De hecho, he descifrado significados que han aparecido súbitamente. La semana pasada, arreglando la biblioteca, fijé la mirada en Mulán, una película de Walt Disney que, en una de esas tardes de “domingo de cine”, disfruté en el pasado con mis hijos.

No pude contener las ganas de reencontrarme con ella y, después de tanto tiempo, creo sin dudarlo, que es una muestra de la lucha milenaria de la mujer por lograr sus propósitos con esfuerzo, sabiduría, persistencia y disciplina.

Mulán es una joven que vivió durante la dinastía Wei del Norte en la antigua China. Es la única hija de Fa Zhou, soldado de China, quien se encuentra en un estado de salud delicado. Mulán está en edad de visitar a la casamentera ya que honrar a la familia significaba, en la tradición China, encontrar un buen esposo, ser buena ama de casa y mantener los valores familiares, como símbolo del arraigo al hogar y por supuesto, a su reconocimiento como mujer valiosa. Por cosas de la vida, Mulán se decepciona al notar que su límite son las barreras que le impone la sociedad, que chocan con su personalidad independiente, férrea y segura de sí misma. Siente que es inadmisible complacer sin más ni más la tradición, más aún cuando su padre está a punto de morir.

Con total determinación, decide ser parte de las filas del ejército chino en reemplazo de su padre. En un acto quizás de rebeldía, pero sobre todo, de valentía, se sirve de la espada de su padre para contar su pelo, expresión de su mayor feminidad. Con el tiempo, Mulán aprende a ser un soldado guerrero y logra incorporar los dotes de la milicia del ejército con fortaleza, sabiduría y astucia, sin perder su esencia como mujer valiente y ganadora de numerosas batallas.

Mulán aprende en el ejército a ganarse el respeto y, al descubrir que es mujer, algunos no la aceptan así haya demostrado ser una verdadera guerrera en un mundo de hombres. En el camino, su encuentro con la muñeca representa un momento fugaz de su niñez y de su juventud con todas las ilusiones y por qué no, con sus frustraciones. Demuestra que por ser mujer no es menos, incluso llega a ser la heroína guerrera que le salva la vida al emperador.

Mujer fuerte y valiente como todas en nuestra sociedad, capaces de derrumbar los imaginarios que buscan limitar nuestras capacidades. Mulán somos todas… y todos, y debemos unirnos para fortalecernos. Es por ello que un grupo de mujeres líderes del sector salud nos hemos unido en el movimiento que hemos llamado ‘Mpodera’, en el que la filosofía será impulsar el crecimiento personal y profesional del género, con la mentoría de mujeres líderes en sus organizaciones y subsectores, presidentes y vicepresidentes del Instituto de Evaluación tecnológica en Salud (IETS), la Cuenta de Alto Costo, La Asociación Colombiana de sociedades Científicas, Droguerías y Farmacias Cruz Verde, Instituto Nacional de Cancerología (INC), Cámara de Comercio de Bogotá, la Asociación de Laboratorios Farmacéuticos de Investigación y Desarrollo (Afidro), Biomarín, Sanofi Pasteur, Astellas, Pfizer y MSD. Se trata de unir fuerzas, voces, almas.

En ningún país se ha logrado la igualdad de género en todas sus dimensiones, aunque en algunos como los países nórdicos hay más avances que en el nuestro.  En Colombia, según Naciones Unidas, quienes se gradúan de educación superior son el 54 % mujeres y aún subsiste la brecha salarial en la que mujeres con la misma formación y que ocupan los mismos cargos que los hombres reciben un 18% menos de salario. De hecho, solo el 24,6% de mujeres se encuentra en una junta directiva, de acuerdo con el ‘ranking’ PAR 2019. Un dato preocupante lo arroja el Foro Económico Mundial al señalar que serán necesarios dos siglos para cerrar las diferencias salariales entre hombres y mujeres.

A pesar de haber logrado reivindicar nuestros derechos, todavía tenemos barreras: “1 de cada 3 mujeres sufre violencia a lo largo de su vida; 830 mujeres mueren cada día por causas evitables relacionadas con el embarazo; solo 1 de 4 parlamentarios son mujeres a nivel mundial; y hasta 2086 no se cerrará la brecha salarial si no se contrarresta la tendencia actual”. (ONU Mujeres, S.F).

La espada con la que Mulán honra a su familia, la tenemos desde que nacimos porque con ella despertamos y dormimos cada día para derribar los muros culturales y sociales con los que muchas veces hemos tropezado. Imaginarios que todavía en pleno siglo XXI tenemos que derribar porque la equidad y la igualdad no son solo cosa de hombres y mujeres, sino también de las diversas identidades de género, ‘gender queer’, no binarias y otras categorías que sufren de discriminación.

Les recomiendo el libro ‘Porqué soy feminista’ (Ed. Penguin Random House), de Alma Guillermo Prieto, un nutrido y sencillo ensayo sobre los orígenes del feminismo que finaliza con unas espléndidas reflexiones muy acordes con la actualidad feminista que vive el mundo. #MeToo

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