Jul 7, 2023 - 6:24 pm

La tecnofilia, la adicción que lleva a la pérdida del control sobre el uso de artefactos electrónicos, está preocupando a los médicos. Aunque no hay cifras globales que la dimensionen ni estudios a escala nacional, su impacto comienza a ser más notorio en las salas de espera. Con la certeza de que el problema se expande, se dificulta su identificación temprana y, por lo tanto, el tratamiento.

(Lea también: Amílkar Hernández, el periodista de 71 años que se quiere reinventar en TikTok)

Investigaciones con grupos específicos muestran que su impacto es notorio. La Universidad de la Javeriana, por ejemplo, identificó en un grupo de 30 personas, entre 18 y 45 años, los usos y sentidos que tiene el celular en la vida cotidiana de las personas a través de una etnografía virtual-digital. Es decir, estudiaron sus prácticas ‘on line’ y ‘off line’.

La conclusión: el teléfono móvil altera la sensibilidad de las personas e intensifica los sentimientos cuando no están conectadas.

Así mismo, según el estudio ‘Uso y abuso de las Tecnologías de la Información y la Comunicación por adolescentes. Estudio representativo de la Ciudad de Madrid0’ revela que más de la mitad de los adolescentes hace un uso inadecuado del teléfono móvil: un 28.4 % muestra un uso de riesgo, un 21 % hace un uso abusivo y un 8 % presenta dependencia de su ‘smartphone’.

Con la incorporación de la tecnología en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, el nivel de adicción hacia ella ha aumentado, pasando de ser una comodidad a una necesidad, con síntomas alarmantes que deben ser monitoreados. La tecnofilia, como otras adicciones, es tratada por expertos.

Este proceso es difícil y lento, pero ha ayudado a sus pacientes a salir de esta dependencia.

La Fundación Libérate, ubicada en el noroccidente de Bogotá, se especializa en tratamientos de adicciones y es una de las pocas fundaciones que aborda la tecnofilia. Los expertos que trabajan allí consideran que las adicciones invisibles como esta pueden tener serios efectos en la salud.

“Como tal no se tiene a ciencia cierta una estadística que confirme el número de pacientes, pero se sabe que es amplio, aunque no se tiene mucha evidencia científica que aporte para llegar a un número exacto”, aseguró María Fernanda Bolívar, psicóloga de Libérate.

La dependencia a las tecnologías es catalogada como una adicción no tóxica, un grupo de adicciones no relacionadas con el consumo de sustancias psicoactivas, sino psicológicas y sociales que determinan el comportamiento.

Para la psicóloga Lina Ayala, de la Fundación Libérate, esta adicción “se puede equiparar con una ludopatía en el juego, compras compulsivas en donde lo que se está buscando es evadir ese punto de realidad y no enfrentar lo que está pasando en su entorno”.

Lee También

¿Qué causa la adicción a la tecnología?

Muchos casos de esta adicción son desencadenados por problemas en el núcleo familiar, apareciendo una problemática llamada ‘phubbing’, que combina las palabras ‘phone’ (teléfono) y ‘snubbing’ (ignorar). Esto implica ignorar a las personas y a su propio entorno por el uso de dispositivos móviles, algo cada vez más normalizado.

(Le también: Bebés políglotas: la apuesta por aprender siete idiomas desde muy pequeño)

Según un estudio llevado a cabo por la Universidad de Illinois, las personas que acuden con frecuencia a sus celulares podrían padecer ansiedad o depresión. Aquellas personas que utilicen los celulares de manera más intensa pueden desarrollar alguna de estas enfermedades, evidenciando una posible relación cíclica. El grupo de investigación concluyó que los teléfonos celulares sirven como un tipo de “objeto de seguridad” con “exclusivas capacidades de consuelo”.

Sin embargo, es importante que no se continúe con la idea de que los celulares provocan estas condiciones psicológicas negativas. El estudio solo propone que el abuso de las tecnologías puede ser un síntoma de posible ansiedad o depresión, no que el dispositivo sea el causante de dichas condiciones.

De cualquier forma, es importante recordar que hacer algo en exceso es malo, por lo que es necesario moderar el uso de la tecnología. En este caso particular, el saber equilibrar el uso de los celulares ha permito a las personas a estar más presente en la realidad y afrontar cualquier situación que surja, sin poner a los sentimientos en un segundo lugar.

Quienes son afectados por la tecnofilia establecen planes particulares de tratamiento. Lo regular es recibir atención mediante consulta externa, donde toman sesiones individuales para recibir apoyo y atención que quizás no encuentran en casa, aseguran los expertos.

Una joven, que prefiere mantener su nombre en el anonimato, explica que la adicción a diferentes sustancias y, en especial, a la tecnología cambió su vida.

“Cuando llegué, venía por otras adicciones. En el proceso me quitaron el celular, eran las reglas. Me sentía como si me faltara algo. Generalmente pasa eso cuando se llega a la fundación, pero pienso que es lo ideal para poder empezar el proceso de la desintoxicación. En un momento me volví adicta a Facebook. Cuando salía con alguien me concentraba en el celular. En ese momento no lo veía como algo malo, pero, cuando no tenía mi celular al alcance, empecé a notar la gran necesidad de estar metida en el celular”, narró la joven.

Casi siempre es un proceso difícil identificar que existe un problema con esta adicción. Es muy raro el pedir ayuda cuando está práctica está tan extendida en la sociedad, no se calculan los efectos en la vida de las personas.

La falta de control es la clave para diferenciar a quienes pueden ser dominados por el uso de la tecnología, o, por otro lado, si debe consultarse a un experto para determinar el problema.

“Se espera que el paciente recaiga. Si no existiera la recaída, el paciente no es capaz de darse cuenta de que realmente tiene un problema y no genera como tal el cambio”, aseguró la psicóloga Lina Ayala.

Por:  Mariana Serrano Pérez.

*Estas notas hacen parte de un acuerdo entre Pulzo y la Universidad de la Sabana para publicar los mejores contenidos de la Facultad de Comunicación Social y Periodismo. La responsabilidad de los contenidos aquí publicados es exclusivamente de la Universidad de la Sabana.