Moro es un escritor de deleite. Su especialidad es la novela histórica, la novela biográfica y la novela histórico-biográfica. El mismo escritor nos cuenta en varias entrevistas que no puede escribir si no se inspira en algún hecho del pasado. Su prosa es ágil, fácil, y justamente en esta simplicidad es donde está la maestría.

Y así han nacido todas sus otras novelas: ‘Senderos de libertad’ (Seix Barral, 1992) basado en la historia de Chico Mendes en donde se cuenta la lucha por la defensa de la selva amazónica, ‘El pie de Jaipur’, (Seix Barral,1995), ‘Las montañas de Buda’ (Seix Barral, 1998) un testimonio de primera mano del drama tibetano después de dos años de investigación del autor en Tibet, Nepal y la India, ‘Era medianoche en Bhopal’ (Booket, 2001) la historia de la mayor catástrofe industrial de la historia, escrito en colaboración con Dominique Lapiérre, su tío; ‘Pasión india’ (Lunwerg Editores, Colección Plawerg, 2005) que cuenta la vida de una bailarina española que se casó con el Marajá de Kapurthala, ‘El sari rojo’ (Seix Barral, 2008), la historia de las intrigas de la familia Nehru-Gandhi, ‘A flor de piel’ (Seix Barral, 2015)

En este libro que hoy reseño, la última novela de Moro, una mezcla de novela biográfica e histórica, nos narra aquella época del final del cine mudo y el inicio de los años 30 en Hollywood, a través de la vida de la actriz española, Conchita Montenegro, la primera ibérica en triunfar en Hollywood en películas tanto en español como en inglés, así como el paso de los españoles (María Fernanda Ladrón de Guevara, Pepe Nieto, Julio Peña, Pepe Crespo, Rosita Díaz Jimeno “la Peque”), en dicha década por la naciente meca del cine. Hollywood dejaba de ser cosmopolita en 1935.

Moro lo hace a través de una historia de amor, la de Conchita y Leslie Howard (el Ashley Wilkes de ‘Lo que el viento se llevó’), que sirve de telón a una verídica misión secreta de Leslie para la inteligencia británica en España y que, a la postre, podría haber provocado su temprana muerte cuando el avión en el que se devolvía de Madrid a Londres fue derribado el 1 de junio de 1943 por 5 cazas nazis en la localidad de Costa de Cedeira y cuyo cuerpo jamás fue encontrado.

A pesar de que la tórrida historia de amor entre Conchita y Leslie ha sido novelada en varias ocasiones (por José Rey Ximena en ‘El vuelo del ibis’, Ed. Facta, 2008, y por Carmen Ro en Mientras tú no estabas, Ed. La esfera de los libros, 2017), la historia contada por la pluma de Moro es de tal calidad que le fue concedido el Premio Primavera de Novela 2018 por la Editorial Espasa y Ámbito Cultural de El Corte Inglés.

El libro comienza narrando la historia de María de la Concepción Andrés Picado, más conocida como Conchita Montenegro (San Sebastián, 1911 – Madrid, 2007) cuando llega a Nueva York, acompañada por su hermana Justa, plena de esperanza y llena de sueños, en donde será recibida por Edgar Neville, a quien la Metro Goldwyn Mayer (MGM) había contratado como dialoguista y guionista, ya que en aquella época se rodaban versiones en español con destino al mundo hispano, y con quien inicia un romance que no prosperará, dado que Neville era casado.

En Los Ángeles, Conchita y su hermana son recibidas por Gregorio Martinez Sierra (reputado guionista español) y Catalina Bárcena y allí inicia un romance con el hijo de Catalina, que terminará en el agravamiento de una previa condición esquizofrénica de él, y en el desencanto de ella. Paralelamente, Conchita va haciéndose un nombre y va convirtiéndose en una leyenda – latina eso sí – en Hollywood, al rechazar en el set un beso abusivo de Clark Gable en una de las pruebas, y al protagonizar películas en inglés con gran calidad actoral, que le van forjando un futuro prometedor en la meca del cine. Conoce a Jack Cummings, pariente del señor Meyer de la MGM y con quien inicia un insípido romance. Conoce también a Charlie Chaplin, al multimillonario Patrick Hearst (en cuyo castillo español, con zoológico incluido, pasa algunas veladas), a Rita Hayworth en sus inicios, a Greta Garbo, y a toda la comunidad de guionistas, directores y actores españoles y así va entrando al complejo mundillo hollywoodense.

En uno de los rodajes con la MGM conoce al que sería el gran amor de su vida, Leslie Howard, casado y con 2 hijos, pero con quien comienza un romance, de esos desgarradores y desequilibrados, que durará hasta la muerte de Howard. Conchita, consciente de la imposibilidad de Howard de divorciarse y separarse de su familia, opta por abandonarlo y casarse con el actor brasileño Raul Routien, de cuya esposa Tosca, había sido la mejor amiga hasta su muerte, causada por John Houston en un atropellamiento involuntario.

El libro nos narra hábilmente, a manera de un ‘mix’ que no parece posible, pero que lo es de la pluma de Moro, el final de la Guerra Civil española, el surgimiento del nazismo, el surgimiento de Fred Astaire y Ginger Rogers, la guerra entre la Fox, la 20th Century Pictures y la MGM, el inicio del doblaje y la consecuente desbandada española de Hollywood, la amistad entre Churchill y Howard a raíz de la elaboración del guion de Lawrence de Arabia (que sería finalmente filmada solo hasta 1963), el complejo aparato de espionaje británico, los principios del activismo de Howard, en fin… un cóctel cuyo final es el que tenía que ser.

Antes de casarse por segunda vez con un diplomático español, Ricardo Giménez-Arnáu, que es quien, en últimas, a través de su prometida Conchita, consigue la cita entre Franco y Howard, Leslie Howard aterriza con el fin de lograr que el Jefe del Estado español adoptara la posición de “neutralidad” y abandonara la posición de “no beligerancia” durante la II Guerra Mundial, a cambio de que Gran Bretaña apoyara su régimen para que fuera reconocido en el estatus internacional.

Franco recibe en el Palacio de El Pardo al actor de Lo que el viento se llevó (1939), película de la que era un verdadero fan. Y todo parecía misión cumplida cuando Leslie Howard tomó el vuelo 777 de la compañía BOAC, un DC-3 bautizado como “Ibis” que, al sobrevolar el Golfo de Vizcaya, fue derribado por aviones de la Lufwaffe al servicio de los nazis.

Y lo demás, se los dejo para que lo lean en este estupendo libro. Basta decir que Conchita falleció en 2007, completamente olvidada pues desde 1944, fecha de su última película, y ya muerto el amor de su vida, abandonó, por petición de su esposo Ricardo Giménez, toda su faceta artística. Toda una pérdida para la cinematografía en manos de la liviandad de Hollywood y la misoginia falangista.

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