Por: Q'HUBO MEDELLÍN

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Este artículo fue curado por pulzo   Ago 25, 2025 - 8:29 pm
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El reciente asesinato de Juan Manuel Uriana Jusayu, conocido como el Guajiro, ha encendido nuevamente la alarma sobre la violencia urbana que afecta a Medellín, en particular a la comuna 10 - La Candelaria. Según el reporte de Q’HUBO, Uriana Jusayu, de 32 años y procedente de La Guajira, fue víctima de un ataque con arma blanca perpetrado por dos hombres que lo habrían seguido después de salir de un establecimiento público, donde se encontraba con su compañera sentimental y una amiga. El ataque ocurrió en la vía pública, justo frente al lugar donde residía; pese a ser trasladado a un centro asistencial, falleció debido a la gravedad de las heridas. Las autoridades aún investigan los móviles del crimen, aunque la principal hipótesis apunta a un acto de intolerancia social.

Este hecho trágico se inscribe en un contexto de alarmantes cifras de violencia homicida en la comuna 10, una de las zonas más críticas de Medellín. Según datos del Sistema de Información para la Seguridad y la Convivencia (SISC), en lo que va de 2025 se han reportado 41 homicidios en La Candelaria, superando apenas la cifra registrada en el mismo periodo de 2024. Estas estadísticas oficiales reflejan la persistencia de una problemática que ha colocado a La Candelaria bajo la lupa de autoridades municipales, académicos y organizaciones sociales preocupadas por la seguridad y el bienestar en el territorio.

El barrio Boston, mismo sector donde residía Uriana Jusayu, resume muchos de los factores estructurales que profundizan la violencia en la zona. Estudios de la Corporación Región evidencian que, más allá del crimen organizado, el homicidio en estos sectores suele relacionarse con factores sociales como la intolerancia, la exclusión, tensiones interpersonales y la precariedad de la convivencia. La densidad poblacional, el acceso desigual a recursos y la falta de oportunidades configuran un escenario propicio para este tipo de violencia que termina por afectar particularmente a los sectores vulnerables.

Sumado a ello, la violencia interpersonal y la intolerancia social están marcadas por procesos de estigmatización constantes. Según académicos consultados por El Espectador, la marginalidad urbana, la ausencia de políticas públicas robustas y la inacción frente a problemas crónicos como el consumo de sustancias y la precariedad habitacional generan un caldo de cultivo donde proliferan agresiones fatales y conflictos cotidianos sin resolver.

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La respuesta institucional ha presentado limitaciones considerables. De acuerdo con el Centro de Estudios en Seguridad Ciudadana de la Universidad Nacional, las tasas de detención en barrios afectados por estos ciclos de violencia suelen ser bajas debido a múltiples factores: temor de los testigos a colaborar, dificultades investigativas y falencias tecnológicas y humanas en la policía judicial. Aunque se revisan cámaras de seguridad tras los hechos, los resultados efectivos suelen ser limitados, perpetuando la percepción de impunidad.

En este panorama, organismos internacionales como la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) han advertido que la violencia urbana no solo infringe el derecho fundamental a la seguridad y la vida, sino que fragmenta el tejido comunitario y restringe derechos básicos como la movilidad y la convivencia pacífica. Tales organismos proponen que la erradicación de esta violencia requiere un enfoque integral: complementar la acción policial con programas educativos, prevención social, fortalecimiento comunitario y estrategias de mediación y diálogo barrial.

Así, el caso de Juan Manuel Uriana Jusayu evidencia que Medellín, y particularmente La Candelaria, enfrenta retos históricos y estructurales que trascienden la reacción inmediata ante el crimen. Superar estos índices de violencia exige políticas públicas sostenidas, inversión en cohesión social y el compromiso conjunto de las instituciones y la comunidad para transformar los entornos de exclusión en espacios de convivencia y respeto a los derechos humanos.

Preguntas frecuentes relacionadas

¿Qué significa la expresión "intolerancia social" y cómo se manifiesta en contextos urbanos?

El concepto de "intolerancia social" hace referencia a la dificultad o incapacidad de ciertos grupos de la sociedad para aceptar y convivir pacíficamente con personas de diferentes culturas, situaciones socioeconómicas, estilos de vida u opiniones. En entornos urbanos como Medellín, la intolerancia social se puede evidenciar en conflictos cotidianos que escalan en violencia física o verbal, exclusión de sectores vulnerables y estigmatización de comunidades específicas. Entender este concepto permite analizar a profundidad las raíces de la violencia interpersonal que, como el caso de Uriana Jusayu, frecuentemente derivan en desenlaces trágicos y reiteran la importancia de la educación para la convivencia.

La relevancia de esta pregunta radica en la posibilidad de diseñar políticas públicas y estrategias de intervención que apunten a la reducción de la conflictividad en barrios, mediante la promoción del respeto, la inclusión y el reconocimiento de la diversidad. Abordar la intolerancia social significa no solo mitigar hechos de violencia inmediata, sino también transformar los imaginarios colectivos y las prácticas de interacción ciudadana.

¿Qué acciones ha recomendado la Comisión Interamericana de Derechos Humanos para reducir la violencia urbana en ciudades latinoamericanas?

La Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) ha subrayado la necesidad de desarrollar estrategias integrales que incluyan tanto medidas de control policial como acciones en prevención social, educación, fortalecimiento comunitario y protección de derechos humanos. Según sus informes más recientes, enfrentar la violencia urbana implica crear oportunidades para la población joven, invertir en programas de reintegración social, brindar acceso a servicios básicos y promover espacios para la resolución pacífica de conflictos.

Esta recomendación es fundamental para los gobiernos locales que buscan reducir de manera sostenible los índices de criminalidad y garantizar la seguridad ciudadana. Implementar un enfoque basado en derechos no solo mejora la eficacia de las respuestas estatales, sino que contribuye a construir entornos urbanos más equitativos y menos violentos para todos sus habitantes.

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Homicidios reportados en Colombia

El siguiente mapa, desarrollado por Esri Colombia, muestra información de homicidios reportados en Colombia por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.

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