Juan Esteban Gil Chavarría nació en Bello, Antioquia. En 1995 culminó su bachillerato e ingresó a la Universidad de Medellín a cursar el pregrado en ingeniería civil del que se graduó en 2001. Posteriormente, realizó varios posgrados en la Universidad de los Andes. 2 maestrías: en ingeniería y medio ambiente -que culminó en 2004- y en administración MBA -de la que se recibió en 2011-. Además, la especialización en planificación y administración del desarrollo regional en el año 2005.
En 2004 se desempeñó en el ministerio de Transporte como ingeniero especializado en la dirección de infraestructura. En el 2007, se sumó al Instituto Nacional de Vías, Invías, como asesor de gerencia en la dirección general.
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Fue gerente general de Ingisa constructores SAS en el periodo comprendido desde 2010 hasta 2018. Entre 2011 y 2012 estuvo vinculado en la Agencia Nacional de Infraestructura como asesor por contrato 4G en la vicepresidencia de estructuración.
En agosto de 2018 fue nombrado director general de Invías. Con lo sumado hasta ahora, Gil Chavarría cuenta con más de 20 años de trayectoria y desempeño en el sector tanto público como privado, específicamente en el desarrollo de obras de infraestructura, túneles y obras subterráneas.
La Crónica conversó con Gil Chavarría sobre su trabajo, experiencia y los proyectos que beneficiarán al Quindío.
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¿Cuál ha sido su experiencia como director de Invias? ¿Qué destaca?
Haber trabajado por la conectividad del país es lo que más llena de orgullo, saber que uno está generando beneficio directo a las personas. Trabajar de manera permanente por los campesinos de Colombia cuando uno realiza puentes, placa huellas, genera mucha satisfacción al saber que se les está mejorando la forma de conectarse.
También haber participado en grandes obras de infraestructura y especialmente en el cruce de la Cordillera Central, obra que se volvió casi como un hijo en todo su desarrollo pues terminamos 35 túneles y 31 viaductos.
Como ingeniero me siento muy satisfecho y en lo personal, estar al servicio y ver cómo genera beneficios en materia de movilidad, turismo y darse cuenta de que no es solo construir algo sino dar felicidad, eso realmente genera mucha alegría. El proyecto del túnel de La Línea fue muy exigente, ha sido lo más difícil. El reto fundamental fue el de recuperar la confianza de la gente por las instituciones.
Esa confianza estaba perdida por elefantes blancos y proyectos abandonados como el del túnel de La Línea, como la variante San Francisco en Mocoa y otras obras. No había credibilidad ni en la obra ni en el sector público. Recuperar esa confianza fue lo principal. Como profesional este cargo ha significado el crecimiento más grande porque aquí tengo relación permanente con los ingenieros más grandes en materia de túneles, carreteras y puentes. He adquirido un conocimiento privilegiado.
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¿Qué diagnóstico hace en materia de infraestructura y vías sobre el Quindío? ¿Qué proyectos vienen para esta región?
En el Quindío he tenido la posibilidad de trabajar de manera permanente por el proyecto de la cordillera central. Este fue el que me atrajo y me posibilitó un mayor compromiso, pero al ver que este proyecto sería transformacional como hoy se está evidenciando, me llevó a definir un plan para el departamento en materia vial.
Por eso, desarrollar la doble calzada desde Armenia hacia Cartago, para conectarnos con el Chocó, Risaralda, Caldas, Medellín, Valle del Cauca, se volvió otra prioridad.




Generar conexión de vías rurales y un paquete de inversión para sitios puntuales en Armenia como Chagualá, el sector del estadio entre Tres Esquinas hacia el aeropuerto, la avenida de los Guayacanes, la variante por el sector occidental en Armenia… son una serie de proyectos de desarrollo y movilidad que han surgido para este departamento como resultado de haber terminado el proyecto del túnel de La Línea.
Yo estoy en el Quindío desde mi tesis de grado, conocer toda esta historia y haber tenido la fortuna de participar en estos procesos es muy gratificante.
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