El kilómetro 58 de la Vía al Llano, inmediato al municipio Guayabetal, es la zona con mayor riesgo de deslizamientos, lo que no solo pone en peligro a sus habitantes, sino también a quienes diariamente transitan la vía que conecta a Bogotá con el oriente del país.

Esta es la conclusión de un estudio publicado recientemente en ‘Natural Hazards’, reconocida revista científica dedicada a temas de riesgos y amenazas de origen natural, en el cual uno de sus autores es Wilmar Calderón, miembro de los departamentos de Geociencias e Ingeniería Civil de la Universidad de los Andes. Junto con él, firman, los investigadores Mauricio Sánchez y Daniel Villarraga, de Ingeniería Civil, y Bogdan Nitescu, de Geociencias.

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“Estudiamos un área de más de 4.000 kilómetros cuadrados, que es similar a la superficie de un departamento como Risaralda, enfocándonos en la vía al Llano. Encontramos que la zona más susceptible a deslizamientos es la cercana al kilómetro 58, próxima a Guayabetal, situación que es ocasionada por la confluencia de factores como fallas geológicas, el Río Guayuriba y la carretera. Estas circunstancias fueron factores condicionantes, por ejemplo, del deslizamiento que cerró la vía por casi seis meses en 2019″, asegura Calderón.

Pero no solo son las fallas geológicas presentes, las que hacen del terreno un punto inestable, también las lluvias recurrentes y el tipo de rocas (sedimentario) que se pueden encontrar, sostienen los analistas. De hecho, se ha vuelto paisaje que esta vía termine siendo cerrada por algún desprendimiento de tierra, situación que ha generado graves repercusiones en la economía colombiana.

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“Para dar una magnitud de estos impactos, en 2018 se registraron más de 188 deslizamientos con un costo de más de $950 millones al día. Se estima que, en los cierres de la vía en junio de 2019, las pérdidas económicas superaban los dos billones de pesos”, asegura Calderón.

Si se miran las cifras, el año pasado 250 personas se vieron obligadas a abandonar sus hogares, los cuales desaparecieron junto a grandes cantidades de tierra. Sobre esto, la alcaldesa del municipio, Sonia Moreno, sostuvo que en las montañas se tenía “un león dormido. Un problema gigante”.

Y los percances continúan. Tan solo en junio del 2022 el Instituto de Hidrología, Meteorología y Estudios AmbientalesI (Ideam), emitió una alerta roja en Guayabetal por la mismas causas.

Las lluvias que se viven en el municipio, especialmente en ola invernal, y su cercanía con un río hacen que el agua penetre fácilmente en las rocas presentes, muchas de ellas arcillosas, y que estas pierdan resistencia, dice el experto.

Aunque la información es limitada, indica la investigación, lo hallado puede permitir que se prevengan más deslizamientos de tierra en la Vía al Llano y que se encuentren estrategias de precaución.