O cualquier mensaje de texto cruzado entre dos personas. Y hoy, más que nunca también, está vigente la viralidad. Un virus nos hace recordar nuestra fragilidad, y, en mi caso, me hace recordar ese virus que aun no se ha ido, ese virus que nos infectó como sociedad hace mas de 5 décadas y que aún permanece entre nosotros: el narcotráfico. Que un virus no nos haga olvidar el otro. Como si la viralidad fuera nuestro destino.

Y como andamos de cuarentena, por fin pude terminar un libro de esos que me gusta reseñar. Hay semanas en que leo 2 libros y ambos son malos y no los reseño – no tengo porqué herir susceptibilidades-, pero hay semanas en que leo hasta 3 libros y quiero reseñarlos todos porque los 3 me han parecido sensacionales. Esta fue una de esas semanas.

Se trata de ‘Cartas Cruzadas’ (Ed. Pre-textos, 1995) de Darío Jaramillo Agudelo (1947), ese poeta, novelista y ensayista nacido en Santa Rosa de Osos y que tanto nos ha reconfortado con sus poemas de amor y miembro insigne de la llamada “generación desencantada”.

Hace unos días leí en la revista Arcadia (respecto de la que guardo la esperanza de que no tome un giro culturalmente reprochable, después de su amago de cierre y del despido de sus directivos), que la novela de Jaramillo Agudelo estaba cumpliendo 25 años de publicada y después de que el escritor paisa Pablo Montoya, cuya calidad literaria me asombra cada vez más, dijo que se trataba algo así como “la mejor novela del narcotráfico en Colombia”, después de todo eso, me dije que tenía que leerme un libro de narcotráfico escrito por un poeta del amor. Y no me decepcioné porque resultó justo esa mezcla esperada.

Luna Libros y Pre-textos han publicado en 2020 una edición conmemorativa de la novela de Jaramillo Agudelo. La novela fue finalista de la X edición del Premio Rómulo Gallegos y, por supuesto, pertenece a dos géneros: novela epistolar y novela de narcotráfico.

Es una historia que Jaramillo demoró 6 años en escribir y que nos narra un largo tramo (12 años) de la vida de sus 3 protagonistas, Luis, Raquel y Esteban, a través de las cartas cruzadas entre ellos y del diario íntimo de Esteban. Un relato que transcurre entre Bogotá, Medellín, New York y Miami, en aquellos años de surgimiento del narcotráfico en Medellín. Aunque viven en Bogotá, Raquel y Luis constituyen la pareja a través de cuyo amor se relata cómo el narcotráfico penetró, no solo las venas y las arterias, sino los capilares de la esnobista sociedad antioqueña de los años 70 y 80.

Nos relata Jaramillo que «en esa época tenía una imagen en la cabeza. Cuando visitaba a mis padres en Medellín ―la tumba de Gardel, la cuna de Fernando Botero, la excapital mundial de la cocaína―, en mis insomnios de tres de la mañana divisaba por la ventana a una mujer ya vieja instalada en un balcón vecino. Por la chismografía del edificio me enteré de que un comerciante de cocaína había trasladado a su madre de vivir en un bullicioso barrio popular a un silencioso e inmenso apartamento en una zona de más status».

Siempre el dinero será el móvil en estas novelas de narcotráfico. Luis es un profesor de literatura de una universidad capitalina, especializado en Rubén Darío; Raquel, su novia y compañera de vida, es periodista y, entre ambos, ganan un sueldo que les alcanza apenas para vivir, cuestión que inicialmente no constituía ningún problema pues su alimento básico era el amor. La descripción que hace Jaramillo del perfecto acople de Luis y Raquel, en todo sentido, nos hace envidiar ese amor idílico hecho realidad en ellos.

Esteban es el mejor amigo de Luis, y es periodista deportivo y vive en Medellín. Esteban es un privilegiado y además recibe una herencia de los negocios de la familia que le permitirá vivir a todo dar. Y como la naturaleza humana es sencillamente envidiosa, Luis es arrastrado por esa que llamamos envidia “de la mala”. Y como quiere tener las mismas comodidades de su amigo Esteban, cuya historia de amor con Carlota también atraviesa toda la novela, termina involucrado en el narcotráfico, a instancias del esposo de su propia hermana Cecilia, alias ‘Pelusa’, a quien odiaremos durante todo el relato epistolar, y quien hace que la vida de Luis cambie para siempre y, que de a poco, comience su proceso de autodestrucción y de deconstrucción del idilio amoroso con Raquel… y de su propia vida. Sfumati.

El amor es la columna vertebral del libro, al punto que por momentos uno se olvida que se trata de una novela narco. Las reflexiones sobre la vida, sobre los destinos, sobre los motivos, sobre los porqués, a través del amor y el desamor, hacen de esta novela, una deliciosa cavilación. Siempre he pensado, porque así lo he vivido, que lo más importante en la vida de un ser humano es el “Amor”. Así con A mayúscula. Pero hay distractores como el dinero, el trabajo… porque sencillamente además de amar hay que comer y sobrevivir. Y hay que hacerlo bien, para poder vivir plenamente ese amor. Pero esos distractores pueden ser la puerta para que penetre el virus. Ese virus del narcotráfico que todo lo devora, todo lo consume, hasta el amor verdadero, o mas bien, sobre todo, al amor verdadero.

Jaramillo Agudelo, el autor, es abogado y economista de la Universidad Javeriana y, desde 1985 hasta 2007, fue el Subgerente cultural del Banco de la República. Desde hace muchos años supe de su accidente, ocurrido durante un atentado a Fernando Martínez en una finca en Sopó, Cundinamarca (Colombia), y la verdad ignoro en qué año fue. Pero siempre supuse que le debió cambiar íntegramente la vida. Que su canto entonado al amor, algo tuvo que ver con esa pérdida sufrida cuando al abrir el candado del portón de la finca, le estalló una carga de metralla que terminó con la amputación de su pierna derecha.

Los numerosos premios nacionales e internacionales que ha recibido por su obra, son muestra, no solo de su innegable maestría, sino de que el amor puede seguir siendo abordado elegantemente desde cualquier género literario, no necesariamente el romántico, sino que, a través de una novela de narcotráfico, puede contarse la mas íntima historia de destrucción social.  Un bellísimo libro que vale la pena leerse en esta cuarentena.

#QuédateEnCasa #TodosSomosResponsablesDeTodos

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