“Promover el odio contra los desposeídos es su forma de obtener réditos electorales”, agrega Quintero en su crítica a Ordóñez por haber soltado en una sesión de la OEA la “tesis geopolítica” de que la migración es parte de la estrategia de Maduro para irradiar en la región el socialismo del siglo XXI.

“El flamante Embajador […] de un plumazo y en apenas treinta segundos borró toda la política exterior de […] Colombia que diseñaron el Presidente Duque y su canciller, Carlos Holmes Trujillo”, sigue Quintero en su columna. “Toda la política de ayudas del gobierno colombiano a los desplazados venezolanos se convirtió, por obra de la intervención de Ordóñez, en el uso de fondos del presupuesto nacional para ‘irradiar el socialismo del siglo XXI’”.

Para Quintero, la idea de Ordóñez es “una teoría delirante”, y después concluye que “el odio como mensaje político se ha convertido en una cruzada. Y como en aquellas, son los más religiosos los que han olvidado que el primer mensaje de Jesús o de Moisés es el de la caridad y la conmiseración por el que sufre”.

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Con el caso de Ordóñez —comenta, a su turno, Cecilia López en El Heraldo—, el presidente Duque, el Gobierno y el país “están pagando las consecuencias de haber subestimado […] la importancia de nuestra representación diplomática en el mundo y en los organismos internacionales”.

“Convirtieron las embajadas, los consulados y todos los puestos representativos del país en el exterior en la verdadera mermelada. Allí fueron a dar principalmente todos los quemados del uribismo”, añade López en su columna. “Y quisieron ocultar bajo el lema de que esas compensaciones clientelistas no se daban en esta administración, este comportamiento tan arraigado en la política colombiana”.

Ordóñez, a quien López califica de “mente retardataria, obsoleta y desadaptada”, no debería estar, según ella, “en ningún cargo de representación de Colombia”. Además, considera que “al que más se le enreda la vida” con ese diplomático es al presidente Duque”.

Pero ni las críticas que ha recibido ni el jalón de orejas que, según Darcy Quinn, de Caracol Radio, le dieron a Ordóñez el presidente Duque y el canciller Trujillo, que le pidieron que rectificara, hacen cambiar el parecer del embajador ente la OEA.

“Me cuentan fuentes en Washington que está bastante reacio a rectificar, que está muy molesto con el canciller con este regaño público. Dice que él no está para recibir este tipo de regaños por decir lo que él piensa”, dijo Quinn. “Es más: a algunas personas les ha dicho que prefiere renunciar que rectificar. ¿Qué va a hacer el embajador, entonces? Ya veremos, porque parece que la familia está muy contenta en Washington, y muy cómoda. Y devolverse al país, pues a qué…”.