Hasta ahora, sobre Yeico Manuel Vargas Silvera —nombre completo de esta persona a la que también le han atribuido la planeación y ejecución del escape de Merlano— se ha dicho poco, y ha permanecido en un segundo plano, a la sombra de la exparlamentaria, cuya vida y ‘milagros’ acaparan la atención de los medios.

Sin embargo, como es habitual por su profesión y experiencia, la sicóloga Gloria H. explora la relación entre Merlano y Vargas, en la que él puede reflejar el rol de muchos hombres en miles de parejas, que son capaces de cualquier cosa por amor.

Primero, claro, pinta a Merlano: “Después de haber conocido ‘el poder del poder’ a través de la política, de haber tenido el mundo a sus pies, de haber sido cortejada (o usada) por hombres poderosísimos, ahora, ella, está absolutamente sola. No es gratuito que haya pensado en suicidarse. No es fuerte porque parece una pluma al viento. La llevan y la traen. Está al vaivén de las circunstancias. Sabe que si habla, produce una hecatombe. La pueden matar”.

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Al lado de semejante fragilidad y vulnerabilidad de Merlano aparece entonces la figura de Vargas, que, para Gloria H., es “un hombre incondicional”.

“Fue su guardaespaldas, su acompañante, su ayudante y ahora es el amor que la sostiene”, destaca la columnista en el diario caleño. “Su corazón es su baluarte. Un ser que es capaz de ir a la cárcel con ella y por ella. Un hombre que la ama hasta el punto que canceló su vida para seguirla. Su vida es ella, estar allí para ella. Fraguó su huida […] para protegerla y acompañarla”.

“En la soledad de su destierro, Aida cuenta con alguien incondicional”, insiste la sicóloga, y agrega elementos que solo se pueden hallar en los pliegues de las almas, determinantes para demostrar la idea de lo que es Vargas. “No estarán en la misma cárcel pero pareciera en este momento de su vida [la de Merlano], que fuera el único que la ha querido realmente por lo que es ella. Ni por su poder, dinero o belleza. Ella, la mujer frágil que encontró refugio en los brazos de un hombre elemental como ella, que lo único que tiene para darle es un amor incondicional”.

Pero hay algo que también llama la atención en la columna de Gloria H., y es el hecho de que, en este caso, deja a Merlano en una actitud pasiva, en la que solo recibe las bondades y beneficios del amor que le profesa Vargas. No intenta una hipótesis de lo que pueda sentir por él.

De ahí surge también al menos una pregunta fundamental: ¿después de conocer las mieles del poder (y estrechamente a los poderosos), Merlano corresponderá sinceramente al amor que siente por ella Vargas, “incondicional”, como lo califica Gloria H.?