Los dos hechos coincidieron el mismo día en distintas partes: el esclarecedor análisis de Martínez en Barranquilla, y, unas horas más tarde, el trágico deceso del estudiante de ingeniería de sistemas Jhonnier David Coronado, de 19 años, en Bogotá.

Martínez, especialista en esta problemática, no anticipó (no podía) lo que iba a pasar con el joven, y mucho menos las razones que pudieron estar detrás de su decisión, pero sí lo hizo con las circunstancias que pudieron rodear el suicidio, y que están, como siempre ocurre cuando algo así pasa, en el centro de la discusión de la sociedad.

Dice, por ejemplo, que una de las palabras que le ha resultado “clave para el manejo de la psicoterapia con adolescentes y niños en relación con el uso de los medios de comunicación, es fascinación, atracción irresistible que siente una persona por algo”.

Agrega en su columna que comprender esa palabra “en el contexto del sometimiento de los menores y mayores a las pantallas virtuales”, le permitió medir “las fuerzas del enemigo contra el que hay que luchar, ese imán poderoso que atrae y aliena, que es superior a cualquier discurso de padres o terapeutas”.

También aclara que si bien los medios, dependiendo del enfoque a partir del cual se los analice, son favorables o perjudiciales y terminan siendo “una ventana abierta a cualquier cosa que se quiera difundir y sin ningún control”, en las redes e Internet, “así como se encuentran explicaciones de cómo hacer una bomba casera, también abundan las que enseñan diversas maneras de quitarse la vida”, y también recuerda las “famosas las cadenas de anoréxicos y bulímicos que se comunican con el fin de aprender nuevas maniobras para no ganar peso”.

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“Desde la búsqueda más ingenua que haga un niño, o la más atrevida hecha por un adolescente, se puede llegar a lugares virtuales inimaginables, con un poder de atracción representado en un juego o en una invitación a ver la muerte como una opción, cuyos argumentos seducen si el menor vulnerable no comprende la trampa”, sostiene Martínez en otro aparte de su columna.

Así, de la columna de Martínez se puede inferir que, más allá de que un medio de comunicación decida como política editorial difundir o no un suicidio, existen formas más penetrantes que los mismos medios que inciden en esas decisiones y que también esas mismas formas terminarán dando a conocer el hecho, así los medios no lo publiquen.

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“Debo reconocer mi asombro cuando algunos chicos me han mostrado en su celular la facilidad con que se puede acceder a procedimientos guiados de cómo suicidarse”, agrega el columnista. “En muchas caricaturas infantiles se habla de la muerte con tal naturalidad que aquellos conceptos que nos enseñaron acerca de tener los niños consciencia de la irreversibilidad de la muerte a los 8 años de edad, cambió por completo, ya un niño de 5 años sabe decir que morir es desaparecer de este mundo”.

Finalmente, advierte que “el suicidio y su consecuente ‘desaparición de este mundo’ pueden ser mostrados como actos heroicos, reivindicativos, dignificantes, no necesariamente como algo malo de lo cual haya que arrepentirse. Eso puede confundir a muchos menores o adolescentes ya vulnerables a ese tipo de información por tener situaciones personales, familiares, escolares, sociales, que afectan su juicio de valores al punto de perder el apego a la vida y preferir la muerte”.

Hace ya casi 20 años, cuando ni siquiera se vislumbraba el poder que alcanzarían en la sociedad fenómenos como Internet y las redes sociales, la Organización Mundial de la Salud (OMS) advertía sobre la responsabilidad de los medios de comunicación en el cubrimiento de estos hechos y daba algunas recomendaciones válidas incluso hoy.

Debido a su influencia, “los medios de comunicación también pueden jugar un rol activo en la prevención del suicidio”, dice un documento de la OMS, y advierte que la publicidad que le den los medios a ese tema no es el único, sino “uno de los muchos factores que pueden llevar a una persona vulnerable al suicidio”.

Qué hacer

  • Trabajar estrechamente con autoridades de salud en la presentación de los hechos
  • Referirse al suicidio como un hecho logrado, no uno exitoso
  • Presentar solo datos relevantes en las páginas interiores (para impresos)
  • Resaltar las alternativas al suicidio
  • Proporcionar información sobre líneas de ayuda y recursos comunitarios
  • Publicitar indicadores de riesgo y señales de advertencia

Qué no hacer

  • No publicar fotografías o notas suicidas
  • No informar detalles específicos del método usado
  • No dar razones simplistas
  • No glorificar ni sensacionalizar el suicidio
  • No usar estereotipos religiosos o culturales
  • No aportar culpas