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La tranquilidad de Santa Rosa de Lima, en el norte de Bolívar, se ha visto quebrantada por la desaparición de cinco jóvenes, entre ellos un menor de 17 años, quienes salieron entre el 22 y 23 de julio de 2025 tras recibir una aparente propuesta de trabajo en una zona rural del país.
Lo que parecía una oportunidad de progreso se ha transformado en un episodio de angustia e incertidumbre para sus familias, agravado por llamadas extorsivas que han encendido todas las alarmas.
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Según informó el Brigadier General Gelver Yecid Peña, comandante de la Policía Metropolitana de Cartagena, uno de los desaparecidos habría actuado como intermediario en esta supuesta oferta, relacionada con labores agropecuarias. Desde entonces, no hay rastros confiables de su ubicación y la información disponible es limitada, lo que ha dificultado las acciones iniciales de búsqueda.




Las autoridades han activado un plan urgente de localización, en el que participan la Policía, la Fiscalía General de la Nación y unidades del Grupo Gaula, especializados en casos de secuestro y extorsión. El general Peña ha pedido a las familias colaboración activa para reconstruir detalles: llamadas, nombres, números telefónicos o destinos mencionados antes de la desaparición.
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El temor más profundo se ha materializado en los últimos días: familiares han recibido amenazas y exigencias económicas a cambio de información sobre los desaparecidos, lo que apunta a una posible actuación de estructuras criminales dedicadas al reclutamiento ilegal, trata de personas o explotación laboral.
Estas redes, según las investigaciones preliminares, se aprovechan de la vulnerabilidad económica y social de los jóvenes en regiones con baja oferta de empleo, servicios públicos y oportunidades de vida digna.
Santa Rosa de Lima vive hoy una pesadilla colectiva. Voces de padres, hermanos y líderes comunitarios claman por justicia y respuestas. “¿Quién los contrató? ¿Dónde están? ¿Quién responde?”, son las preguntas que se repiten con desespero en una comunidad donde la esperanza parece haberse desdibujado entre la necesidad y el silencio.
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