Al leer este libro, ‘The Therapist’ (2019), no sabemos si acudimos a la ópera prima única de una excelente psico-novelista o si será el primer libro de una serie o de una carrera literaria que se vislumbra brillante; el libro fue nominado al premio Norweigan Bookseller y sus derechos han sido vendidos a 28 países. Sus derechos cinematográficos también han sido vendidos a la productora Anonymous Content (True detectiveRevenants).

Con fuertes influencias de Agatha Christie y de Gillian Flynn y su novela ‘Perdida’ (2012) -un thriller psicológico de misterio y suspenso, la misma escritora nos señala como influencias adicionales, a la escritora estadounidense Jennifer Egan, al francés Édouard Louis y a la reconocida española Milena Busquets.

Helene Flood (Oslo, 1982) es una psicóloga, doctorada en violencia, victimización, vergüenza y culpa; en la actualidad conferencista y autora de reputados artículos científicos sobre el tema, así como investigadora de violencia y estrés traumático en el Norwegian Center for Violence and Traumatic Stress Studies.

En este thriller, según la autora, “es más importante la vida interior de los personajes que la acción”. Estamos frente a una novela perteneciente al “domestic noir”, un subgénero literario en donde los protagonistas son personas comunes y corrientes, vecinos, padres, amigos, que se desenvuelven en entornos domésticos, cotidianos, sin nada en particular más que una vida ordinaria.

La especialidad de Flood es trabajar con los recuerdos, su naturaleza, su posible distorsión, en suma, la fiabilidad/maleabilidad de la mente en relación con la realidad de un recuerdo. El esposo del personaje central, Sarah, desaparece inexplicablemente mientras ella atiende a sus pacientes en un consultorio que queda en su propia casa – inmueble que se convierte en protagonista de la historia, y ella, infortunadamente, es una de las principales sospechosas. Subyace una historia de sutil voyerismo; la protagonista se descubre completamente vigilada en su propia casa, y de infidelidades mutuas esperadas, y una relación paterna esencial en la obra.

Al decir de Flood, en esta novela “es más importante la vida interior de los personajes que la acción”. Uno se pregunta porqué no tiene ni un sol amigo, con excepción de su hermana. Sólo su casa, su esposo, su padre y sus pacientes.

Son doce días adictivos, que hacen reflexionar a la protagonista no solo sobre los recuerdos, sino sobre las mentiras: “Nadie es totalmente honesto. Muchas veces decimos mentiras para protegerles a ellos y, otras, para protegernos a nosotros. Quizás también porque no sabemos qué explicaciones nos va a pedir la otra persona”.

El final es brillante, con un perfil del asesino (a) bien trabajado a lo largo de la obra. Un delicioso rompecabezas en donde no hay nada mejor que tratar de anticiparse y al cabo de cuya culminación, lo único que se encuentra es el más puro y rudo amor posible, en medio de una reflexión profunda sobre la oscuridad que puede rodear una vida: la de Sarah… ¿o la nuestra?

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