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El Celador Devoto: La Historia de Darío Alonso en la Institución Educativa Alfonso López
En el corazón de La Dorada, municipio ubicado en Colombia, la historia de Darío Alonso cobra vida en los pasillos de la Institución Educativa Alfonso López. Su nombre es sinónimo de protección, entrega y calidez, pues durante 35 años ha ejercido como celador en esa institución, forjando una relación inquebrantable con la comunidad estudiantil. El caso de Darío es excepcional, no solo por su longevidad en el cargo, sino también por la vocación que imprime a todas sus acciones diarias.
Las memorias de Darío Alonso están marcadas por momentos de gran intensidad. Uno de los episodios más destacados fue el accidente sufrido durante una guardia nocturna cuando, accidentalmente, la escopeta que portaba se disparó mientras dormitaba, causándole graves heridas en uno de sus dedos. Este hecho, lejos de desmoralizarlo, fortaleció su determinación de seguir cumpliendo su labor. Además, sobrellevó situaciones de alto riesgo, como el enfrentamiento con ladrones armados, enfrentando el miedo para garantizar la seguridad del plantel. Según su propio relato en el artículo original, estos momentos no hicieron más que afianzar su cariño y compromiso con la institución.
El verdadero motor de Darío siempre han sido los estudiantes. Su apego por los jóvenes es evidente en sus palabras: los trata como si fueran sus propios hijos y deja claro que el afecto hacia ellos es la razón principal para permanecer en su cargo durante tanto tiempo. Más allá del deber, Darío asume la responsabilidad de crear un entorno seguro y acogedor: todos los días llega una hora antes para limpiar y asegurarse de que todo esté listo, demostrando que la vigilancia puede y debe ir acompañada de humanidad y cuidado.
Uno de los elementos clave del trabajo de Darío Alonso es su vigilancia sobre los peligros sociales en el entorno escolar, como las presiones externas para incitar al consumo de sustancias psicoactivas. Según testimonios recogidos en el artículo original, su rol trasciende el de un simple guardián, pues actúa como figura protectora, identificando riesgos y defendiendo a los estudiantes de malas influencias.




El contexto de seguridad escolar en Colombia es complejo y comparte retos con otros países. De acuerdo con reportes de la UNESCO, la amenaza de la violencia y las drogas en las escuelas es un fenómeno recurrente en muchos sistemas educativos. Las autoridades reconocen el rol fundamental que cumplen los celadores en la primera línea de prevención. Darío representa esa presencia constante y silenciosa que da tranquilidad tanto a estudiantes como a docentes.
Este fenómeno no es exclusivo de Colombia. En naciones como Estados Unidos, la preocupación por la seguridad escolar ha dado lugar a nuevos enfoques y políticas, como la integración de oficiales de seguridad y tecnología avanzada en las instalaciones, según lo reportado por The Guardian. Sin embargo, el compromiso cercano y humano de personas como Darío Alonso demuestra que la seguridad no solo es tecnología o equipamiento, sino sobre todo vínculo y sentido de pertenencia.
La historia de Darío Alonso es, en suma, un testimonio sobre el valor humano detrás de la seguridad educativa. Su legado, construido a base de cuidado, coraje y entrega, muestra la importancia de quienes, desde posiciones aparentemente discretas, ayudan a tejer el tejido social de la escuela. El respeto y afecto que recibe de la comunidad educativa confirman la huella positiva que ha dejado en La Dorada.
Preguntas frecuentes relacionadas
¿Cuáles son los principales riesgos que enfrentan los celadores escolares en Colombia?El contexto escolar colombiano presenta desafíos particulares para los celadores, tanto a nivel físico como social. Es frecuente que el personal de vigilancia escolar se encuentre expuesto a situaciones de riesgo debido a la amenaza de la delincuencia y la presencia de grupos que buscan influir negativamente en los jóvenes, según señala la UNESCO en sus reportes sobre seguridad escolar. Episodios violentos o accidentes laborales, como el experimentado por Darío Alonso, demuestran las condiciones a menudo precarias y peligrosas de este oficio.
El compromiso que los celadores mantienen no solo se reduce a la protección del perímetro físico, sino también al resguardo del bienestar emocional de los estudiantes. Muchos son figuras de referencia para los alumnos, capaces de señalar posibles focos de riesgo y de actuar, en ocasiones, como intermediarios en conflictos o dificultades cotidianas dentro del entorno educativo.
¿Qué significa “sustancias psicoactivas” y por qué representan una amenaza en las escuelas?Las sustancias psicoactivas son aquellas que, al ser consumidas, afectan el sistema nervioso central y alteran la percepción, el estado de ánimo o el comportamiento. Estos incluyen drogas como la marihuana, cocaína, alcohol y medicamentos de uso no autorizado, de acuerdo con la definición de la Organización Mundial de la Salud. En el contexto escolar, la amenaza de la exposición a estas sustancias es especialmente preocupante porque afecta directamente la salud y el futuro de los jóvenes.
La presencia de personas que buscan incitar al consumo de estas sustancias dentro o cerca de las escuelas representa un peligro para la integridad física y mental de los estudiantes, además de tener implicaciones sociales graves. El papel de los celadores, como Darío Alonso, es crucial para identificar, prevenir y denunciar estas situaciones, contribuyendo a mantener ambientes educativos seguros y saludables.
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