Inconformes se encuentran los residentes de los barrios Dundakare y Callejas Norte en Valledupar, debido a que según manifiestan, desde hace algún tiempo vienen denunciando sobre un sitio que en la fachada aparece como parqueadero privado, pero que funciona como “amanecedero clandestino”.

Dicen los denunciantes que en horas de la madrugada, e incluso durante el día, se reúnen personas a consumir licor y hasta sustancias alucinógenas, con música a alto volumen que interrumpe las horas de sueño y  acaba con la tranquilidad de los habitantes de esta zona residencial.

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Uno de sus moradores manifiesta que el lugar es en un foco para la delincuencia porque este se ha convertido en expendio de sustancias psicoactivas “ya tengo identificado que en una de sus entradas prenden dos focos, cuando los dos focos están prendidos es porque la venta de droga está abierta” asegura esta persona que prefiere no ser identificada por temor a represalias.

Además, sostiene que este sitio es frecuentado por menores de edad a quienes se les ha visto borrachos e incluso drogados, por lo que en varias ocasiones han solicitado la presencia de la Policía de Infancia y Adolescencia para que intervenga y ponga al tanto a los padres de los adolescentes sobre la conducta que vienen presentando.

Agrega también, el denunciante, que la  situación se le sale de control a las autoridades  puesto que, aunque han acudido al sitio atendiendo el llamado de la comunidad cuando el ruido estrepitoso de la música y de las personas en alto grado de ebriedad irrumpe en sus casas, no han logrado acabar con esta problemática que los viene afectando hace varios meses.

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Otro de los vecinos de la zona donde funciona este “amanecedero clandestino”, como ellos mismos lo denominan, relata que desde que este sitio es utilizado para tales fines, han aumentado los casos de atracos y de hurtos en las viviendas contiguas porque según recalcan,  la gente que frecuenta el lugar son expendedores y consumidores de droga que se  aprovechan del temor que genera esto entre los lugareños para cometer todo tipo de actos delictivos.

Además, han señalado que sienten angustia de que sus hijos estén expuestos a los hechos bochornosos que cometen las personas que asisten con frecuencia al  lugar  por efecto del consumo de sustancias psicoactivas.

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Información suministrada por los habitantes del barrio Dundakare indica que el predio donde funciona este  establecimiento pertenece al señor Manuel Sierra y que ellos en reiteradas ocasiones le han manifestado lo que se viene presentando en este lugar pero que él se limita a  responder que la propiedad está a cargo de  una inmobiliaria, la cual hace los contratos de arrendamiento del mencionado recinto.

EL PILÓN intentó establecer comunicación con Manuel Sierra pero hasta el cierre de esta edición no se obtuvo respuesta alguna.