La información fue confirmada por la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), que por medio de un comunicado dijo que estas cinco personas son integrantes de la comunidad LGBTI, y que fueron víctimas de amenazas, torturas, secuestro, violencia sexual, tentativa de homicidio y otros delitos durante el conflicto armado colombiano.

Estas personas sufrieron hechos de persecución y discriminación relacionados con la orientación sexual o la identidad de género, con ocasión del conflicto entre 2005 y 2012.

La JEP recibió en marzo pasado una solicitud de la Corporación Caribe Afirmativo que denunció “un patrón de amenazas, hostigamientos, violencia sexual, detenciones arbitrarias y tentativas de homicidio” en los municipios de Miranda, Toribío, Caloto, Buenos Aires, Santander de Quilichao, Padilla y Villa Rica por parte de la desmovilizada guerrilla de las Farc, así como de integrantes de la fuerza pública.

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Según la Sala de Reconocimiento de la JEP, “dichos crímenes pueden constituir un delito de lesa humanidad cuando se cometan de manera generalizada o sistemática”, y determinó que “la discriminación contra la comunidad LGBTI por motivos de orientación sexual, identidad o expresión de género constituye una grave violación a los derechos humanos”.

Un informe de Caribe Afirmativo entregado a la Comisión de la Verdad recogió que con la llegada de los grupos armados a muchos territorios, la violencia contra la comunidad LGBTI se exacerbó y fue utilizada como “una ventaja estratégica importante en la disputa territorial con los demás actores”.

Según un estudio del Centro de Memoria Histórica, lesbianas, gais, bisexuales, transgénero e intersexuales han sido violentados en el conflicto por todos los actores armados, y su identidad sexual y de género ha sido motivo de la agresión.

En el país, este tipo de violencia ha sido clave en para instaurar órdenes sociales en los que con “discursos de limpieza y control social” esta población ha sido estigmatizada, perseguida y amenazada, lo que se agrava por el silencio de las víctimas.

Por esa razón, la JEP reconoció que aceptar a estas cinco personas es un paso más para garantizar el enfoque diferencial y de género en la justicia, y para evitar la revictimización teniendo en cuenta “que en el contexto de la guerra la población LGTBI ha sido una víctima invisibilizada”.