Valeria Uran Sierra, a sus 28 años, ha recibido la distinción de la beca de Investigación Periodística en Derechos Humanos 2025, una importante oportunidad otorgada por la Corte Interamericana de Derechos Humanos junto con el programa Estado de Derechos para Latinoamérica de la Fundación Konrad Adenauer de Alemania. Esta joven periodista quindiana ha sido seleccionada por Colombia entre más de 200 postulantes de toda América Latina y el Caribe, destacándose como una de las seis periodistas que tendrán la misión de acompañar y documentar un fallo histórico sobre los derechos del pueblo indígena U’wa. Según información de Crónica del Quindío, este proceso representa no solo un punto de inflexión para las comunidades originarias, sino también para el desarrollo del periodismo en la región.
Nacida en Pijao y egresada de la Universidad del Quindío, Valeria ha forjado una carrera centrada en la investigación rigurosa y la sensibilidad por las problemáticas sociales. Su trabajo aborda temáticas fundamentales como el conflicto armado, las violencias contra las mujeres, los derechos de los pueblos indígenas y la memoria histórica. Además, ha integrado recursos narrativos, el periodismo de datos y nuevos formatos multimedia para profundizar y visibilizar estas realidades ante el público nacional e internacional.
El recorrido de Valeria evidencia una apuesta persistente y sostenida. Antes de llegar a la universidad, estudió en el SENA, trabajó en el sector bancario en Bogotá y ahorró de manera diligente para alcanzar su meta de formarse como comunicadora social – periodista. Paralelamente, se acercó a los movimientos sociales y ambientales del Quindío y, con el tiempo, se vinculó a medios alternativos como Periferia Prensa Alternativa, donde aprendió el oficio y participó incluso en la distribución del periódico. Esta experiencia le permitió comprender las dinámicas territoriales, los conflictos socioambientales y las violencias vinculadas a las mujeres y la política local, reafirmando la importancia del periodismo comprometido con el cambio social.
Valeria participó en trabajos emblemáticos desde proyectos innovadores como Rutas del Conflicto, contribuyendo a la documentación de masacres y la investigación sobre asesinatos de jóvenes en el estallido social de 2021, así como el acceso a tierras para excombatientes y los procesos de reincorporación. Según relata en entrevistas, enfrentar estos temas profundos implicó retos personales y emocionales, pero también fortaleció su compromiso con la memoria colectiva y la defensa de los derechos humanos.
En 2021, recibió reconocimiento nacional al obtener, junto a Evelyn Álvarez, el Premio “No es hora de callar” de El Tiempo, por su investigación sobre violencia obstétrica en el Eje Cafetero, tema poco difundido en los medios tradicionales. Esta victoria representó tanto una sorpresa como una confirmación de su tenacidad y la importancia de abordar asuntos silenciados en la agenda periodística.
Actualmente, Valeria sigue con atención el desarrollo del fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el pueblo U’wa. Ella destaca que este tipo de decisiones abren caminos cruciales para que comunidades indígenas y diversas poblaciones de América Latina accedan a la justicia internacional cuando los mecanismos estatales resultan insuficientes. Además, subraya el papel del periodismo en la pedagogía ciudadana, ya que explica de forma accesible el alcance y los límites de estas instancias legales.
Para Valeria, el periodismo es también una herramienta vital para la memoria y la documentación histórica, cuyas huellas podrán servir como respaldo a las exigencias de verdad, justicia y reparación de las víctimas en el futuro. Ese sentido trascendente, afirma, otorga al oficio un papel fundamental en la búsqueda de justicia social en Colombia.
¿Cuál es la relevancia de la salud mental en el ejercicio del periodismo investigativo?
La salud mental es un aspecto central y muchas veces subestimado en el trabajo de profesionales que abordan contextos violentos y temas sensibles, como en el caso de quienes documentan conflictos armados, problemáticas sociales o derechos humanos. En el trayecto de Valeria Uran Sierra, se evidencia la carga emocional a la que se expone el periodista, incluso cuando la labor se desarrolla a distancia o mediada por recursos digitales. Afrontar testimonios, reconstruir historias de dolor y violencia, y mantener la cercanía con las víctimas, demanda sólidas estrategias de autocuidado, así como la implementación de protocolos de seguridad emocional y digital.
El reconocimiento de los límites personales y profesionales resulta tan importante como la búsqueda de la verdad. El bienestar psicológico permite que el periodismo aporte desde la honestidad, la empatía y el rigor, asegurando que la cobertura de hechos difíciles no termine afectando la vida del reportero ni el respeto por quienes abren sus historias al escrutinio público.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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