A mediados de julio, Adriana Lucía Carreño Montes, una joven vallenata de 21 años, presentó malestar en el cuerpo, fiebre y uno que otro dolor intenso de cabeza y de cuerpo. Ante estos síntomas, su madre, Norvis María Montes Cardona, decidió llevarla a Salud Total por urgencias. Teniendo en cuenta que Adriana era mayor de edad ingresó sola; el médico la evaluó y determinó que podría ser dengue o una virosis. 

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De acuerdo al relato de la madre, el médico le recetó inyecciones de diclofenaco, acetaminofén y una pastilla para los riñones. “A las 10:00 de la noche llegamos a la casa y no encontramos quien le pusiera la inyección; al día siguiente ella me dijo que ya no le dolía nada pero que no daba para dormir, pero que se sentía rara, que le sobara la espalda”, recordó Montes Cardona.

Al día siguiente, debido a que la joven seguía presentando malestar, “llamaron a la muchacha para que le pusiera la inyección”, y mientras su madre le sobaba la espalda, Adriana empezó a vomitar sangre. Debido a esto, fue llevada inmediatamente a la Unidad Pediátrica Simón Bolívar, en este lugar, la escena se repitió.

“Mi hija volvió a vomitar pero esta vez delante de la enfermera, y ella afirmó que era dengue. La ingresaron a observación, le mandaron a hacer exámenes y le pusieron una inyección para el dolor, pero mi hija se seguía quejando y estaba de mal color. No quisieron mostrarnos los resultados de los exámenes, solo nos dijeron que le habían salido las plaquetas bajas y que había que subirla a UCI para ponerle sangre. Pero que había que esperar al internista porque aún no había llegado”, contó con voz quebrantada.

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Al mismo tiempo, y con importancia, recordó que su hija fue maltratada verbalmente, toda vez que las enfermeras le lanzaban ‘expresiones fuertes’. “Le decían que no se quejara, que ella no tenía nada grave, que había personas con enfermedades más graves como el cáncer y no se quejaban así”.

La sala de observación

Siendo las 5:30 de la mañana del 19 de julio, Norvis fue hasta la clínica Simón Bolívar para ver cómo seguía su hija, para su sorpresa, el internista aún no había llegado. “A mi hija le dio un paro cardíaco, llegaron las enfermeras y una médica que estaba por allí y le empezaron a sobar el pecho, pero nada, no funcionó. Mi hija murió en la sala de observación esperando que llegara el internista”, expresó desconsolada. 

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Mientras miles de lágrimas corrían por sus mejillas reclamó el accionar del personal de la salud, debido a que todos aseguraban que no podían hacer nada por ayudar a su joven hija que estaba próxima a graduarse de Licenciatura en Ciencias Naturales en la Universidad Popular del Cesar.

“Uno de los médicos dijo: ‘Yo soy colega de los que atendieron a Adriana y soy consciente de que a esa niña la dejaron morir, si yo hubiese estado de turno la atiendo enseguida’”, manifestó.

Presunta negligencia médica

De acuerdo a Norvis, este caso se trató de falta de diligencia por parte de los médicos, por lo que entabló una demanda en la Fiscalía con el fin de buscar “justicia”.

EL PILÓN intentó conocer la versión de la Unidad Pediátrica Simón Bolívar, sin embargo, no quisieron dar declaraciones sobre este caso.

Pasado un poco más de un mes desde la muerte de su hija, Norvis llora sentada en una silla con fotografías de ella. “Ha sido terrible porque mi hija y yo nunca nos separábamos. Vivíamos juntas, solas”, puntualizó.