Pero va más allá y pone a la recién posesionada mandataria capitalina en perspectiva: “De resultar positiva [la gestión de López], supondrá un paso gigante para que un candidato razonable, y no un incendiario, venza en las próximas presidenciales”, avizora Hernández-Mora en su columna.

Para ella, López y Petro “están en polos opuestos”, porque la alcaldesa “cree en la democracia y respeta la Constitución, mientras que el ególatra los considera medios necesarios ahora, y prescindibles después, para coronarse caudillo perpetuo, al mejor estilo Evo Morales”.

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En la comparación que hace de los dos políticos, Hernández-Mora escribe: “No olvidemos que Petro practica el peligroso juego de dividir a la sociedad, azuzando el odio de clases, denigrando la economía de mercado y generando la percepción de que los perversos son las víctimas que reclaman justicia y no quienes empuñan las armas con cualquier excusa falaz”. Claudia, en cambio, “detuvo la peleadera, se quitó los guantes, bajó del ring y comenzó a estrechar manos y tejer alianzas con rivales”.

“En un mundo de píldoras informativas superficiales, sesgadas y con frecuencia mentirosas, resulta más fácil vender remedios populistas, resumidos en frases de impacto, que los realistas, que siempre exigen, además de voluntad, tiempo, sudor y lágrimas”, critica la periodista colombo-española. “De ahí que muchos jóvenes, adictos a las redes sociales, vean en Petro al político de sus afectos, al amigo de los pobres, el comprensivo con los vándalos, el exguerrillero que encarna a Robin Hood, el progresista, el colega, el camarada. En suma, su candidato”.

Sin embargo, plantea que el problema para Petro es que en “el universo de la izquierda también sienten cercana a Claudia, representante de la nueva manera de hacer política”.