El director nos asignó, a cada tallerista, un órgano o parte del cuerpo, desde el hígado hasta el dedo gordo, y teníamos que escribir un poema para, de, con, contra o dedicado a dicha porción corporal. Un ejercicio muy difícil, teniendo en cuenta que los miembros, pedazos, fragmentos asignados, no eran precisamente los labios ni los ojos, ni los finos pies de una dama – con ellos todo el mundo hace poesía – sino órganos que podríamos llamar “antipoéticos”: hígado, páncreas, codos, etc,.

Todo esto recordé al leer ‘Anatomía Sensible’ (Páginas de Espuma, 2020) el último libro de Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977), uno de los mejores narradores latinoamericanos de este siglo. A los 14 años debió exiliarse con su familia en Granada (España), en donde se licenció en Filología Hispánica, llegando a ser catedrático de la Universidad de Granada. Publicó su primera obra en 1998, un libro de poemas titulado ‘Simulacros’. En 1999 su primera novela, ‘Bariloche’, y de ahí en adelante ha venido descollando con sus obras, varias veces finalistas, con menciones especiales y/o ganadoras de premios tan codiciados como el Premio Herralde de Novela, el Alfaguara (Con “El Viajero del siglo 2008), el IMPAC Dublin Literary Award, el Independent Foreign Fiction Prize,  el Premio Dulce Chacón de Narrativa Española, el Free Cracker Award, entre otros.

  • I Premio de Poesía Joven “Antonio Carvajal”por ‘Métodos de la noche’ (1998).
  • Finalista del XVII Premio Herralde de novela por ‘Bariloche’ (1999) y de la XXI edición por ‘Una vez Argentina’ (2003).
  • Premio Federico García Lorca de poesía por ‘Alfileres de luz’ (1999).
  • XVII Premio Hiperión de poesía por ‘El tobogán’ (2002).
  • Finalista del VI Premio Primavera de novela por ‘La vida en las ventanas’ (2002).
  • XII Premio Alfaguara de Novela por ‘El viajero del siglo’ (2009).
  • LIV Premio de la Crítica de narrativa castellana por ‘El viajero del siglo’ (2010).
  • IV Premio La Tormenta en un vaso al mejor libro del año por ‘El viajero del siglo’ (2010).
  • Finalista del XVII Premio Rómulo Gallegos

‘Fractura’ (2018) fue elegida por El Cultural de España como una de las mejores cinco novelas del año y por El País como uno de los mejores libros del año, en votación de públicos culturales tan diversos como periodistas, poetas, novelistas, artistas, etc,. Su blog ‘Microrréplicas’ es diversión pura, no dejen de pasarse por allí.

El libro que tenemos hoy en nuestras manos es una joya del relato breve. No se puede entrar a leer con el ímpetu de una gran novela sino con el empuje de lo breve, con la alegría de un juego. Se trata de una apología a los órganos del cuerpo, una dulce melodía de la piel, los brazos, los codos, el cuello, la cabeza, cada uno por aparte, pero mejor visto en su conjunto; en fin, un recorrido inusitado y sorprendente por esa anatomía que vemos tan normal en el día a día, pero que con Neuman descubrimos como algo extraordinario.

Es cierto que, dentro de los 29 relatos, hay unos con más fuerza que otros, tal vez en un esfuerzo sobrehumano de dejar a todos los órganos corporales “bien parados”. Mis favoritos son definitivamente el inicial de la piel, respecto de la cual, según Neuman “procedería preguntarse si en la piel hay heridas o si, en términos históricos, la piel es una herida en movimiento. Desde la trinchera que separa las batallas del pasado y la supervivencia presente, responden las cicatrices”; y el del cuello, ese que “puede estirar obsesiones o liderar cambios de perspectiva. Su talento giratorio le permite rectificar con una destreza que ya quisieran otras extremidades mas dogmáticas. Cuando abunda, sustenta la elegancia. Cuando escasea, la tenacidad”.

En el libro de Neuman, todas las formas de todos los órganos son válidas y tienen un sentido propio, todas son atractivas, lo son todas las pieles, todos los cuellos, todos los pies, todas las manos, todos los codos, todos los párpados, todas las narices, de cualquier género, de cualquier color, de cualquier tamaño, de cualquier edad, así que asistimos a una obra erótica, en su más amplio sentido, sí, en donde la aventura vital es ese recorrer cada parte de nuestra anatomía, de la mano de su deliciosa generosidad retórica.

Sus brillantes descripciones lo llevan a uno a experimentar, mientras lo lee, con las diferentes partes del propio cuerpo, como comprobando que lo narrado por Neuman es cierto. Y no deja de llamar la atención su aversión al bisturí, al Photoshop, y a todo aquello que deforma la naturalidad de ese bien dotado cuerpo con el que la naturaleza nos trajo al mundo.

Neuman es como un triatlonista de la palabra. La habilidad de uno bueno, como la de un buen narrador, consiste justamente en jugar con las diferentes modalidades del juego, sean unas más complejas que las otras, de forma tal que al final se tenga un hilo ganador. Y en su breve libro de 112 páginas, aunque hubieran sobrado relatos (el de las pecas, por ejemplo), o hubiéramos querido más aventuras y más descriptivas en otros (el de la axila), logra hacernos estremecer con esa prosa exquisita con la que nos recuerda, página a página, la consciencia de nuestro cuerpo; al final, de seguro, lo estaremos juzgando por nuestra propia experiencia y él también, a no dudarlo, habrá volcado la suya en cada fragmento.

No puedo dejar de citar al gran Roberto Bolaño en su libro de ensayos ‘Entre paréntesis’ diciendo de Neuman – aunque la cita ya sea bastante conocida por ser casi una bendición divina: ​“Tocado por la gracia. Ningún buen lector dejará de percibir en sus páginas algo que sólo es dable encontrar en la alta literatura, aquella que escriben los poetas verdaderos. La literatura del siglo XXI pertenecerá a Neuman y a unos pocos de sus hermanos de sangre”.

Tal vez por eso, en 2007 fue incluido en el grupo ‘Bogotá 39’: los mejores escritores menores de 40 años, en votación convocada por el Hay Festival y por ‘Bogota, Capital Mundial del Libro’ y elegido por la revista británica Granta entre “Los 22 mejores narradores jóvenes en español”.

Si quieren un libro iniciático de Neuman, este es el libro apropiado: divertido, breve, de fino humor, brillante, y, en últimas, un ejercicio literario digno de admirar.

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