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El reciente anuncio por parte de Transmilenio, la entidad a cargo del sistema de transporte masivo en la ciudad, sobre la apertura del proceso de licitación para designar al futuro operador del Transmicable de Ciudad Bolívar señala una coyuntura determinante no solo para el funcionamiento del sistema, sino también para la manera en que la ciudad atiende principios de transparencia y participación ciudadana en la adjudicación de contratos públicos. Este proceso cobra especial relevancia dada la sentencia del Juez 47 Administrativo del Circuito de Bogotá, que exige que la selección se lleve a cabo mediante licitación pública, en lugar de seguir con la gestión directa a través del operador público La Rolita. Esto se enmarca en la necesidad de mejorar la eficiencia y rendición de cuentas en el manejo de servicios públicos, una preocupación recurrente en el contexto nacional, como reconocen datos citados por Transmilenio y diversos reportes de El Espectador.
El contrato previsto tendrá una duración de diez años y comprende tanto la operación como el mantenimiento integral del sistema, lo que incluye el manejo de equipos, la infraestructura y la continuidad laboral del personal. Este último aspecto es vital, tomando en cuenta que el Transmicable, conforme reporta la Secretaría Distrital de Movilidad, moviliza diariamente a cerca de 24.000 personas de una de las zonas más vulnerables de la capital. La importancia de este medio de transporte trasciende la movilidad física, pues ha contribuido, según expertos en movilidad urbana consultados por El Tiempo, a la integración social, la reducción significativa del tiempo de trayecto y una mejora notable en la percepción de seguridad en el sector.
Sin embargo, se reconocen retos persistentes en cuanto a cobertura y frecuencia del servicio, así como la necesidad de garantizar condiciones laborales dignas para quienes trabajan en el sistema, dadas las precariedades históricas en el empleo dentro del sector transporte. A nivel internacional, el análisis de experiencias similares, como la de Santiago de Chile reseñada por el Banco Mundial, muestra que la combinación de operadores públicos y privados, unida a una estricta supervisión y participación ciudadana, puede conducir a mejoras sustanciales en calidad y transparencia.




En este sentido, tanto los informes de la Procuraduría General como las preocupaciones expresadas por la Federación Colombiana de Transportadores subrayan el riesgo latente de prácticas poco transparentes y la exclusión de pequeños proveedores, lo cual podría impactar eventualmente en la equidad y competencia dentro del sector. La vigilancia por parte de la sociedad civil y la implementación de sistemas efectivos de auditoría social emergen así como condiciones indispensables para asegurar que este proceso determine realmente una mejora en el modelo de transporte bogotano.
De este modo, la licitación para la operación del Transmicable de Ciudad Bolívar debe interpretarse como una oportunidad para fortalecer la gobernanza pública y sentar un precedente sobre la capacidad de Bogotá para ofrecer un servicio de calidad, eficiente y con mecanismos efectivos de control social y transparencia, siguiendo el ejemplo de buenas prácticas internacionales e incorporando lecciones de procesos anteriores en el país.
¿Cuál es la importancia de la auditoría social en los procesos de licitación pública?
La auditoría social en los procesos de licitación pública adquiere relevancia fundamental al permitir que la ciudadanía y organizaciones veedoras acompañen y supervisen cada fase del proceso contractual. Según la experiencia nacional e internacional reportada por fuentes como el Banco Mundial y la Procuraduría, la intervención ciudadana reduce el riesgo de prácticas corruptas y fortalece la rendición de cuentas, dos aspectos críticos en el contexto colombiano debido a la persistencia de desafíos en materia de transparencia. Una auditoría social efectiva no solo aporta legitimidad al resultado, sino que contribuye a identificar a tiempo posibles irregularidades y proteger el interés público.
En el caso específico del Transmicable de Ciudad Bolívar, la vigilancia activa de la sociedad civil podría asegurar que los estándares de calidad, cobertura y condiciones laborales prometidos por el adjudicatario no se vean comprometidos. Así, el acompañamiento ciudadano constituye una garantía adicional para que los objetivos sociales y de eficiencia establecidos desde el inicio no sean relegados durante la operación del contrato.
¿Qué significa la licitación de un sistema de transporte público?
La licitación de un sistema de transporte público hace referencia al proceso formal mediante el cual una entidad estatal, en este caso Transmilenio, abre una convocatoria para que empresas interesadas presenten propuestas para operar y mantener un servicio público, bajo reglas y condiciones definidas previamente. Dicho proceso busca seleccionar la propuesta que ofrezca el mejor balance entre eficiencia, costo y calidad, con el fin de optimizar el uso de los recursos públicos y asegurar un servicio adecuado para los ciudadanos. Este mecanismo permite mitigar riesgos de favoritismo o administración poco transparente, ya que las condiciones y requisitos han de estar claros y accesibles a todos los postulantes.
La licitación obliga a los operadores a cumplir estándares específicos y a someterse a evaluaciones periódicas, lo que favorece la competencia y mejora el servicio prestado. En el contexto del Transmicable, la licitación pública responde a una sentencia judicial, demostrando cómo los procedimientos jurídicos también pueden incidir directamente en los modelos de gestión del transporte público en el país.
* Este artículo fue curado con apoyo de inteligencia artificial.
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