Durante una ceremonia de ascensos del Ejército Nacional en la Escuela Militar de Cadetes General José María Córdova, en Bogotá, el mandatario confirmó la decisión, que se rumoró a lo largo de la mañana de este viernes.
Lo primero a lo que se refirió fue a las interceptaciones ilegales de las que fueron acusados funcionarios de su Gobierno, y rechazó que desde su administración se haya ordenado estas prácticas, ni hacia poderosos ni hacia personas humildes, intentando dar tranquilidad a la oposición. Luego, habló de la exniñera de su mano derecha:
“Hubiera sido terrible que de mi gobierno saliera una indicación que contradijese los objetivos por los que hemos luchado durante décadas. Nosotros no tenemos nada contra la señora Marelbys. Ella no tiene nada que temer, es nuestra amiga. […] No verán opositores chuzados ilegalmente por este gobierno, nosotros no hacemos eso”.
El jefe de Estado alentó a las autoridades a investigar a cada uno de los integrantes de su administración que pudiesen estar involucrados en estos hechos y se mostró confiado en que no encontrarán prácticas ilegales de su gobierno, pese a las denuncias de la Fiscalía en las últimas horas.
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Además, en varias ocasiones afirmó que su administración respeta los derechos humanos y por eso sus servidores se van:
“Mientras se investiga, mi funcionaria querida y estimada, y el embajador de Venezuela se retiran del Gobierno, para que desde el poder que implica esos cargos no se pueda tener ni siquiera la desconfianza que se van a alterar los procesos de investigación, que no nos corresponden a nosotros, le corresponden a las autoridades competentes”.
Historia de la niñera chuzada, acusada de robo, que trabajó para Sarabia y Benedetti
La decisión la tomó el presidente Gustavo Petro luego de que, en exactamente una semana, el escándalo que se originó en un inconveniente doméstico, personal (el supuesto robo de dinero a la jefe de despacho, Laura Sarabia), cobrara proporciones nacionales y se convirtiera en un problema de Gobierno, casi que en un asunto de Estado.
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De esa manera respondió Petro a los crecientes reclamos del país por una bochornosa situación que enredó a dos de sus más entrañables funcionarios, Sarabia y el embajador en Caracas, Armando Benedetti, un hecho que reflejó una nueva grieta en el interior del Ejecutivo.
La dinámica que tomaron los hechos obligó a Petro a pronunciarse, pues la situación comenzó a agravarse cuando se supo que para resolver ese problema particular de Sarabia se usaron, en instalaciones de la Casa de Nariño, medios como el polígrafo y participaron servidores públicos, en diligencias en las que Marelbys Meza, la exniñera de Sarabia, dijo haberse sentido maltratada.
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Quienes ejecutaron esas acciones habrían entendido que lo que le ocurrió a Sarabia comprometía también la seguridad del presiente. El problema es que habrían incurrido en irregularidades como hacer que la empleada doméstica respondiera a un interrogatorio sin la compañía de un abogado y adelantar diligencias judiciales que constitucionalmente solo son competencia de la Fiscalía.
Pero las cosas se fueron enredando más cuando el nombre de Benedetti apareció en la historia como el presunto orquestador de las revelaciones de Meza a Semana y su posterior publicación. Eso sacó a flote serias diferencias entre él y Sarabia, lo que infló el problema y puso en aprietos al alto Gobierno. Después se supo que Benedetti le había pagado a Meza un viaje, ida y vuelta, a Caracas, que también fue niñera de uno de sus hijos y a la que asimismo acusó de un robo y la sometió al polígrafo.
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Desde el principio, el país reclamó que el presidente Petro se pronunciara, porque Sarabia es considerada su mano derecha y el poder detrás del poder. Y más adelante, porque Benedetti es de su entraña ya que lo viene acompañando desde la campaña. El mandatario habría retardado expresarse por estar en Brasil en la cumbre convocada por el presidente de ese país.
Y como si a esta truculenta historia le faltara algo, ese algo surgió en las últimas horas cuando se supo que Meza y otra mujer fueron chuzadas desde una sala de escucha de la Policía. De inmediato, la Fiscalía citó a interrogatorio a Sarabia, que ya le había presentado su renuncia a Petro el lunes pasado.
Esa renuncia, sin embargo, no es más que un acto protocolario, porque la jefe del gabinete del Gobierno enfrenta también una investigación en la Procuraduría y una citación al Congreso la próxima semana para que responsada por todos los señalamientos que se le hacen.
Petro tomó una drástica decisión política y administrativa este viernes para zanjar una situación insostenible. Pero el país sigue pidiendo explicaciones sobre varios aspectos que tienen que ver con la verdadera cantidad de dinero que tenía Sarabia en su casa, así como su origen y propósito; con la necesidad de establecer si Sarabia abusó de su poder o si se extralimitó en sus funciones, y con el imperativo de establecer quién dio la orden de chuzar a la exniñera, una práctica aborrecida por los colombianos.
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