Así lo manifestó ella misma, en entrevista con El Tiempo, donde dio más detalles del caso que se conoció el pasado 8 de julio, 3 semanas después del día en que fue visto por última vez (16 de junio). 

Tovar dijo a ese rotativo que “la investigación no ha avanzado en nada” y que hasta la lamentable hipótesis de un suicidio es incomprobable, ya que en ninguna parte ha aparecido el cuerpo de Penagos.

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“No es fácil continuar viviendo así, pero, a la fuerza, nos toca”, dijo la mujer a ese periódico, haciendo referencia tanto a ella como al pequeño niño de 14 años que la pareja tiene. 

Sobre la desaparición de Penagos, su esposa detalló, en ese medio, algunos de los problemas económicos que habrían atormentado al hombre durante el mes de junio y que tal vez habrían desencadenado su actuar. Esto, a causa de falta de dinero ligada a la cuarentena por la pandemia de COVID-19 que se vivió en Bogotá. 

La mujer agregó en ese diario que su esposo tuvo varios trabajos como vigilante, conductor de Uber, taxista y el trabajo más reciente que tenía antes de la pandemia, como vendedor de desayunos (labor que desarrollaban los dos). 

Ella relata que ese trabajo les estaba ayudando a pagar las facturas, pero que allí fue el momento en que la pandemia golpeó. Cuando se anunció la cuarentena en Bogotá, los dos tenían la expectativa de que sería algo rápido y que prontamente podrían retomar la venta de los desayunos. 

“Cuando la alcaldesa anunció la cuarentena, nosotros no pensamos que se fuera a demorar tanto. Pero pasaron los días y así comenzaron a crecer nuestras deudas”, señaló la mujer a El Tiempo. 

Dice que después de los primeros meses de cuarentena llegó el duro momento en que incluso tenían que elegir entre pagar el arriendo de su vivienda o comer las 3 veces del día.

Este es el informe de Noticias Caracol sobre el hombre desaparecido, publicado el pasado 8 de julio:

Pero la pareja no se dejó reducir por la situación y prontamente se dedicó a un nuevo negocio que generó algunos ingresos para su hogar: la venta de chaquetas antifluido, a través de internet. 

De hecho, la mujer dice que el día anterior a la desaparición de su esposo ambos estuvieron trabajando en la confección de las chaquetas. Sin embargo, ella dice haberlo visto actuar de manera diferente a la habitual en los días previos a la desaparición. 

“Yo le decía que no éramos los únicos que pasábamos por esa situación, pero al parecer nada le devolvía la calma”, contó la mujer a ese rotativo. 

Y así fue como finalmente llegó el fatídico día en que Penagos despareció sin dejar ningún rastro. Lo único que hizo antes de desaparecer fue enviarle un mensaje de WhatsApp a su esposa y su hijo. 

“Hola Julieta, perdóname por lo que voy a hacer. Perdóname por todo el daño que te hice. No permitas que el niño se convierta como yo; dile que lo amo, por favor, aunque lo que estoy haciendo es demasiado egoísta”, escribió el hombre, en un mensaje difundido el pasado 8 de julio por Noticias Caracol. 

Cinco meses después, lo que sabía la familia de Penagos ese día es exactamente lo mismo que sabe hoy. El hombre partió de su casa, con 50.000 pesos en su bolsillo, cogió la ruta M83 de Transmilenio hacia el Museo Nacional y desde allí se desvaneció, concluyó Tovar en diálogo con El Tiempo.