
Mientras miles de rumberos se preparaban para disfrutar del evento que se llevaría a cabo con grandes exponentes del vallenato, dos policías querían hacer su agosto durante ese concierto.
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Los dos patrulleros, que estaban de servicio y tenían por encargo la vigilancia de un sector muy diferente al estadio Atanasio Girardot, de Medellín, aparecieron en la puerta número siete, de uniforme y con el firme propósito de ingresar en morrales el alcohol clandestino.
Los dos patrulleros dejaron sus labores en las calles de la ciudad para dirigirse al lugar del concierto para intentar ingresar de manera clandestina el licor, pero fueron descubiertos por una capitán de la Policía a cargo de la seguridad del evento y quien era su superior.
La capitán estaba de servicio en el concierto de vallenato y vio a sus subalternos intentando ingresar con el alcohol que pretendían revender en el interior del estadio. Según comentó Semana, las cajas estaban valoradas en un millón de pesos, pero los dos agentes esperaban sacar al menos triplicar ese valor durante el evento.




El ron fue decomisado de inmediato y los uniformados alegaron haber sido autorizados por su superior para ausentarse de sus puestos. Luego del incidente, los policías volvieron a sus puestos, pero inició la investigación que dio con la captura de los dos patrulleros involucrados.
La Policía, al notificarlos de su orden de captura, los obligó a comparecer ante las autoridades pertinentes para rendir cuentas sobre su accionar y el motivo detrás de transportar un gran volumen de licor al concierto, dejando desatendida su responsabilidad de servicio. Ambos enfrentan cargos por abandonar su puesto, acto del servicio y llevar mercancía de una licorera ilegal al evento.
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