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Este artículo fue curado por pulzo   Sep 12, 2025 - 7:42 am
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El episodio de deslizamiento registrado el pasado 5 de julio de 2024 en un predio de la Universidad de Caldas en Manizales evidenció no solo una crisis ambiental sino una profunda problemática en la gestión del riesgo por parte de las instituciones locales. Durante un año completo, los habitantes de la zona colindante alertaron reiteradamente a las autoridades sobre el inminente peligro, señalando la falta de respuesta efectiva ante el riesgo latente. Las denuncias se dirigieron a la Unidad de Gestión del Riesgo, la Secretaría de Medio Ambiente, Planeación Municipal y el Concejo, sin que se evidenciaran acciones concretas de mitigación durante ese periodo. Esta situación se alinea con lo observado en el contexto colombiano, donde la articulación eficiente entre la comunidad, las universidades y los entes gubernamentales usualmente presenta obstáculos, lo que ocasiona demoras perjudiciales en la atención de emergencias, como resalta el Observatorio Colombiano de Gestión del Riesgo.

Un factor importante en la dinámica de gestión es la participación ciudadana, reconocida como un elemento clave para la prevención de desastres. Las comunidades no solo actúan como vigías de riesgos potenciales, sino que también presionan para que las autoridades cumplan su papel. Las acciones oficiales iniciadas en septiembre de 2025 marcan un punto de inflexión. Según el director de la Unidad de Gestión del Riesgo, Diego Rivera, la Universidad de Caldas comenzó la remoción del material desprendido, mientras que, en conjunto con la Secretaría de Movilidad y la Personería, se gestionaron labores adicionales como la recuperación del paradero afectado y la limpieza de canales. Estas intervenciones, enmarcadas en un enfoque integral, buscan combinar soluciones técnicas y sociales, siguiendo recomendaciones internacionales en gestión de desastres publicadas por la Oficina para la Reducción del Riesgo de Desastres de Naciones Unidas (UNDRR).

El deslizamiento responde a un fenómeno conocido como movimiento de masa, que corresponde al desplazamiento de suelo, rocas u otros materiales, generalmente provocado por factores como la gravedad, deforestación, intervenciones inadecuadas del terreno y eventos climáticos extremos. Manizales, situada en la región andina del país, es especialmente vulnerable debido a su topografía y las lluvias intensas que se suman a la expansión urbana en zonas de alto riesgo. De acuerdo con informes recientes de la Secretaría de Medio Ambiente de Caldas, diversas áreas próximas a la universidad presentan alto nivel de vulnerabilidad, hecho que exige la adopción de medidas preventivas para resguardar la vida y los bienes de la comunidad.

Más allá de la reacción inmediata ante el desastre, surge la necesidad de que estos casos nutran políticas públicas orientadas a la planeación territorial y la educación ambiental. Instituciones educativas y expertos en urbanismo insisten en que la divulgación del conocimiento científico y la formación de ciudadanos informados son esenciales para fortalecer la vigilancia colectiva y la autogestión del riesgo. Asimismo, el cumplimiento de protocolos ambientales y de prevención, tanto por parte de las universidades como de las autoridades, se vuelve imprescindible para minimizar impactos futuros y construir resiliencia comunitaria.

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En conclusión, el proceso vivido en Manizales pone de relieve la importancia de robustecer mecanismos de vigilancia, fortalecer la coordinación multisectorial y asegurar una participación comunitaria activa y permanente. La transparencia, el seguimiento a las intervenciones y la apertura de canales de comunicación efectiva serán determinantes para enfrentar nuevos retos asociados al cambio climático y el desarrollo urbano acelerado, garantizando así una gestión preventiva y sostenible ante cualquier evento natural que amenace la integridad de la población.

¿Qué es un movimiento de masa y cuáles son sus causas frecuentes?

El término "movimiento de masa" se refiere al desplazamiento de grandes volúmenes de suelo, rocas o materiales, habitualmente causado por la acción de la gravedad sobre laderas o pendientes inestables. Las causas frecuentes de estos eventos incluyen la deforestación, el uso inadecuado del suelo, intervenciones humanas sin control, lluvias extremas y las características propias del terreno. En regiones como Manizales, con topografía montañosa y frecuentes precipitaciones, la ocurrencia de deslizamientos se ve incrementada por la expansión urbana en zonas no adecuadas, lo que eleva el nivel de riesgo para la población local.

La importancia de comprender este fenómeno radica en la posibilidad de prevenir tragedias mediante evaluaciones técnicas adecuadas, políticas de manejo territorial y estrategias de educación ambiental. Instituciones como la Secretaría de Medio Ambiente de Caldas y la Universidad de Caldas han advertido, a través de reportes e intervenciones recientes, sobre la urgencia de establecer controles y planes específicos que reduzcan la vulnerabilidad y promuevan una convivencia más segura en entornos expuestos a este tipo de amenazas.

¿Por qué es relevante la coordinación entre universidades, comunidad y autoridades frente al riesgo de desastres?

La articulación entre universidades, comunidad y autoridades municipales resulta crucial porque cada uno de estos actores aporta capacidades y conocimientos valiosos. Las instituciones educativas, como la Universidad de Caldas, cuentan con herramientas académicas y técnicas para analizar el terreno y proponer soluciones viables; la comunidad observa directamente los cambios en su entorno y puede alertar sobre peligros inminentes, mientras que las autoridades tienen el mandato de tomar decisiones y ejecutar intervenciones. El trabajo conjunto facilita decisiones informadas y aumenta la efectividad de la respuesta ante emergencias.

Los episodios recientes demuestran que la falta de coordinación genera retrasos y expone a la población a riesgos innecesarios. Tal como se señala en estudios del Observatorio Colombiano de Gestión del Riesgo, un enfoque colaborativo multiplica la capacidad de prevención, agiliza acciones correctivas y garantiza una recuperación más eficiente. Esta colaboración, además, refuerza la transparencia y la confianza ciudadana en las instituciones encargadas de proteger el bienestar colectivo.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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