Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por pulzo   Oct 11, 2025 - 11:36 am
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El fallo reciente del Consejo de Estado que exonera a la Alcaldía de Bogotá del pago de un 10 % sobre el recaudo de multas de tránsito a la Federación Colombiana de Municipios (FCM) marca un precedente significativo en la administración de las multas de tránsito a nivel nacional. Este proceso judicial, cuya duración se extendió durante siete años, visibiliza la complejidad de la gestión jurídica y financiera que rodea el Sistema Integrado de Información sobre Multas de Tránsito (SIMIT), estructura crucial para la movilidad urbana en Colombia. El conflicto surgió en 2018, cuando la FCM, amparada en el artículo 10 de la Ley 769 de 2002, reclamó a Bogotá una compensación que superaba los 350.000 millones de pesos, entendiendo que el ente administrador del SIMIT debía recibir un 10 % de todos los recursos recaudados por concepto de multas.

Sin embargo, la decisión judicial no solo protegió cerca de 300.000 millones de pesos de las arcas distritales, sino que también abrió el debate sobre la legalidad y legitimidad de dicha transferencia. Los argumentos del Consejo de Estado, sustentados en criterios de legalidad, determinaron que esa comisión no se constituye como una renta patrimonial legítima para la Federación, sino más bien como una afectación presupuestal carente de bases regulatorias firmes. Así, se llama la atención sobre la necesidad de establecer criterios claros que garanticen una gestión adecuada y transparente de estos recursos.

Según análisis de juristas citados por El Espectador, la falta de una normativa específica para la distribución y gestión de fondos provenientes del SIMIT ha dejado expuestas a las entidades territoriales a litigios costosos y a una creciente inseguridad en la recaudación. Cada organismo de tránsito, de los más de 350 que existen en el país, cuenta con lógicas independientes que dificultan la coordinación y distribución equitativa de los dineros públicos, lo cual exige una revisión sustancial del modelo vigente.

La experiencia internacional, examinada a partir de informes oficiales de España y Brasil, resalta que la recaudación de multas normalmente se centraliza primero como un ingreso estatal, para luego redistribuirse conforme a prioridades de inversión en seguridad vial e infraestructura. En Colombia, la ausencia de un mecanismo unificado hace del porcentaje solicitado por la FCM una carga percibida como excesiva por muchos actores, afectando así la percepción pública y el impacto social de las políticas de movilidad.

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Este caso judicial también se inscribe en una discusión más amplia sobre digitalización y gobierno de los datos públicos en América Latina. Como subraya la Federación Latinoamericana de Tecnologías de la Información, el fortalecimiento de plataformas tecnológicas como el SIMIT debe ir acompañado de marcos regulatorios robustos y una gobernanza que priorice la transparencia, la equidad en el uso de los recursos y la garantía de derechos ciudadanos. La FCM, que tiene aún abiertas otras demandas en curso, enfrenta el reto de posibles reformas legislativas imprescindibles para definir el marco financiero y funcional del sistema.

En síntesis, el litigio entre Bogotá y la FCM es una muestra de los desafíos estructurales que enfrenta la administración pública frente a la digitalización, la gestión fiscal y la descentralización de las competencias de tránsito. El desenlace de este debate puede influir decisivamente en la formulación de políticas más justas y efectivas para la movilidad urbana y la confianza en las instituciones.

¿Qué es el SIMIT y cómo afecta a los ciudadanos?
El Sistema Integrado de Información sobre Multas de Tránsito (SIMIT) es la plataforma que permite centralizar el registro, consulta y pago de las multas de tránsito en Colombia. Su importancia radica en que unifica la información de 350 organismos de tránsito, facilitando la gestión interinstitucional y la transparencia ante los ciudadanos. Sin embargo, la falta de regulación clara sobre su financiamiento y operatividad ha suscitado diferencias entre entes territoriales y nacionales, impactando la eficiencia en la administración de los recursos provenientes de infracciones de movilidad.

El SIMIT afecta a los ciudadanos pues concentra los datos de quienes cometen infracciones a nivel nacional, siendo requisito indispensable el pago de estas obligaciones para la realización de trámites relacionados con la movilidad. Así, la funcionalidad, solidez y equidad de su operación influye directamente en los trámites cotidianos y en la percepción que se tiene sobre el sistema de sanciones de tránsito.

¿Qué implicaciones tiene la ausencia de una regulación unificada para los organismos de tránsito en Colombia?
La carencia de una normativa clara y unificada dificulta la coordinación entre los organismos de tránsito, causando inseguridad jurídica y abriendo la puerta a conflictos prolongados como el que enfrentó Bogotá con la FCM. Esta dispersión normativa complica la recaudación, genera disputas sobre quién debe administrar y disponer de los recursos, e impacta negativamente en la planificación de inversiones para movilidad y seguridad vial.

A largo plazo, la falta de reglas claras desincentiva a las entidades regionales en la gestión eficiente de las multas, pudiendo afectar tanto el recaudo como la percepción pública sobre el destino de estos recursos. Una regulación sólida sería el paso fundamental para resolver estos vacíos y fortalecer la gobernanza de la movilidad en todo el país.


* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.

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