La senadora del Centro Democrático María Fernanda Cabal vuelve a manifestarse frente a las elecciones en otro país. En 2020 expresó su apoyo al entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump y también candidato a reelegirse frente al hoy mandatario Joe Biden, lo cual desató una fuerte reacción de la embajada de EE.UU. en Colombia, que instó a los políticos colombianos a “evitar involucrarse en las elecciones estadounidenses”.

“Estoy sorprendida de la capacidad que me otorgan de influir en una elección de semejante país. […] Siempre que hay elecciones en un país que tengan un tipo de afinidad con uno, pues uno se declara a favor y en contra, si tiene interés en la política”, respondió entonces en sus redes sociales Cabal sobre sus declaraciones. “De verdad que no veo que este alboroto tenga justificación, me parece que va en contra de lo que un espíritu democrático sugiere”.

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Ahora, ante las elecciones que tendrán lugar en Brasil este domingo, Cabal vuelve a apoyar al candidato al que es afín, es decir, al presidente Jair Bolsonaro, que busca reelegirse (como en su momento lo quiso Trump) enfrentándose al líder de la izquierda Luiz Inácio Lula da Silva.

“Este domingo dos de octubre los brasileros definen si quieren ser libres o esclavos”, dice, en primera instancia, la política colombiana, poniendo las cosas en significativos extremos. Después, hace referencia a un aspecto económico: los brasileños, según Cabal, eligen “si quieren seguir disfrutando de la prosperidad, de ser el único país que no tiene inflación en el mundo, el único país que no tiene balanza [comercial] deficitaria con China porque exportan más de lo que importan de China”.

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Al final de su corta intervención, difundida por Twitter, dice: “Nosotros vamos a acompañar con el esfuerzo, con el corazón, con la convicción, a Jair Bolsonaro”.

Solo este domingo se sabrá si expresiones como esta le sirven a Bolsonaro para remontar los resultados de las encuestas en las que es superado por Lula. Ambos, este sábado, queman sus últimos cartuchos en Sao Paulo, la mayor ciudad de Brasil, antes de medir sus fuerzas el domingo en la primera vuelta de las elecciones presidenciales.

Lula, de 76 años, convocó a sus seguidores en la mañana para una marcha en la emblemática avenida Paulista, escenario de las grandes manifestaciones en la megalópolis. A unos cinco kilómetros de ahí, y prácticamente al mismo momento, Bolsonaro, de 67 años, partirá a la cabeza de una comitiva en motocicleta que lo llevará a un mitin en el Parque Ibirapuera, pulmón verde de Sao Paulo.

El presidente de extrema derecha ha recorrido varias ciudades del país sobre dos ruedas con sus seguidores, incluso en Guaranhuns, en Pernambuco (noreste), donde Lula creció antes de mudarse con su familia a Sao Paulo escapando de la pobreza. Pero su equipo de campaña espera una ruidosa demostración este sábado para dar un último impulso al excapitán del Ejército, que sea susceptible de evitar una derrota ante su rival como prevén los sondeos, incluso desde la primera vuelta.

Partirá después a Santa Catarina, en el sureste, para un último acto que ponga fin a mes y medio de campaña. Los anuncios en radio y televisión están prohibidos desde el jueves, pero los eventos en persona y la distribución de material electoral serán permitidos hasta la noche del sábado.

La polarizada campaña ha provocado un incremento de las medidas de seguridad: los candidatos llevan constantemente chalecos antibalas y los escenarios de los mítines son rodeados por barreras de seguridad para evitar que la multitud se acerque demasiado, cuatro años después de que Bolsonaro fuera acuchillado en plena calle durante la campaña.

Últimas horas “tensas” en Brasil

Este sábado también se espera la publicación del último sondeo del Instituto Datafolha, referencia en Brasil. Esa encuestadora ubicó el jueves a Lula al frente con una amplia ventaja de 14 puntos sobre Bolsonaro, 48% a 34%. Para obtener un tercer mandato desde el domingo, el expresidente (2003-2010) debe aunar al menos 50% de los votos válidos (sin nulos ni blancos).

En la encuesta del jueves, Lula aparecía justamente con 50% de esos votos. El margen de error es de más o menos dos puntos porcentuales, lo que crea incertidumbre sobre la posibilidad de un balotaje, previsto el 30 de octubre. Anticipándose a un triunfo en la primera vuelta, su Partido de los Trabajadores obtuvo permiso para reunir a sus seguidores en la avenida Paulista la noche del domingo para celebrarlo.

Las últimas horas de campaña “serán muy tensas, todo el mundo observará los más mínimos detalles que podrían mover la aguja para un lado u otro”, dice a la AFP Jairo Nicolau, politólogo de la Fundación Getulio Vargas.