María Jimena Duzán reseñó para Semana los episodios en los que el expresidente ha protagonizado acusaciones contra sus contradictores, que luego terminan siendo desmentidas.

A la periodista le parece “tenebroso” que el uribismo lleva 12 años con “la misma práctica cada vez que siente que la justicia puede llegar hasta donde su máximo jefe”.

Y para comenzar el recuento se devuelve hasta el año 2007 cuando Uribe, entonces presidente, acusó al magistrado de la Corte Suprema de Justicia Iván Velásquez de manipular testigos desde las cárceles, justo cuando ese tribunal le abrió indagatoria por parapolítica a su primo el exsenador Mario Uribe.

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Álvaro Uribe dijo que el magistrado presionó a un paramilitar para que diera un testimonio en el que vinculara al expresidente con el asesinato de otro paramilitar, lo que resultó ser mentira. El magistrado ganó la pelea cuando se demostró que fue interceptado ilegalmente por el DAS y el Departamento de la Presidencia de ese entonces.

¿El episodio suena conocido? Exactamente como está sucediendo ahora con el caso que involucró al senador Iván Cepeda, y por el que fue acusado su abogado Diego Cadena; por eso Duzán sustenta su columna en que es “el mismo ‘modus operandi'”.

La periodista argumenta con otros dos casos muy similares, en los que las acusaciones de Uribe de montajes en su contra terminan siendo desvirtuadas por la justicia.

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Además, las historias coinciden en que a esos supuestos testigos se les ofreció prebendas o dinero para que sus palabras favorecieran al hoy senador.

“Los abogados que hacen esos cruces siempre tienen relación con la familia de Álvaro Uribe. Sergio González era cercano de Santiago y de Mario Uribe y Cadena era abogado del expresidente”, añade la columnista.

El resultado de eso fue que muchos de los funcionarios del entorno de Uribe fueron investigados y condenados mientras que el expediente del expresidente quedó “enterrado” en la Comisión de Acusaciones.

“La política y el poder se nos volvieron un modus operandi de prácticas mafiosas y los colombianos no nos hemos dado cuenta de que funcionamos como una narcodemocracia”, sentencia la periodista.

Lo cierto es que el actual proceso que le adelanta la Corte Suprema a Uribe por manipulación de testigos es el que más ha avanzado en su contra, pues incluso tuvo que rendir indagatoria y los magistrados deben decidir si el senador del Centro Democrático enfrentará el proceso tras las rejas o en libertad. Si no se le demuestra nada, una vez más, será exculpado.