en atención prehospitalaria y, por supuesto, su pasión. 

“Soy un médico frustrado, alcancé a estudiar un semestre. Ejercía la Medicina en forma práctica como socorrista y soy tecnólogo en Salud ocupacional, auxiliar de Enfermería y técnico en Atención prehospitalaria”, explica.  

Bomberos La Calera  

En 2002, uno de sus compañeros voluntarios de Bomberos Bogotá trabajaba en una fotocopiadora de la Gobernación de Cundinamarca. Él conocía a la esposa del alcalde de ese periodo en La Calera, Juan de Jesús Sánchez, y ella le comentó en una capacitación que su esposo estaba interesado en crear un cuerpo de bomberos. Motivado, Schlegel fue hasta la Alcaldía y después de varias conversaciones, propuestas y evaluación de necesidades para el sector les dieron el aval para formar al grupo. 

Para empezar, les pedían tres bomberos con experiencia, requisito que fue aprobado rápidamente: Schlegel fue elegido como teniente y estuvo acompañado de dos bomberos profesionales que conocía de antes. Lo que retrasó su inicio fue la destitución del alcalde, por lo que solo pudieron oficializar la creación de la organización el 21 de julio del 2003, un año después de tener el aval, coincidiendo con el cumpleaños de Schlegel. 

En el momento no tenían un espacio donde reunirse, ni tampoco los implementos adecuados, algo que, por más obstáculo que pareciera, no les impidió estar dispuestos a responder emergencias. El primer incendio grande que atendieron fue en un conjunto residencial de casas lujosas en la Vereda el Verjón de Teusacá. Tampoco tenían los equipos que necesitaban, pero de la base de Sopó les ayudaron, desde Villavicencio les enviaron un carrotanque y desde Bogotá, una máquina de bomberos. La comunidad aportó la logística de alimentación para los voluntarios y entre vecinos compraron una motobomba. “Así lo hicimos. Con equipos prestados y sin regresar a casa toda una semana”, recuerda Schlegel.  

Como él había estado en el Cuerpo Oficial de Bomberos de Bogotá, muchos de sus amigos llegaban a apoyarlo, y así el grupo fue creciendo entre oficiales y voluntarios. 

“Bomberos La Calera empezó, como se dice, con las uñas. Nos prestaban un espacio en la casa parroquial donde nos reuníamos”, explica José Wilson Ariza, sargento de la organización. Ariza tuvo un accidente en el que perdió la vista y sintió que no podría ejercer nuevamente su carrera. Pero cuando conoció a Schlegel, él lo aceptó en su grupo de bomberos sin ningún problema, realizando actividades de acuerdo con sus capacidades después del accidente. “Ha sido de trabajo en equipo, trabajo de campo y de mucho recurso humano”, cuenta Ariza. 

Después de tres años reuniéndose en ese salón de capacitación dominical que le prestaba la parroquia, tras enviar varias cartas y peticiones, la Alcaldía de La Calera les dio un espacio más grande, con dos cuartos: uno lo utilizaron como alojamiento y el otro de oficina de radiocomunicación. Estuvieron 11 años ahí, capacitándose y reuniéndose para seguir adelante con su base, hasta que la alcaldía demolió el lugar para construir un espacio en el que se albergarían los adultos mayores del municipio.  

El ascenso: nuevos proyectos

El 21 de abril de 2004, Schlegel fue nombrado capitán de bomberos, tras haber más de 2 décadas de profesión no interrumpidas. 

A los cinco años de haber creado el Cuerpo de Bomberos Voluntarios de La Calera, pasó una propuesta para crear un centro de formación y entrenamiento. Le tomó un año de solicitudes a una reconocida empresa de cemento, la cual, al revisar este proyecto, realizó una encuesta a la comunidad para saber el grado de simpatía que tenían con la organización. Después de un arduo trabajo para recuperar un predio abandonado, entre 2009 y 2010 empezó a funcionar la escuela, acreditada como un centro de formación de brigadas de nivel 1 y nivel 2. 

Los integrantes de Bomberos La Calera hacen parte de la escuela y sus oficiales o personal destacado actúan como staff. Tienen 33 miembros: como parte del personal contratado por parte de la alcaldía hay seis personas y están disponibles 24 horas. Tienen otros seis voluntarios profesionales que los apoyan como instructores y los demás son voluntarios que acuden a eventos especiales como elecciones o festividades del municipio. También cuentan con un grupo de juveniles, pues la ley permite que los estudiantes de últimos grados de bachillerato hagan un servicio social de entre 80 a 100 horas. 

“Hans es un líder para mí. Es una persona que me dio la oportunidad para hacer lo que me gusta y muchas herramientas que me guiaron a ser lo que soy hoy en día”, cuenta Santiago Sanabria, quien desde sus 16 años se incorporó a Bomberos La Calera por una visita que hicieron a su colegio y ha sido, desde entonces, constante como voluntario. 

“En una emergencia, iba en una ambulancia y el paciente estaba muy mal. Hans (Schegel) le dijo al médico que debía hacer una descompresión torácica porque le quedaba poco tiempo al herido. El médico le respondió que no sabía cómo hacerlo y de inmediato Hans lo hizo y lo salvó. Eso lo caracteriza mucho a él: las soluciones rápidas”, narra el sargento César Mena, bombero y graduado de la organización.

Su amor por enseñar

María Lourdes , aspirante al cargo de teniente en Bomberos La Calera y encargada del talento humano, dice que a Schegel, su esposo, le encanta estar aprendiendo todo el tiempo y compartir con los demás. Desde su cargo, él se dedica a las capacitaciones y a coordinar todo lo necesario para la operación. Dicta capacitaciones, escribe y dibuja en el tablero, tiene sus maniquíes y otros implementos para enseñar desde la práctica.  

 Johan, uno de sus dos hijos, lo describe como un hombre apasionado, que disfruta lo que hace. Él recuerda que, en su niñez, tras una caída en el parque, su padre lo suturó de inmediato, con mucha facilidad, y que si en su escuela pasaba algo, lo llamaban a él porque al ser “el hijo de Hans” podría saber cómo solucionarlo.

“El servicio es algo innato en él. Para que una persona dedique tanto tiempo a servir es porque tiene esa sensibilidad y ese ánimo de ayudar a la comunidad, pensando en las huellas que va a dejar tanto en su familia como en lo profesional, en la vida de los que lo conozcan”, reflexiona su esposa. 

El legado de Hans Schegel se nota al recorrer los lugares que hoy le son cotidianos, como el ingreso de su casa, donde tiene un extintor y estantes con colecciones de carritos de juguete. Entre estos hay varios parecidos a sus “consentidos”, como su camión y su ambulancia en reparación de Bomberos La Calera, que 2023 tendrá para él y sus colegas dos momentos especiales: la celebración del aniversario número 20 de la organización y el final del ciclo de Schegel como capitán.

Por: Valeria Gómez Caballero

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.