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Una operación de alto impacto ejecutada por la Policía Nacional en el Quindío permitió la desarticulación de una de las organizaciones delictivas que mayor temor había sembrado en la capital del departamento, especialmente en la Comuna 4 de Armenia. Tras dos años de investigaciones, con el apoyo de la Fiscalía 48 Especializada Nacional Contra el Narcotráfico, las autoridades lograron capturar a 15 personas vinculadas a una estructura dedicada principalmente al microtráfico y a la comisión de múltiples delitos conexos.
De acuerdo con lo declarado por el coronel Luis Fernando Atuesta Zárate, comandante de la Policía en el Quindío, esta banda tenía especial injerencia en el barrio Santander y sectores cercanos, donde había logrado controlar tanto la venta como la distribución de estupefacientes. El grupo, conocido como ‘Los Mingos’, utilizaba métodos sofisticados y recursos logísticos significativos para mantener su operación. Como parte de la estrategia ‘Seguridad, Dignidad y Democracia, S2D’, la desarticulación constituye un avance en la ofensiva institucional contra el crimen organizado.
La investigación incluyó interceptaciones telefónicas, análisis de audios y videos, reconocimientos fotográficos, así como interrogatorios y entrevistas a varios testigos. Estas tareas permitieron vincular a los detenidos en un solo expediente, consolidando pruebas sobre su implicación en, al menos, 16 hechos delictivos distintos. La fase final se desarrolló con 17 allanamientos realizados simultáneamente en Armenia, Calarcá y La Tebaida, durante los cuales fueron arrestados 13 hombres y dos mujeres por tráfico de estupefacientes y participación en otros crímenes relacionados.
En estos operativos, la Policía incautó armas de fuego, una pistola traumática, municiones, teléfonos celulares usados para coordinar las actividades criminales, un vehículo, dinero en efectivo y dosis listas de sustancias ilícitas como cocaína y marihuana. Según el reporte oficial, la cantidad de elementos confiscados da cuenta de la capacidad operativa y financiera de la organización.
La estructura estaba encabezada por un hombre identificado con el alias de ‘May’, de 28 años, quien controlaba las operaciones junto a otros integrantes apodados ‘La Mona’, ‘Mendieta’ y ‘El Enano’, todos jóvenes entre 20 y 25 años. El centro de operaciones se localizaba en el sector de ‘La Cancha de Tierra’ del barrio Santander, donde funcionaban tanto los puntos de venta como los sitios de almacenamiento de drogas. El coronel Atuesta recalcó que esta agrupación no solo monopolizaba el microtráfico, sino que también cometía asesinatos, lesiones personales y hurtos vinculados al control del territorio.
Durante el presente año, las estadísticas proporcionadas por las autoridades evidencian la gravedad de la situación: en el área dominada por la banda se reportaron seis homicidios, cinco casos de lesiones personales y al menos 33 robos a personas, todos relacionados con la disputa por el tráfico de drogas. Además, la organización recurría a la utilización de menores de edad para comerciar sustancias, evadiendo así la acción de la justicia.
El prontuario delincuencial de los capturados quedó registrado en el Sistema Penal Oral Acusatorio (Spoa), con 48 antecedentes que incluyen homicidio, tráfico de estupefacientes, porte ilegal de armas, hurto y actos violentos contra servidores públicos. Esta contundencia probatoria llevó a que un juez dictara medida privativa de la libertad en centro carcelario para los 15 acusados.
El líder, alias ‘May’, afronta cargos adicionales vinculados a la fabricación y porte de armas, utilización de menores en delitos, cohecho y destrucción de evidencia. Las autoridades departamentales consideran que este golpe no solo disminuirá el índice de criminalidad en la zona, sino que también representa un mensaje directo a quienes buscan apropiarse de los espacios urbanos a través del delito.
¿Cómo afecta el uso de menores en el microtráfico a la seguridad y el tejido social de barrios como Santander?
La instrumentalización de menores en el tráfico de drogas no solo expone a niños y adolescentes a riesgos legales y físicos, sino que también debilita profundamente el tejido social en los barrios más afectados. De acuerdo con lo informado por la Policía, la inclusión de jóvenes en estas actividades busca evadir la acción de las autoridades, lo que complejiza la lucha contra el microtráfico y amplía las consecuencias negativas en la comunidad.
Esta problemática intensifica la percepción de inseguridad y perpetúa ciclos de violencia y exclusión social, pues los menores involucrados suelen ser víctimas de la presión ejercida por grupos criminales y, en muchos casos, terminan replicando conductas delictivas. La atención estatal y comunitaria ante este fenómeno resulta vital para contrarrestar sus efectos a largo plazo.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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