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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 6, 2025 - 5:46 pm
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El retraso en las obras de infraestructura vial en Caldas, específicamente en el tramo comprendido entre Termales El Otoño y el Acuaparque, se ha convertido en un símbolo de los problemas heredados de administraciones pasadas, conocidas en el debate público como “herencias malditas”. Este caso, examinado en la Asamblea Departamental el 18 de septiembre, expuso la persistencia de obstáculos contractuales y técnicos que impiden la finalización de una obra adjudicada durante el gobierno del exgobernador Luis Carlos Velásquez. La vía, cuya entrega estaba pactada para enero de 2024, suma ya 21 meses de retraso, mientras la comunidad observa con frustración los constantes frenos y la aparente falta de avances significativos, pese a las sanciones y prórrogas impuestas.

El contrato fue suscrito por un valor superior a los $14.600 millones y ha derivado en un complejo proceso sancionatorio. Inicialmente se estimaba una multa de alrededor de $4.380 millones; sin embargo, la cifra disminuyó a poco más del 6% del valor de la obra restante, amparándose en la defensa del contratista y la aseguradora Seguros del Estado. Este ajuste evidencia lo difícil que resulta, desde el punto de vista legal y técnico, determinar los verdaderos avances de la intervención. Mientras los informes oficiales señalan un progreso del 93,87%, veedores ciudadanos sostienen que el avance real estaría por debajo del 70%, lo que ilustra la falta de consenso y la necesidad de mayor transparencia.

Casos como este no son excepcionales en el contexto colombiano. Los análisis de gestión pública y contratación estatal evidencian que los problemas de incumplimiento en obras públicas suelen estar ligados a debilidades en la planeación inicial, falta de supervisión técnica adecuada y ruptura de la continuidad administrativa entre gestores sucesivos. De acuerdo con un informe reciente del Departamento Nacional de Planeación (DNP), la insuficiencia de seguimiento y la deficiente evaluación de riesgos contractuales en proyectos heredados suelen generar sobrecostos y retrasos que afectan significativamente el desarrollo de las regiones involucradas.

Al debate político y técnico se suma la presión social. Veedores ciudadanos y líderes sociales insisten en la importancia de la transparencia y la agilidad para reactivar los tramos paralizados, argumentando que la demora afecta no solo la movilidad vial, sino también la competitividad de sectores económicos estratégicos como el turismo, dado que puntos de referencia como Termales El Otoño y el Acuaparque dependen de carreteras en óptimas condiciones para garantizar su sostenibilidad.

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Estas dificultades contractuales representan más que un problema de infraestructura; son reflejo del desafío permanente de recuperar la confianza ciudadana en las instituciones. Desde el periodismo de investigación se destaca la urgencia de documentar detalladamente estos casos, revisar fuentes oficiales y sociales, y priorizar el rigor y la protección de los datos reportados, según análisis de expertos y precedentes regionales. El proceso legal en curso, cuya próxima audiencia está programada para el 28 de octubre, prolonga la incertidumbre, subrayando la necesidad de reforzar los mecanismos de control y la planificación estratégica en nuevos proyectos de interés público. El caso de Caldas pone de manifiesto cómo los conflictos contractuales trascienden lo técnico y están anclados a factores políticos, económicos y sociales, reiterando el papel fundamental de la vigilancia ciudadana y periodística.

¿Cuáles son las consecuencias económicas y sociales del incumplimiento en obras viales en regiones turísticas? La pregunta surge ante la afectación directa que generan los retrasos y paralizaciones en proyectos clave para el desarrollo regional. En el caso de Caldas, la falta de una vía eficiente impacta no solo la movilidad de residentes y visitantes, sino la competitividad turística, que depende de una infraestructura confiable para mantener y potenciar la afluencia de turistas. Esto afecta ingresos locales, genera desconfianza en la gestión pública y puede desalentar futuras inversiones.

¿Qué significa técnicamente un “incumplimiento parcial” en contratos de obra pública? El concepto de “incumplimiento parcial” se refiere a la situación donde el contratista no ha entregado la totalidad de la obra pactada en los tiempos y condiciones estipulados, aunque haya completado un porcentaje significativo del proyecto. En estos casos, las autoridades deben valorar cuánto falta, cómo afecta al funcionamiento del proyecto y cuáles son las implicaciones legales y económicas, cuestiones que en el caso de Caldas se evidencian en la diferencia entre los porcentajes de avance reportados oficialmente y los observados por los veedores ciudadanos.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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