Este martes 13 de agosto el país recuerda a Jaime Garzón, que pagó con su vida el haberles mostrado a los colombianos la realidad nacional de una manera que ya quisiera dominar el más curtido de los políticos: el humor, con lo cual aseguró no solo la atención de millones, sino su afecto.
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Haciéndolos reír, Garzón se robó el corazón de los colombianos. Pero hizo más: a través de la risa pudo llevar su mensaje de manera directa, interpretando los más variados personajes, cuya creación se inspiró en seres humanos comunes y corrientes, como el celador, el lustrabotas o el periodista, pero también en figuras públicas del momento, como los políticos.
Así, Garzón, que comenzó su vida pública como alcalde menor de la localidad de Sumapaz, en el sur de Bogotá, consolidó dos de sus mayores pasiones: el periodismo y la pedagogía. Su facilidad para comunicar y para explicar la realidad lo elevaron a la condición de un personaje de talla nacional con el que las celebridades (de todo tipo, especialmente políticos) querían codearse. Muchos, incluso, se autoproclamaron (aún hoy) como sus amigos.
Fue un verdadero fenómeno mediático. Si en su época hubieran existido las redes sociales de hoy, habría sido un auténtico ‘influencer’ con la certeza de que el peso de sus contenidos tendría efectos importantes en la sociedad, y eclipsaría a los edulcorados mensajes de la actualidad de quienes buscan protagonismos efímeros.
Es tal la fuerza de su legado que un cuarto de siglo después no pierde valor. Así lo exalta, por ejemplo, la veterana periodista Yolanda Ruiz Ceballos, que, al recordar a Garzón, escribió en X (antes Twitter): “La vigencia de su trabajo, 25 años después de su asesinato, es sorprendente”.
Para el Ministerio de Cultura, el comediante, periodista y defensor incansable de la justicia, es “un símbolo de resistencia y esperanza, cuya palabra fue un faro de verdad en medio de la oscuridad. En su memoria, no olvidemos que la verdad, por dolorosa que sea, es el primer paso hacia la paz. Sigamos luchando por el país que él imaginó, con la risa como nuestra mejor arma y la justicia como nuestra guía”.
Quizá su beligerancia pacífica, una de las más grandes enseñanzas que dejó, deba ser recogida por los jóvenes de la actualidad, como siempre, objetivos de todo tipo de intereses que buscan instrumentalizarlos y llevarlos —no importa si eso es lo que sirve a sus fines— hasta niveles de la violencia más absurda.
Por eso, la memoria de Garzón es importante para Colombia, y hay que avivarla. Independientemente de cuál fuera su postura política, no la manifestó ni quiso imponérsela a los demás con violencia ni con discursos agresivos, o descalificando a sus detractores. Lo suyo fue el humor, la creatividad. De ahí que su figura y sus maneras sean sustanciales, sobre todo en tiempos en que los jóvenes resultan un suculento plato para los políticos embaucadores y los señores de la guerra.
Esa exaltación es precisamente lo que ocurrirá este martes, a las 2:00 p.m., en el Centro Nacional de las Artes Delia Zapata Olivella, en el centro de Bogotá, donde será presentado el libro ‘Garzón, el duelo imposible’, escrito por su hermano Alfredo y la dramaturga Verónica Ochoa.
Se trata de una novela gráfica que cuenta los años de infancia de los hermanos Garzón, la forma en que Jaime desarrolló su capacidad de educador popular y agudo humorista político que buscaba la justicia, y hasta plantea cuestiones relativas a su asesinato, ejecutado por sicarios a pocos metros de su lugar de trabajo.
Mantener vivo el recuerdo de Jaime Garzón, evocar su memoria y reeditar las preguntas y las críticas que hacía le servirían hoy a Colombia en medio de la crisis política que vive el país. Muchas de sus frases fueron tan contundentes que aún hoy no pierden vigencia. Aquí están algunas:
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Homicidios reportados en Colombia
El siguiente mapa, desarrollado por Esri Colombia, muestra información de homicidios reportados en Colombia por el Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias Forenses.
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