Por: El Espectador

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Este artículo fue curado por Santiago Buenaventura   Ago 26, 2025 - 4:30 pm
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Recientemente, Tembici, el sistema de bicicletas compartidas de Bogotá, le envió un mensaje a sus usuarios ofreciendo disculpas por las molestias e inconvenientes en la prestación del servicio debido a los recurrentes actos de vandalismo y delincuencia contra las estaciones y las bicicletas que se encuentran en espacio público.

(En contexto: Tembici, ¿cómo va el sueño del sistema de bicis compartidas en Bogotá?)

Incluso la Secretaría de movilidad reconoció que los robos no son una novedad y que, al menos, hay reportes de 100 estaciones vandalizadas o desvalijadas. “La situación que tenemos y que nos ha reportado la empresa es de vandalismo en las estaciones, donde se están robando la parte eléctrica y también los anclajes de las bicicletas”, dijo la secretaria de Movilidad, Claudia Díaz.

Vale recordar que Tembici, como operador privado, se encarga de financiar, instalar, y operar el sistema, mientras que la Secretaría de Movilidad supervisa el uso del espacio público y el cumplimiento de las condiciones técnicas, operativas y de servicio, además de recibir contraprestaciones como la instalación de cicloparqueaderos, por el uso del espacio público. El contrato entre las partes está planeado hasta 2029.

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A ese panorama se le suman las recientes declaraciones del concejal Juan David Quintero, quien denunció la situación por la que pasa el sistema de bicicletas compartidas y advirtió, incluso, su posible desaparición.

Dicen por qué Tembici está en crisis

“Contractualmente, Tembici recibe ingresos por patrocinadores y la tarifa de alquiler del usuario. Mientras en el 2022 se tenía patrocinadores privados como el banco Itaú y la tarifa para el su sumario era de 1.300 pesos; hoy no hay patrocinadores y la tarifa ya va a 4.850 pesos”, señala el concejal, y agrega que la crisis del sistema no solo se debe al vandalismo, sino, en mayor medida, a la falta de un modelo financiero robusto.

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La situación ha disminuido visiblemente el uso de las bicicletas en las calles de la ciudad, al punto de que la meta de rozar los 2 millones de viajes al año, como sucedió en 2023, este año está cada vez más lejana. La fórmula fue simple: sin patrocinio y con menos usuarios, el sistema se quebró”, dice Quintero, quien señala, además, que 150 estaciones ya fueron desmontadas.

“Resulta inaceptable que Bogotá se autodenomine capital mundial de la bicicleta pero permite el colapso de un programa fundamental para la movilidad sostenible. En un sistema integrado de transporte, las bicicletas públicas son igual de importantes que una línea de metro”, advierte.

Ante el panorama, el Concejal instó a la administración del alcalde Galán a sentarse con el operador para renegociar el contrato, evaluar la posibilidad de una nueva licitación o considerar, según las circunstancias, que el Distrito asuma la operación de manera directa.

Entre tanto, el sistema continúa funcionando mientras su número de usuarios desciende por la insatisfacción con el servicio y no se encuentra una solución definitiva para las reiteradas denuncias por hurto y vandalismo.

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