La conocí con ‘La Soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida’ (Visor Libros, 2016), libro de cuyas poesías me enamoré locamente, y que tuve la oportunidad de regalar a una sobrina política muy querida, que en ese momento emprendía su viaje a Italia, con la esperanza de que cada pequeño vuelo contenido en cada poema, fuera una luz en su iniciática travesía. No sé si lo logré, pero muchas veces los regalos que haces a otros son justamente los que necesitas para ti misma.

Poco después, por esas casualidades de la vida, leí ‘El sol y sus flores’, de Rupi Kaur, un libro de poemas bellísimo, traducido por Elvira Sastre. La unión perfecta para traernos al idioma castellano, uno de los que se convirtió en mis libros favoritos.

El año pasado, en una etapa de la vida en que me dediqué a leer libros de la guerra civil española, cayó entre mis manos ‘Días sin tí’, la primera novela de Elvira, ganadora del Premio a Biblioteca Breve de Novela de Seix Barral en 2019. Una historia de amor, una mezcla entre el género epistolar, algo de novela histórica, mucho de feminismo y pleno de prosa poética, polémico pues, por lo mismo. Vale decir acá que además de este premio, Sastre ha recibido los premios Sombra del Ciprés 2018 y Premio Joven Solidario DO La Mancha y, en 2019, aparece en la Revista Forbes dentro de la lista Los cien más creativos del mundo. Una verdadera promesa.

Elvira es tal vez, junto con Cristina Morales (Granada, 1985), ese aire fresco femenino de la literatura española contemporánea, que estábamos esperando hace tiempo.  Desde niña, y por influencia de su padre es evidente su amor por la literatura, al punto que a los 12 años escribe su primer poema, a los 15 crea su blog ‘Relocos y Recuerdos’, y posteriormente gana el premio de poesía Emiliano Barral con el relato corto Saudade.

En diciembre de 2013, con Editorial Lapsus Calami publica ‘Cuarenta y tres maneras de soltarse el pelo’. Su mentor y prologuista de este libro, el propio Benjamín Prado, le abre el camino al mundo de la poesía contemporánea española.  En 2014, la Editorial Valparaíso Ediciones, publica su segundo poemario ‘Baluarte’, que se convierte de inmediato en un éxito editorial en países de habla hispana.

Elvira definitivamente nos ha conquistado y seguirá haciéndolo: ha participado en el Encuentro Internacional de Poesía Ciudad de México 2015 y el Festival de las Líneas de su Mano en Bogotá, en la FILBO-Feria Internacional del Libro de Bogotá, en el Festival Eñe, la Feria del Libro de Madrid y de Soria, el Festival de Narradores Orales de Segovia, la Feria del Libro de Buenos Aires, el Festival Inverso, además de llevar más de 2 años recorriendo España con el programa ‘Encuentros Literarios’ del Ministerio de Educación de su país, una labor titánica en estos tiempos en que somos muy pocos los que creemos en la poesía como redentora de almas.

Y, para cerrar el ciclo sastresco, gracias a los domicilios de la querida librería La Tornamesa (@LaTornamesa) en Bogotá, en mi plan de apoyar a las librerías independientes en esta cuarentena, pude tener en mis manos su hermoso ‘A los perros buenos no les pasan cosas malas’ (Baobab-Ed. Planeta, 2019), ilustrado por Ayesha L. Rubio.

En Colombia, el gran Jairo Aníbal Niño nos dejó poemas infantiles para adultos, de una ternura sinigual, que no había encontrado nuevamente hasta que me topé con ella. El libro que hoy tenemos entre manos es un libro de poemas infantiles para adultos, que me sacó un par de lágrimas. Se trata de un homenaje de Elvira a su primer perro, Tango, en el que logra transmitirnos ese “sentimiento amoroso” que puede desarrollar un ser humano por una mascota, rompiendo esos esquemas según los cuales el amor solo puede sentirse entre seres humanos.

El gran poema a Tango nos revive esta historia que muchos de nosotros hemos vivido cuando hemos tenido a nuestra mascota enferma. Nos lo describe ella en su cuenta @elvirasastresanz en Facebook:

“Mi perro enfermó hace unos meses. Al principio parecía un problema leve, pero con el tiempo se complicó. De los 22 kilos que debía pesar, llegó a 14.5 kilos. (…). Sonaron las palabras «sufrimiento», «inyección», «principal causa de muerte», «el 90% no sobrevive», «eutanasia». Sin embargo, yo sólo podía verlo como lo había visto hacía no tanto: en la nieve, jugando, feliz, escuchando cómo le prometía que volveríamos al año siguiente. Sólo podía pensar en que cuando yo estuve al borde del precipicio él me agarró con los dientes, sin apretar, y me sacó de allí, aunque nadie confiara en mí. Le debía más que eso. Así que no escuchaba a nadie, sólo lo miraba, todo el tiempo, tratando de escuchar lo que él quería pedirme. Y eso hice. Y me pidió seguir.

Cuando leí esta hermosura, solo pensé en mi perra Martina. Ella y mi hija Manuela desarrollaron una relación simbiótica, y aun cuando Manuela esté en Canadá, ella mueve sus orejitas cuando la oye y la ve: la extraña. Y, curiosamente, Martina y yo hemos desarrollado, durante este encierro, una especie de cápsula de amor en donde la una no puede concebirse ya sin la otra. Y no había encontrado un relato que fuera capaz de expresarlo con tanta empatía y exactitud:

“Aprendí de la vida que debía cuidarte,

colocarme entre tu cuerpo y el mordisco,

oler tus silencios y el más mínimo gesto,

protegerte sin necesidad de un peligro,

quererte entero y sin fisuras, sin errores,

con la tranquilidad que da amar a quien te ama.

Aprendí de la vida a quererte de igual modo,

a amar este equilibrio nuestro,

la igualdad de latido,

a confiar sin atender el tiempo,

que tarda uno en encontrar la calma,

a buscar lo urgente sin ninguna prisa,

y a llegar a casa,

y que mi casa sea mi casa porque tu me esperas,

y que tu casa sea tu casa porque siempre vuelvo”

Su poesía es a la vez visceral y tierna, entrañable y directa. Es un llamado a la introspección, al amor, a la reflexión sobre el sentimiento, sobre el aprendizaje del pasado, sobre el sobrecogimiento del presente. Las bellas ilustraciones del libro nos transportan a parajes y situaciones felices, de esas que necesitamos tanto en estas épocas. Una edición impecable, el fondo y en la forma.

Sastre es polifacética: filóloga, novelista, traductora, bloguera (Relocos y recuerdos, https://www.elvirasastre.net/) tuitera, youtuber, instagrammer, y resiliente a mas no poder. Sus sitios en las redes han sido refugio y descubrimiento en esta pandemia.

No se pierdan a Elvira acompañándonos con su voz (Elvira en Voz) en esta cuarentena en su cuenta @elvirasastre en Twitter e IG, @ElviraSastreSanz en FB, en YouTube, en Spotify y en Telegram.

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*Las opiniones expresadas en este texto son responsabilidad exclusiva de su autor y no representan para nada la posición editorial de Pulzo.